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diumenge, 15 de maig del 2022

CARTA 8. De algunos ritos señalados de los oficios antiguos.

CARTA 8. 

De algunos ritos señalados de los oficios antiguos. 

Mi querido hermano: Aunque es regular que la noticia dada en los correos antecedentes de los códices que existen en esta Iglesia, haya despertado en ti una cierta ansia de ver los extractos y apuntaciones que voy tomando de 
ellos: no es del caso que corte yo ahora el hilo de estos trabajos por el alivio que con ellos me prometo para otras Iglesias. Mas como debo satisfacer tus justos deseos, pondré siquiera alguna muestra de lo que dan de sí estos documentos en algunas variantes más señaladas de los oficios eclesiásticos. 
Primeramente es común en estos códices antiguos decir en las primeras vísperas los cinco salmos Laudate con una sola antífona, y responsorio después del capítulo: tener antífonas propias en completas, como también las bendiciones en maitines con R. IX, y V. ante Laudes; y otros tales ritos, que aún hoy se conservan en algunas religiones privilegiadas. 
(1) No es menos frecuente el uso de las prosas después del capítulo de segundas vísperas, precedidas por lo regular del Alleluia que se cantó en la misa del día, lo cual duraba aún por los años 1533. Hasta en maitines después del IX R. las trae el breviario de 1464, llamándolas, como ya dije, verbeta. Alguna otra vez echo de ver que esta especie de prosas se injieren en el IX R., formando parte de él. Aunque es obra prolija, me he resuelto a copiarlas todas, por si más adelante se ofreciere publicar alguna colección de estos metros que aunque informes y de mal gusto por lo común, sirven para la historia de la liturgia, y aun para rectificar ciertos hechos en las vidas de los Santos. En el Adviento además de la variedad de los evangelios, que se halla en pocos códices, es común prescribirse en todos ellos para los días feriales el rezo de los salmos graduales repartidos de este modo: los cinco primeros pro illis qui sunt in purgatorio; los cinco siguientes pro illis qui sunt in peccato mortali; y los cinco últimos pro illis qui sunt in vera poenitentia. Decíanse también, así como el oficio de la Virgen, en toda la Cuaresma
(2) Las antífonas O eran nueve, anticipándose por consiguiente dos días (3). En la vigilia de la Natividad había varias muestras de alegría, como era el tañer las campanas al tiempo de cantar el V. ante laudes: Crastina die &c. 
En el segundo nocturno de los maitines de este día, la lección VI se dice ser de S. Agustín, en la cual (4) se halla el testimonio de la Sibila Erítrea, repitiéndose después de cada dístico el primero: Judicii tellus &c. Esto es en el breviario de 1464. En el oficio de esta solemnidad, que se insertó en la semana santa del año 1533, se ve que creciendo la devoción de los Prelados, añadieron todos los testimonios que profetizaron la venida de Cristo; los cuales anunciaba el Lector de este modo: dic tu, Jeremia: dicat et Isaías. Y como se notan con tinta colorada los nombre de estos profetas, y después de sus palabras la de Lector, es probable que estos testimonios los dijese otro respondiendo a la pregunta del Lector, como lo previene cuando llega a (5) la profecía de la Sibila con estas palabras (6): la Sybilla deu estar ja apparelada en la trona vestida com à dona: esto es: la Sibila debe estar ya prevenida (preparada, aparejada) en el púlpito en traje de mujer. 

(7) SIBYLLA. 

“En lo ior (iorn, jorn; día) del iudici 
veurás qui ha fet seruici.
Duna Verge naxerá 
Deu y hom qui iutiará 
de cascu lobe yl mal 
al iorn del iuhi final.
Mostrar san quince senyals 
per lo mon molt generals, 
los morts ressucitarán, 
de hon tots tremolarán. 
Dalt dels cels deuallará 
Jesuchrist, ys mostrará 
en lo vall de Iosaphat 
hon será tot hom iutiat.
Portará cascu scrit 
en lo front à son despit 
les obres que haurá fet, 
don haurá cascu son dret. 
Als bons dará goig etern, 
è als mals lo foch dinfern, 
à hon sempre penarán 
puix à Deu offes haurán.” 

Esto es: (la traducción no se corresponde, la rima está forzada)
“Eh el día del juicio 
verás la virtud y el vicio.
De una Virgen nacerá 
hombre y Dios, el cual severo 
en fiel balanza pondrá 
el bien y el mal que hallará 
en el día postrimero.
Quince señales irán 
por todo el orbe espantosas, 
que al hombre estremecerán 
y los finados saldrán 
de sus huesas tenebrosas. 
Bajará del alto cielo 
Cristo Jesús, y mostrando 
su poder, irá juzgando, 
de Josafat en el suelo, 
de Adán el mezquino bando.
Cada cual a su despecho 
llevará en la frente escrito 
todo cuanto hubiere hecho, 
alegando su derecho 
la obra buena y el delito. 
Los buenos al gozo eterno 
llamados por él serán, 
y los malos al infierno, 
do sus culpas pagarán 
en el fuego sempiterno.”  

(8) Después del IX R. se cantaba el evangelio: Liber generationis &c. 
No sólo se decían los laudes intra missam en esta noche, sino que (9) no comenzaba la misa hasta dicho el Deus in adjutorium &c. de laudes. 
Antes de comenzar el salmo Laudate Dominum in Sanctis ejus se entonaba en el coro la antífona Pastores dicite quidnam vidistis &c., (10) a lo cual respondían dos niños detrás del altar mayor: Infantem vidimus pannis involutum, et choros &c. Esta pregunta y respuesta se repetía a cada dos versos de dicho salmo; y concluido este con sus interrupciones, se decía la V antífona Parvulus &c. Ceremonias piadosas que se abolieron en esta Iglesia aun antes de la corrección de S. Pío V. Mientras se cantaba el Benedictus dos Sacerdotes con capas pluviales y acólitos incensaban todos los altares de la Iglesia. El breviario de Cartagena, a más de lo dicho, trae Benedicamus propio para las segundas vísperas de este día: costumbre que observaba en 
las principales fiestas del año la Iglesia de Zaragoza, aún en el siglo XVI, como consta por las muestras de canto que da en las composiciones de esta especie Gonzalo Martínez de Viscargui en su obra Arte de canto llano impreso allí mismo año 1512. En la Epifanía se cantaba el invitatorio 
Christus apparuit nobis, venite adoremus, sin el salmo Venite, pero se decía el himno Christe redemptor omnium &c., y antes de laudes el evangelio de San Lucas: Factum est autem cum baptizaretur &c. Ni en este día ni en el de Navidad se decía Asperges antes de la misa, aunque vinieran en Domingo; lo cual se practicaba también en esta Iglesia de un modo aún más señalado, y por las causas que expresa el ritual del año 1527 (11), donde se lee: “si algunas fiestas, especialmente la Natividad del Señor, la Epifanía, las cuatro festividades mayores de la Santísima Virgen, y la de todos los Santos cayeren en Domingo, no se haga en la misa la aspersión del agua bendita, ni se cante en la procesión la antífona Signum salutis, ni la oración Exaudi, ni la oración Omnipotens... aedificator; y esto por la reverencia debida a tan grandes solemnidades, porque son días santificados.”
En estas memorias dignas de conservarse se ve el buen espíritu que resalta siempre en medio de la variedad de los ritos antiguos. Conténtate con estas ligeras muestras de lo mucho que voy descubriendo, y dime tu parecer sobre todo. A Dios. Valencia 2 de Diciembre de 1802. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) No es menos frecuente el uso de las prosas después del capítulo de segundas vísperas. Admitidas las prosas en la liturgia, en vez de la neuma con que se cantaba el fin del Alleluia, fue fácil trasladarlas a otras partes del oficio eclesiástico. Es verosímil que por este medio fuesen substituidas en esta Iglesia a los responsorios que otras cantaban en las vísperas después del capítulo. La cual práctica dice Amalario no haberse atrevido a introducir en Metz, ignorando por qué causa se decían en las vísperas antes del cántico Magnificat, y no en laudes antes del Benedictus. El ser precedidas estas prosas del Alleluia de la misa denota haberse adoptado aquel rito cuando todavía se consideraban estos ritmos como inseparables del Alleluia y continuación de su canto. 

(2) Las antífonas O eran nueve. Esta costumbre estaba ya introducida en algunas Diócesis en tiempo de Guillermo Durando, el cual después de explicar las siete antífonas que ahora canta toda la Iglesia, añade: in quibusdam vero Ecclesiis adduntur aliae duae: prima in honorem B. V. Mariae quae concepit: secunda pro Angelo qui ad virginem introivit, vel in honorem S. Thomae, cujus festum tunc accidit (Ration. divin. off. lib. VI. 
cap. XI. §. 5.) A esta antífona añadida de nuestra Señora O Virgo Virginum, y a la de Santo Tomás O Thoma Didyme la Iglesia de París, que siempre rezó estas nueve antífonas, sustituyó el año 1680 para la vigilia de Santo Tomás otra que empieza O Pastor Israel, y para el día del Apóstol O Sancte Sanctorum. La antífona O Thoma Didyme fue justamente abrogada, dice 
Grancolas (Comm. hist. in brev. rom. lib. II. cap. XI.), porque en ella se pedía la venida de Cristo a uno de sus Apóstoles. Otras Iglesias adoptaron doce antífonas, quae exprimunt, dice Durando (loc. laud.), duodecim Prophetas, qui Christi adventum praedixerunt. Y Honorio el Obispo de Autun dice: si duodecim O cantantur, duodecim Prophetae exprimuntur. 

(3) En la vigilia de la Natividad había varias muestras de alegría. Grancolas hace memoria de varias Iglesias donde en este día, congregado el clero en el capítulo o en el refectorio después de vísperas, se cantaban las antífonas O, alternadas con el responsorio Missus est; volviendo luego en procesión con velas encendidas y a son de campana. De esta ceremonia ha quedado en algunas partes el vestigio de tocar una campana al cántico Magnificat. 

(4) Se halla el testimonio de la Sibilia Erítrea. En la Iglesia de Rouen dos días antes de la vigilia de Natividad del Señor se leía un sermón atribuido a S. Agustín, en que se hallan los versos de la Sibila Erítrea, recitados por el Emperador Constantino en su oración ad SS. Caetum c. XVIII. (V. Martene de Antiq. Eccl. rit. lib. IV. c. XII. §. 13.) 

(5) La profecía de la Sibila. Profecías se llaman comúnmente los oráculos de las Sibilas, de las cuales juzgan S. Justino M. (Orat. paraenet. ad graecos), y San Agustín (de Civ. Dei lib. XVIII. cap. 22.), que hablaron inspiradas de Dios; lo cual dijo también Constantino Magno a los PP. del Concilio Niceno (Orat. laud.) S. Gerónimo añadió que el don de profecía fue en ellas premio de su virginidad (contra Jovin. lib. I). No hay repugnancia en que fuesen profetisas siendo gentiles, pudiendo dar Dios este don a los malos, como dice Santo Tomás, de lo cual hay dos ejemplos en la misma Escritura.
Pero S. Gregorio Nazianzeno (carm. ad Nemes.) dice que ni las Sibilas ni Hermes Trimegisto hablaron de los misterios de la fe por divina inspiración, sino copiándolo de los sagrados libros de los hebreos. Y aun asegura Orígenes (contra Cels. lib. V.) que eran tenidos por herejes los sibilistas, esto es, los que contaban las Sibilas entre los Profetas. Vosio (de Sibilin. orac.) pasó más adelante que S. Gregorio Nazianzeno, asegurando que estos oráculos los forjaron los judíos cuando Pompeyo se apoderó de Jerusalén como sesenta años antes de Cristo: la cual sentencia impugna sólidamente Honorato a S. María (Anim. in reg. et us. crit. lib. II. diss. III. art. 7. §. 3). 

(6) La Sibila... com à dona. Esto es, en traje de mujer. De la existencia de las mujeres gentiles llamadas Sibilas, nadie dudó en los diez y seis primeros siglos de la Iglesia. Cicerón habla siempre de la Sibila en singular: lo cual parece haber servido de guía a Pedro Petite (lib. de Sibylla) para asegurar que no fueron muchas, sino una sola: cuyos son los oráculos atribuidos a las demás, tomando distintos nombres de los varios lugares donde había vivido. Tal vez deslumbró esto también a Postelo (de Originib. sive de var. et potiss. 
orbi latino ad hanc diem incogn. aut inconsider. histor. c. XVI.) para que buscase el principio de aquellos oráculos en una famosa mujer oriental, parienta de Noé, cuya opinión seguida de algunos desaprobó Morhof 
(Polyhist. lit. l. I. c. X. n. 18.), Marciano Capela dice que fueron dos: Solino tres: Varron diez, al cual siguieron Lactancio y S. Agustín: otros doce, con el testimonio del Cronicón Pascual, publicado a principios del siglo VII: no faltan escritores profanos que extienden su número hasta sesenta.
Hablaron de ellas y de sus oráculos en el primer siglo Hermas: en el segundo S. Justino, Atenágoras, Teófilo Antioqueno: en el tercero Lactancio y Orígenes: en el cuarto el Emperador Constantino, cuyas palabras copia Eusebio, S. Gregorio Nazianzeno y S. Agustín, y otros PP. y escritores eclesiásticos, así de este como de los siguientes. Honorato a S. María (lib. I. diss. VI. art. II. §. I. n. III. seq. et lib. II. diss. II, art. II. seq.) intenta probar con graves razones que los versos sibilinos citados por los PP. eran los que religiosamente guardaron los romanos en el templo de Apolo Capitolino en las dos arquillas donde los encerró Augusto; cuyo hecho se halla atestiguado por Varron, Dionisio Halicarnaseo, Plinio y otros historiadores gentiles. Otros críticos pretenden hallar variedad entre estos códices sibilinos que perecieron cuando se incendió el capitolio en el reinado de Tarquino; y los que se conservaban en la antigua Eritra, llamada ahora Stolar, y en otros pueblos del Asia. Sea de esto lo que fuere, es certísimo que los versos de las Sibilas que se conservan ahora divididos en ocho libros e insertos en la Biblioteca de los Padres, lejos de ser genuinos e incorruptos en todas sus partes, están viciados e interpolados, tal vez por algún cristiano que no tenía conocimiento de la buena teología, ni de la lengua hebrea, ni menos de la geografía y de la historia; lo cual demuestran con testimonios de estos mismos escritos Servat. Galeo (in Lactant. de falsa religión. lib. I. c. VI. not. 9.) y Natal Alexandro. Esta verdad nada prueba contra los lugares de las 
Sibilas alegados por los PP. de los primeros siglos, cuando estaban aún incorruptos, y como tales eran venerados en la santa Iglesia (Crasset. de Sibyll. orac.), y menos favorece a la opinión de Petit Didier (in Bilb. Dupin. t. I. cap. II. §. 4. pág. 113. seq.), y de Juan Lamy (de Erudit. Apostol. c. I, pag. 18.), que dicen haber sido fingidos estos vaticinios por los primeros 
cristianos: y a la de Dupin, Huet y otros que siguiendo al calvinista Blondelo, y aprovechándose de sus conjeturas, juzgaron no haber examinado los PP. estos oráculos a la luz de la buena crítica. Sobre si dijo o no S. Clemente Alexandrino que el Apóstol S. Pablo en algún sermón o razonamiento a los gentiles, había alegado el testimonio de las Sibilas, merece leerse Honorato a S. María (lib. II. diss. II. art. III.) La inteligencia que dio Cotelier al testimonio de aquel Padre la impugnó sólidamente Tillemont (sur. S. Paul., not. XXVI.) 
(7) Sibylla: En lo ior del iudici. Digno es de notarse que se escogiese para este oficio el lugar donde la Sibila Erítrea habla del juicio final, de la resurrección de la carne, del premio y castigo que dará a cada uno, según sus obras, el juez de vivos y muertos: lugar alegado por Lactancio (de Vita beata lib. VII. capítulo XX.), y recitado por el Emperador Constantino a los PP. del Concilio Niceno (Orat. ad Sanct. Coetum capítulo XVIII.), y sobre el cual parece haber recaído señaladamente la defensa que hizo aquel Emperador de la legitimidad de este escrito, diciendo: mendaci perspicuè convincuntur qui ista carmina non olim à Sibylla condita esse praedicant.
Y la de Lactancio por aquellas palabras: quidam... solent eo confugere, ut 
ajant non esse illa carmina sibyllina: sed à nostris ficta atque composita. Quod profectò non putabit qui Ciceronem, Varronemque legerit, aliosque veteres, qui Erythraeam (Eritrea, erítrea) Sibyllam ceterasque commemorant, ex quorum libris ista exempla proferimus. Qui auctores obierunt antequam Christus secundum carnem nasceretur (de Vera Sap. lib. IV. c. XV). Tal vez se han conservado estos versos sin interpolación ni alteración conforme estaban en sus originales o en la copia mandada sacar 
por Augusto diez y ocho años antes de Jesucristo, o en el códice hallado cinco años después, y recibido por autoridad del Senado. (Tillem, Hist. des Emp. t. I. Octav. Aug. art. VIII). Sobre la impugnación de este lugar de Constantino hecha por Henr. Valesio merece leerse lo que dejó escrito Jorge Bullo, Obispo de S. Davidshead (menevense) en su respuesta a Zuickero
De este uso de insertar retazos de las Sibilas en los oficios eclesiásticos hablaremos en su lugar. De él dio varias muestras Martene alegando los ejemplares de S. Marcial de Leimoges (Limoges, de donde procede el lemosín), de Uzez, de París y Narbona (de Antiq. Eccl. rit. lib. IV. c. XII. §. XIII). 

(8) Después del IX R. se cantaba el evangelio: Liber generationis. Este rito prescrito por el Micrólogo (c. 34.) era desconocido en la Iglesia romana, pues se halla omitido en sus antiguos ceremoniales. En algunas Iglesias en tiempo de Guillermo Durando se cantaba este evangelio al fin de la primera misa. De esto hablaremos en su lugar. 

(9) No comenzaba la misa hasta dicho Deus in adjutorium (de laudes). Igual rito se observaba en las Iglesias de Tolosa y Nantes, y otras de la Galia Céltica, diciéndose toda la misa del gallo después del Deus in adjutorium, y entonándose después de la misa la primera antífona de laudes (V. Martene loc. laud. §. XXVII). 

(10) A lo cual respondían dos niños. El ritual de Nantes prescribía que antes del Salmo Laudate Dominum in Sanctis ejus, como en esta Iglesia, pueri ludentes cum baculis stent ante altare, et dicat cantor: Pastores dicite: pueri respondeant: Infantem vidimus: et tunc incipiat aliquis antiphonam: Parvulus filius, quam subsequatur psalmus: Laudate Dominum de caelis. 
En el Ordinario de Narbona y el de Santa María de Reims en casi todo concuerda este rito con el de Valencia. 

(11) Donde se lee. El texto latino dice así: “si festivitates aliquae, praecipue sequentes, scilicet: Nativitas Domini, Epiphania, quatuor festivitates majores. B. Virg. et omnium Sanctorum, venerint in Dominica: tunc in misa non aspergatur aqua benedicta, neque in processione cantetur aña. Signum salutis, neque oratio Exaudi, nec oratio Omnipotens... aedificator &c.; et hoc ob reverentiam tantarum solemnitatum, quia dies sanctificati sunt. Sed in completorio istis diebus, et aliis in quibus non fuerit aspersa dicta aqua in missa, aspergatur de illa: nota etiam, quod tempore generalis interdicti, non aspergatur dicta aqua, nisi super personas privilegiatas, et ad divina officia admissas.” (Ordinar. Valent. edit. ibid. ann. 1527.) 

diumenge, 22 de maig del 2022

X. Cartas del marqués de Mondéjar al maestro Fr. Serafín Tomás Miguel

X.

Cartas del marqués de Mondéjar al maestro Fr. Serafín Tomás Miguel, del orden de Predicadores: se conservan en la biblioteca del Real convento de Predicadores de Valencia, tom, VI. Var. fol. 

I. 

Con singular gusto he recibido la carta de V. P. en fecha de 11 de Enero de este año: y en cumplimiento de lo que V. P. me dice en ella, ratifico el ofrecimiento de aprobar el primer tomo que V. P. dice me remitirá, añadiendo las circunstancias que se me ocurrieren al tiempo de leerle. Supongo tendrá V. P. la noticia de que no se llamó Félix el padre de Santo Domingo, sino D. Fernán Ruiz, como advierte D. Luis de Salazar y Castro en el fol. 320 del tomo III de la historia de casa de Lara (a); y así no repito los fundamentos de que lo justifica. 

(a) Sobre el verdadero nombre del padre de Santo Domingo padeció equivocación D. Luis de Salazar (casa de Lara lib. II. cap. XI pág. 89 y 348.), en cuyo testimonio apoyan su opinión así el Marqués de Mondéjar en el presente lugar, como Berganza en sus antigüedades de España (p. II. lib. VI. c. V. p. 99). La conjetura de Salazar de que F letra inicial de este nombre, en las antiguas escrituras de España significa Fernando, y no Félix, sería digna de consideración, cuando los antiguos escritores de la vida de Santo Domingo escribiesen el nombre de su padre con sola la inicial. Pero no le ponen así, sino con todas sus letras, llamándole Félix, y no Fernando, y menos Fernando Ruiz, como pretenden Salazar y Berganza. 

Bartolomé de Trento que floreció en el siglo XIII en su epílogo de las vidas de los santos, dice de Santo Domingo: patre Felice, matre Joanna editus. Constantino de Médicis, obispo de Orvieto, que floreció poco tiempo después en el mismo siglo, en las actas del Santo dice: patre Felice, matre verò Joanna nomine secundum carnem duxit originem. Teodorico de Apoldia hacia el fin del mismo siglo XIII: in Hispaniae partibus villa quae dicitur Calaroga... fuit vir unus qui vocabatur Felix, et accepit uxorem nomine Joannam. Pedro Esquilino: patre Felice, matre Joanna originem duxit.

Lo mismo se lee generalmente en los breviarios anteriores a la mitad del siglo XVI. Aun el romano impreso en París el año 1556, dice: natus est patre Felice, matre verò Joanna. Merecen leerse sobre esto las observaciones de Soler, y Cuper. comment. praec. ad acta S. Dominici §. VIII: n. 127. 

En cuanto a la duda que V. P. me pregunta, de si fue canonizado Santo Domingo el año 1233, en que se hizo su traslación, a 24 de Mayo, como muy por menor refiere Antonio de Paolo de Masini en su Bolonia ilustrada, advirtiendo fue autor de ella el B. Juan Sehio dominicano pág. 325; o el de 1234, según se contiene en la bula de su canonización, y que ofrece tratar el P. Bolando el día 4 de Agosto; como no ha pasado su impresión del mes de Junio, no se puede saber su sentir (a); (a) No obstante asegurar Humberto en su cronicón que fue canonizado Santo Domingo el año 1233, cuya sentencia siguió Alfonso Chacón en la vida de Gregorio IX, los editores de las actas de los santos en la disertación que precede a la vida de Santo Domingo, que no pudo ver el marqués de Mondéjar (§. XLVII. n. 871.), tienen por más fundada la opinión de Maluenda, que fija esta canonización en el año siguiente, esto es, el VIII del pontificado de Gregorio IX, añadiendo que se celebró no en Perusa, como había creído Humberto, sino en Rieti, como lo aseguran Martín Polono, Bernardo Guidon, y otros. (V. pág. Brev. roman. pontif. t. III. p. 273.) 

y consiste la dificultad en averiguar si todas las bulas que permanecen de las canonizaciones de los santos, tienen precisamente la fecha del día en que se ejecutó su canonización, como se observa en las modernas, o si en las antiguas se ponía el en que se despachaban, punto que no tocan ni Fortunato Scacco, ni Félix Contaloro, sin embargo de escribir entrambos de propósito de la canonización de los Santos; ni podré saber si le examina Juan Mabillon en el §. 6 de su prólogo al siglo quinto de las actas benedictinas, porque no tengo más que hasta el cuarto. Pero sin embargo de que asienta el P. Papebrochio en la disertación XX de su propyleo, precedían las canonizaciones a las traslaciones de los cuerpos santos, y parece lo da a entender así Nicolás Triveto en el cronicón que escribió por los años 1307, que se ofrece en el tomo VIII del spicilegio de D. Lucas de Achery, asegurando también, como todos los antiguos, fue canonizado el mismo año de 1233, según parece de sus palabras, que son como se siguen, hablando del propio año: Gregorius papa beatum Dominicum, qui primus ordinem Praedicatorum instituit, catalogo sanctorum adscripsit, cujus Corpus eodem anno in capitulo fratrum generali Bononiae praesentibus archiepiscopo Ravenatae, aliisque quatuor episcopis, ac potestate Bononiensi, cum multitudine civium ad eminentiorem translatum est locum. No parece se puede asegurar ejecutado lo mismo en la canonización de Santo Domingo; porque según se refiere en las actas de su traslación, sucedió a ella la información de los milagros que había obrado, y de la fragancia que salió de su santo sepulcro, en virtud de lo cual le canonizó el pontífice Gregorio IX. 

Sin embargo comprueba Papebrochio en el tomo I de Junio, fol. 98, que habiendo sido canonizado S. Simeón, recluso en la ciudad de Tréveris, a 8 de Septiembre del año 1042 por el papa Benedicto IX, no se despachó la bula de su canonización hasta 17 de Noviembre del mismo año; y así no es inverosímil, que llegando a Perusa la información que se hizo en Bolonia, sin mayor formalidad, con la noticia que el mismo pontífice confiesa tenía de las virtudes del Santo, con quien había tenido gran comunicación antes de llegar a la cátedra de S. Pedro, le canonizase el mismo año de 1233, dilatando expedir la bula hasta el siguiente de 1234; pues cuantos escritores hay antiguos, y más inmediatos a su canonización la refieren, resulta el mismo año de 1233, en que fue trasladado su sagrado cuerpo.

No quisiera ser prolijo; y así me contentaré con cerrar esta carta con otra traslación de la santa cabeza de Santo Domingo, que refiere el sobredicho Antonio de Paolo Masini en el lugar citado, por si tiene alguna circunstancia especial que no haya llegado a la noticia de V. P. (a) (a) De esta traslación de la cabeza de Santo Domingo habla también Sigonio (de episc. Bonon. lib. III. pág. 154), contestando también la aparición de la estrella por estas palabras: interim dum arca patuit, stella supra ecclesiam clarissimè fulsit: quae res animadversa, civitatis religionem erga sanctum confessorem accendit. Otras circunstancias omitidas por Masini, se refieren en el antiguo cronicón de Bolonia (ad ann. 1383), y las confirman varios documentos del archivo de dicha ciudad, a que se refiere Miguel Pío en su primer libro de los varones ilustres del orden de Predicadores. (V. Soler. loc. laud, §. XL. n. 898). 

Del 1383 á di 14 de Febrero alle hore 6 dinotte dal cardinale Philippo Carrafa vescovo di Bologna, presenti due altri vescovi, confaloniero, anciani, magistrati, dottori, è nobili della citta è li fratti di detto monastero, vestiti con veste sacre, con quantita di lumi, fú dal corpo di S. Domenico levato il capo, è posto in un precioso tabernacolo d' argento, mentre si faceva questa degna operatione, sopra detta chiesa una stella crinita con tre code da tutto il popolo fú veduta; e finita tal fonzione disparve. Si viddero ancora altri miracoli, fraguali Nicolo scoltore Bolognese, che si trovò presente, facendo per divozzione toca nil suo facioletto la cassa dou vera il santo corpo, ponendoselo nel seno, gionto che fú à cassa per riporlo, pieno di odoriferi fiori miracolosamente lo ritrovò. Edora insontuosa, é ben ornamentata capella finita del 1601, si conserva il santo corpo in un nobilissimo sepolcro di bianco marmo, evihan no lavorato et intagliato in varii templi famosi scoltori Nicolo Pisani, Nicolo de Bologna, detto dal Arca, Girolamo Cortellini, Alfonso Lombardi, é Michael Angelo Buonaroti, il quale fra l' alfre sue operationi fece l' Angelo á destra, et il S. Petronio, S. Francesco, é S. Procolo: et il Lombardi fece il bassamento devanti con moltissime figurine di messo rilievo della v tta del sudetto-santo: é fra le molte lampadi d' argento mandate da lontanissimi paesi stranieri al sepolcro di questo gran santo, una vi é mandata dall indie occidentali d' incomparabile artificio, é la manifattura dell artifice fabricatore di detta lampade, oltre l' argento, viene stimata circa otto milla ducati. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Febrero 6 de 1702. = B. L. M. de V. P. su servidor el Marqués de Mondéjar. 


CARTA II. 

Respondo a la carta de V. P. de 8 del mes pasado, que se retardan mucho por Madrid las cartas; y así para que lleguen con prontitud, podrá V. P. escribir por Pastrana a Mondéjar. En cuanto a la autoridad de Alberto, monje cisterciense del monasterio de Tresfuentes, en el ducado de Bar, diócesis de Chalon en Champaña (Champagne), es muy celebrada en los escritores del siglo pasado: y aun antes de imprimirse le citan Andrés Duchepre, Juan Jacobo Chifletio, David Blondelo, y Carlos Dufrene, y Gerardo Juan Vosio, que hace mención de él entre los históricos latinos. Juzga es el mismo que se cita con gran frecuencia en el grande cronicón bélgico (belga), asegurando se conserva un ejemplar suyo en Alemania en el monasterio de S. Gal, fundado en la ciudad del mismo nombre, capital de uno de los trece Cantones de los sguízaros; y el P. Felipe Labbé hace también memoria de otro ejemplar suyo que permanecía en la biblioteca de Juan Dubouchet; así como Godefrido Guillermo Leibnitio (Gottfried Wilhelm Leibnitz) que le publicó  en Lipsia (Leipzig) el año de 1698, hasta cuando no había visto la luz pública; dice le copió cotejado con dos ejemplares, que permanecían uno en la biblioteca augustana, y otro en el colegio claromontano de la compañía de Jesús de París. En cuanto al nombre del padre de Santo Domingo, no me hace gran fuerza el número de los que le llaman Félix; porque si el primero que hizo memoria de él, le puso abreviado en su letra inicial; y el que después erró en lo que denotaba, leyendo Félix en lugar de Fernando, no pueden tener los que le siguieron más autoridad que la que resulta de su equivocación, cuando es constante que en dos siglos antes, y después del tiempo en que floreció, no se hallaba en España usado este nombre; ni conduce en prueba de lo contrario, se hallen en los concilios toledanos algunos que le hubiesen tenido; mayormente cuando cuantos escritores cita V. P. que lo comprueban así, son extranjeros, y por ventura menos noticiosos de los nombres usuales entonces en nuestra provincia; de manera, que o no fue ricohombre el Padre de Santo Domingo, ni de la casa de Guzmán, si se llamó Félix, no hallándose confirmado en ninguno de tantos privilegios como se conservan de la edad en que floreció, y siendo constante que todos los hijos de la casa de Guzmán, como una de las que gozaban el honor de la ricahombría de sangre, se hallan confirmando; o no se llamó Félix, sino Fernando; pues en las escrituras 29 y 94 del apéndice a las relaciones genealógicas de D. Fernando de Alarcón se ofrece confirmando como ricohombre D. Ferrant Roiz de Guzmán; y es el mismo que casa con Doña Juana Daza. Lo mismo digo del origen que comúnmente se atribuye a la casa de Guzmán de la de los duques de Bretaña; porque apenas se ofrece origen en nuestros escritores de nuestras primeras familias que no esté lleno de fábulas, como se reconoce del mismo Fernán Pérez de Guzmán, en quien se ofrece esta, y a quien siguieron sin ningún apoyo Ambrosio de Morales y Argote de Molina; y así me dirá V. P. si basta que lo diga él, para que creamos que los Osorios proceden del Rey Osiris, o de San Juan Chrisóstomo, llamado en latín os auri, cuando el nombre de Nuño, y el patronímico de Núñez tan frecuente y común en este gran linaje, es tan propio de nuestra nación en los tiempos más antiguos a que pertenece su memoria. En cuanto al sentimiento que dice V. P. manifiestan los prebendados de Osma de que se escriba, se crió Santo Domingo en casa del archipreste (arcipreste, archi presbítero) de Gumiel de Hizán (a), 

(a) Pudo haber dado motivo a esta opinión lo que dice el B. Jordán (vit. Sanct. Dom. c. I.) quem (S. Dominicum) ab annis puerilibus parentum suorum, specialiter autem cujusdam archipresbyteri avunculi sui diligentia nutriebat. A este deudo alude Maluenda (ad. ann. 1176. cap. I.), cuando d¡ce: erat Joannae frater germanus archipresbyter in ecclesia Gumielis Isanensis, que es la que llama Castillo Gumiel de Izán.

se descubre en esto su grande ignorancia; porque no se les ocurre, asegura el arzobispo D. Rodrigo le dio la reina Doña Beatriz y S. Fernando su marido a los Infantes D. Felipe y D. Sancho para que los criase en su casa; y que él les dio a cada uno una prebenda en su iglesia de Toledo; de la manera que el Rey D. Alonso los envió a entrambos a París para que estudiasen en aquella universidad; y que no le embarazó al gran cardenal D. Pedro González de Mendoza, hijo de los marqueses de Santillana, y hermano del primer duque del Infantado, haber sido cura de Ita para llegar a las mayores dignidades de la Iglesia; con que no hay por qué hacer mucho caso de semejantes reparos ridículos. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo.= Mondéjar y Septiembre a 7 de 1702. = B. L. M. de V. P. su mayor servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA III 

(a: Copiada del original que se conserva en la citada biblioteca del convento de predicadores de Valencia tomo 6 Var.). 

Recibí por Pastrana su carta de vmd. de 23 del pasado, y por ella reconozco se ha perdido la que vmd. me escribía sobre los vaticinios del abad Joaquín, sobre que no puedo decir a vmd. nada hasta saber lo que vmd. me escribía en ella. En esta me pregunta vmd. cuando se empezó a usar en Alemania, en Italia, en España y en Francia a contar los años desde primero de Enero: cuya duda es tan difícil de satisfacer, que no es capaz de poderse resolver en la cortedad de una carta, no sin grande estudio y cotejo de las historias y de los monumentos de todas estas naciones; pues aún no se ofrece apurado, cuando se dejó de usar en ninguna de ellas los años de la Encarnación, estableciendo el cómputo por los de la Natividad (a); 

(a) Este punto le trató largamente el mismo marqués de Mondéjar en sus obras cronológicas, publicadas por Mayans el año 1744, cuyo principal objeto es probar que los 38 años en que precede a Cristo el principio de la era española, deben entenderse, no con respecto a la Natividad, sino a la Encarnación, época usada para el cómputo de la era vulgar o cristiana desde el abad Dionisio, llamado el pequeño, que floreció a principios del siglo VI, y continuada por algunos siglos en tiempo de los godos, y aun después: que en la reducción hecha posteriormente a la Natividad, debió añadirse un año por adelantarse el cómputo de la Encarnación los nueve meses que van desde 25 de Marzo hasta 25 de Diciembre; de suerte que en los sucesos reducidos al cómputo de la Natividad, deben rebajarse respecto de la era española, a juicio del marqués de Mondéjar, no ya 38 años como cuando empezaba la era cristiana por la Encarnación, sino 39 por la distancia entre el principio del año, tomada por 25 de Marzo, o por 25 de Diciembre, desde cuyo día fue fácil pasar al día 1.° de Enero en que comenzaba el año Juliano, para que coincidiese el principio del año cristiano con el del año civil. 

A esta conjetura de Mondéjar y a las razones con que la esforzó Mayans en el prólogo de su obra, alegando en confirmación de ella varios cronicones, inscripciones y escrituras antiguas, respondió sólidamente el M. Flórez en el tomo II de la España sagrada, demostrando a mi parecer, que el cómputo dionisiano no comenzó a usarse en algunas provincias de España hasta 600 años después de Dionisio, esto es, hasta que el concilio Tarraconense de 1180 decretó que en adelante no se rubricasen los instrumentos públicos con respecto a los años de los Reyes de Francia, como lo hacía aquella provincia desde Ludovico Pío (Zurita ann. lib. I, cap. 8.), sino por los años de Cristo, según el cómputo dionisiano: que desde este año hasta el de 1383 en que se le celebraron cortes en Segovia, en León y Castilla, se historiaban los sucesos no con respecto a la Natividad o la Encarnación del Señor, sino por la era española: que en el mismo siglo VI, y después, habiéndose usado tal cual vez en España reducir la era a los años de Cristo, se habló precisamente de la Natividad, y no de la Encarnación, y con la rebaja de 38 años, y que en este sentido deben entenderse Isidoro Pacense, San Julián, San Isidoro, y los primeros anales toledanos, escritos en la era 1257. Merecen leerse las juiciosas reflexiones de Flórez (loc. laud. pág. 5. seq) porque casi en todas se ofrecen a un mismo tiempo instrumentos calendados por entrambos cómputos. En Castilla se empezaba por el mismo día de la Natividad en el reino de D. Juan el II y los Reyes Católicos, de que hay expresos testimonios en Alvar García de Santa María en la crónica del primero y en la de Hernando del Pulgar del segundo: sin que se me ocurra, ni haya llegado a mi noticia desde cuando se empezó a contar por las calendas de Enero; ni el padre Juan Mabillon en sus eruditos libros de re diplomática, trata, como parece debía, este punto; ni se puede decidir con firmeza sin grande observación y muy prolijo estudio; que es cuanto se me ofrece que poder decir a V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo. = Mondéjar y Noviembre 12 de 1702. = B. L. M. &c. el marqués de Mondéjar. 


CARTA IV. 

Respondo a la carta de V. P. de 12 del mes pasado, y no lo he ejecutado antes por haber llegado muy atrasada a mis manos. Y en cuanto a la primera pregunta que V. P. me hace es constante se observó en España contar por los años de la Encarnación en la misma forma que introdujo esta época Dionisio Exiguo (a) 

(a) Ya dijimos en la nota a la carta antecedente que no se halla historia ninguna antigua ni otro documento de España, anterior al siglo XII, por donde conste haberse admitido en estos reinos durante ese tiempo el cómputo de la era dionisiana, como atestigua haberlo sido en Francia el cronicón de Adón el de Viena, que llega al año de la Encarnación 879. 

Antes al contrario, de una memoria alegada por Colmenares (Hist. de Segovia cap. XV, §. 10.), donde se lee: anno ab Incarnatione Domini 1140, secundum Francorum computum; era autem secundum Hispanorun numerum 1178, se colige que aún en el siglo XII se tenía en España por francés el cómputo de la era dionisiana en contraposición de la era española. Es verosímil que esta práctica adoptada en Francia hubiese pasado a nuestro reino por la provincia Tarraconense, donde se admitió el año 1180, y de allí fuese introduciéndose hasta llegar dos siglos después a León y Castilla. 

desde 25 de Marzo (a), siempre que uno se regulaba por la era de César, en la conformidad que reconoce Juan Mabillon en el c. XXV. del lib. 2. de re diplomática, y cuya forma se observa en Cataluña todavía en el siglo XIV.... 1300, en que floreció Fr. Juan de Paguera, monje benito, cuyas palabras copia el mismo Mabillon, que son del tenor siguiente: sciendum quod in die Incarnationis Verbi, videlicet 25 mensis Martii, debet mutari in isto *cethario novo; ita quod illa die debet accipi illa littera quae immediatè subsequenter ordinatur post illam litteram anni finientis, sub qua debet pronunciari: ita lunae per totum annum. 

En Castilla desde que prohibió el Rey D. Juan el I el cómputo de la era, se empezó a usar el de la Natividad, contando el año desde su mismo día 25 de Diciembre, como se reconoce de varios lugares del Rey D. Juan el II, en que se asegura corría el año nuevo desde aquel mismo día; y lo mismo se comprueba en Aragón y Valencia de la historia que escribió el Rey D. Jayme el Conquistador de su propia vida. (Véase el libro “colección de cartas histórico-críticas en que se convence que el rey D. Jayme I. de Aragón no fue el verdadero autor de la crónica o comentarios que corren a su nombre.” Joseph Villarroya. )

En Francia se varió mucho el cómputo, usando en la tercera estirpe capetina (Capeto) de sus Reyes, empezar a contar el año desde la pascua de Resurrección, como difusamente comprueba Juan Mabillon en el c. XXIII. del mismo lib. 2, con que desde aquel día iba su cómputo igual con el de los romanos. 

En cuanto a la forma de los términos, intrante, vel exeunte Augusto, que V. P. me pregunta, copiaré en satisfacción de su duda el testimonio de Rolandino Patavino, por sobrenombre el gramático, que vivía en los años de 1263, y de quien hace muy especial memoria Bernardo Scardonio en las antigüedades de Padua, el cual en el arte de notaría, que se imprimió juntamente con sus doce libros de cronicón en Turín el año de 1479, dice: ponitur dies in intrumentis diversimodo: uno modo secundum consuetudinem Bononiensem in hoc exemplo: primo die intrante Maio, et sic de singulis usque ad 16. Transactis autem 16 ponuntur per exeunto hoc modo: decima quinta exeunte Maio, decima quarta die exeunte Maio, et sic de singulis usque ad penultimum diem. In penultimo dicunt: ultimo die Maii, et ita de singulis mensibus, qui habent 31 dies. In aliis autem qui habent 30 dies, procedunt similiter usque ad 15 per hanc dictionem: intrante, et finitis 15 diebus primis, descendunt per alios quindecim cum hac dictione: exeunte; con que die 14 exeunte Augusto sería el 18 de aquel mes. 

En cuanto a las armas que conserva su orden de V. P. sólo podré decir, que hablando Bernardo Justiniano en la historia de las órdenes de caballería, que escribió en italiano, de la de Santo Domingo, de quien también trata S. Antonino de Florencia y Francisco Menenio Antuerpiense (Antwerpen, Amberes) en el libro que intituló deliciae aequestrium, dice, usaba por armas la misma cruz floreteada, compuesta de los dos colores blanco y negro, como la traen los familiares, y para decirlo con sus mismos términos italianos: l' insigna di questi cabalieri fú una croce di forma consimile alla constantiniana: ne poteva fare cosi mirabili progresi se non coquello standardo che appunto de gl' heretici fú lo terrore: discordava solo dall' allegata nel colore, essendo divisata di nero é bianco, infausto, et annontio felice, á gl' inimici o di degurarsi (esto es purificarse, porque así se ha de entender en lugar de deguarsi, como erradamente está en el texto impreso): coll acquisto della santa gloria, ó di prepararsi all' eccidio della loro vita. Añadiendo fueron llamados: fratelli della milicia di Santo Domenico. 

E perche nella croce sopra l' habito bianco v' apparisce il labbaro constantiniano, furono anco chiamati: equites laborum: con que es muy regular fuese este el origen de conservarla como especial insignia, y propia de su orden de V. P.; que es cuanto se me ofrece en respuesta de las preguntas que me hace V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo. = Mondéjar y Abril 17 de 1703. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 

(a) Por los concilios de Toledo, por S. Isidoro y otros historiadores y coronistas (cronistas) antiguos se echa de ver que la era española comenzó en las calendas de Enero y que sus años convenían en el principio y en el fin con el Juliano de los romanos. Siendo cierto que aún después de Dionisio hasta el siglo XIV continuó en León y Castilla el cómputo de la era española, lo es también que en todo este tiempo comenzaban los años, no en 25 de Marzo ni en 25 de Diciembre, sino en 1.° de Enero, en cuyo día se añadía un número a la era, como dice S. Isidoro: à die kalendarum Januariarum accrescit. Esta cuenta de los años desde 1.° de Enero era general en España por los tiempos de D. Alonso el Sabio, en cuyas partidas se lee que empezó a reinar en la era de la Encarnación (esto es, como advierte Flórez, en los años de Cristo) mi é doscientos é cincuenta y un años é ciento y cincuenta y dos días más (dias mas en el original). Si se contaran entonces los años de Cristo en España como en otras partes desde 25 de Marzo, habiendo comenzado a reinar don Alonso en 1.° de Junio del año de Cristo 1252 (y de la era española 1290) debieran contarse para denotar el principio de su reinado el año 1251, y los 68 días que hay desde 24 de Marzo hasta 1.° de Junio: mas contando los 152 días que median entre 1.° de Enero y 1.° de Junio, se convence que en España, aún los años de Cristo conocidos con el nombre de la Encarnación, tenían principio como los de la era y los del año civil en las calendas de Enero. A este tan claro testimonio añade Flórez el de S. Julián (lib. III. contra judaeos) el del cronicón de los visigodos, llamado vulgarmente de Vulsa, y el de otros documentos para probar contra la opinión de Mondéjar y de Mayans, que el cómputo dionisiano rigurosamente tomado en cuanto fijó en 25 de Marzo el principio de los años de la era cristiana, como no se introdujo en España en los doce primeros siglos, no sirve para explicar los años de los antiguos españoles; y de consiguiente, que la diferencia de nueve meses que tuvo adelante cuando pasó la cuenta desde la Encarnación a la Natividad, no causó variación ninguna en España, donde muchos siglos después de Dionisio, y aun de Beda, se conservó fija la época del año de la era española en las calendas de Enero. (V. Flórez Esp. sag. t. II. c. I, §. III.) 


CARTA V. 


Respondo a su carta de V. P. holgándome mucho con las buenas noticias que me da de su salud, y de tener tan adelantada la impresión de su obra, y diré a V. P. lo que se me ocurriere sobre las dudas que me propone. 

A la primera en que extraña V. P. como desde el día de la pascua cuentan los franceses los años según los romanos, debiendo añadir uno por la diferencia de contarlos, los unos por la Natividad, y los otros por la Encarnación o por la pascua; procede de que así como los romanos seguían el cómputo de Dionisio, los franceses y todas las demás naciones ultramontanas atrasaron un año la Encarnación, según el cómputo del Venerable Beda, que es el mismo que contaban demás hasta la misma Encarnación o pascua; corriendo desde allí uniformes con los romanos. Aunque es común en nuestros escritores, se transfirió la universidad de Palencia a la ciudad de Salamanca, es error notorio: porque al mismo tiempo se conservaban entrambas, la de Palencia como propia del reino de Castilla, que fue la más antigua, a cuya imitación fundó el Rey D. Alfonso, padre de S. Fernando, la de Salamanca para su reino de León; y la de Palencia no se incorporó en la de Salamanca, sino en la de Valladolid, como demuestra el doctor Bravo en la dedicatoria, que le hace en uno de sus tomos de medicina: y yo compruebo más difusamente en las memorias históricas de la vida y acciones del Emperador D. Alonso el Sabio: a que puede V. P. remitirse, que ahora no tengo tiempo para detenerme a justificarlo. En cuanto a la bula de Urbano IV, es cierto que la produce (reproduce) entera Pulgar, copiada del archivo de su iglesia, en data del día segundo de los idus de Mayo año segundo de su pontificado, que corresponde con el de 1263 de la Natividad; y por ella consta que habiéndose pervertido la universidad de Palencia, la concede a instancias de su obispo D. Tello de Meneses los privilegios que gozaba la de París; y así no funda nueva universidad, sino ilustra y aumenta la que había fundado el Rey D. Alonso el Noble; con que no se opone, ni esta ni la precedente noticia al magisterio que atribuyen a Santo Domingo los escritores que V. P. cita. 

Pero para que mejor conste a V. P, no fue esta nueva erección, copiaré aquí las mismas palabras de la bula de que se le justifica, que dicen: "colebat hactenus deliciarum hortum civitas Palentina, de et sub cujus portis fons irriguus emanabat. Hortus ille profectò fructus uberes producebat, quorum suavitatem, et dulcedinem ad diversas mundi partes, fontis affluentia derivabat. Erat enim in civitate Palentina, sicut ex parte vestra fuit propositum coram nobis, scientiarum studium generale, rudes erudiens, debiles reddens studiosos et viros efficiens virtutum varietate foecundos: horumque gratiosa foecunditas litterarum dogmate plurimos instruebat; et quia per hoc non solum Palentia, sed tota Hispania spiritualis, et temporalis solebat percipere commoditatis augmentum, supplicastis humiliter, ut ad reformationem praedicti studii (quod est non sine multo ejusdem provinciae dispendio dissolutum), apostolici favoris partes interponere curaremus. Cum igitur, sicut accepimus, ejusdem studii reformatio possit eidem multipliciter provinciae existere fructuosa; Nos nolentes quod lucerna tantae claritatis in commune litterarum dispendium, sic extincta remaneat; quin potiùs cupientes partes nostras adjicere, ut solito fortius accendatur; tuis, frater episcope, supplicationibus inclinati, et singulis doctoribus, et scholaribus, quibus in eadem civitate in quacumque facultate studere contigerit; quod illis privilegiis, indulgentiis, libertatibus, et immunitatibus gaudeant, quibus magistri, et scholastici gaudent Parisiis, vel in aliis locis, in quibus habetur studium generale, auctoritate praesentium indulgemus; nulli ergo omnino hominum... Datum apud urbem veterem 2 idus Maii, pontificatus nostri anno 2.” Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Junio 2 de 1703. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VI. 

Con mucho cuidado me tenía la falta de noticias de V. P. hasta que me sacó de él con igual gusto su última carta de V. P. de 18 del mes pasado, con que venía acompañada la erudita disertación de la apología por la inocencia del abad Joaquín, cuyas obras todas tengo, y el libro de Laude en su defensa. Lo cierto es que la de V. P. convence enteramente las calumnias con que han intentado obscurecer su fama los que no le han entendido; y sólo me pareciera más agradable si estuviera dividida en párrafos, para que se pudiese leer a trozos, sin necesitar de pasarla toda para comprenderla (comprehenderla). Espero con alborozo la vida de Santo Domingo, sin negarme a formar el juicio sobre ella, que tengo ofrecido a V. P., y cumpliré con mucho gusto, dándome Dios vida, que en quien se halla con setenta y seis años, no es muy segura la vana esperanza de cumplir más. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Abril 12 de 1704. 

Si hallare vmd a mano la mistología de Olmo, estimaré mucho a V. P. me lo remita por medio del P. M. Pérez, avisándome de su coste para que se le dé. = B. L. M. de V. P. su mayor servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VII. 

Respondo a la carta de V. P. de 6 del mes pasado, que el rodeo de venir de Alcalá, donde no hay estafeta, para esta villa, atrasa mucho las cartas: y me huelgo mucho de saber goza V. P. entera salud, y que esté tan adelantada la impresión de su obra. En cuanto a remitir a V. P. la del abad Joaquín que me pide, no tuviera dificultad, si no fuera tan contingente el que se pierda, habiendo de correr por tantas manos como V. P. me insinúa: y siendo libro tan raro como V. P. reconoce, sería mejor que me enviase a decir, pues tiene sacados sus apuntamientos, los lugares a la letra que necesita, que se los enviaré a V. P. con toda prontitud: pues aunque siento mucho no obedecerle enteramente, creo le servirán lo mismo. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo.= Mondéjar y Junio 14 de 1704. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VIII. 

Con el singular gusto que siempre recibo la carta de V. P. de 29 del mes pasado, alegrándome de que goce V. P. la salud que le deseo, y ofreciendo al servicio de V. P. la mía, que gracias a Dios es buena, sin embargo de los molestos achaches (achaques) de que se halla combatida mi crecida edad. Estimo mucho el cuidado que ha tenido V. P. en buscarme la litología de Olmo, que todavía no ha llegado a mis manos, aunque espero recibirla con brevedad, así como el fragmento que dice V. P. me remitirá de lo que tiene ya impreso de su obra, que ofrezco leer con atención, y expresar con toda ingenuidad mi parecer en su aprobación. Aunque he leído todo el capítulo IV del abad Joaquín sobre Jeremías (a), 

(a) Así en este comentario místico de Jeremías como en los demás sobre Isaías y algunos capítulos de Naum (Nahum), Abacuc (Abacuch), Zacarías, Malaquías y el libro del Apocalipsis, injirió este famoso abad cisterciense del siglo XII varios anuncios de lo que conjeturaba él que había de suceder, atendido el estado en que se hallaba por entonces la Iglesia. Aprovechóse de esta ocasión para reprehender (reprender) los vicios y desórdenes de aquella edad; tal vez precavió de algunos de ellos a los fieles con la amenaza de los trabajos pronosticados en sus escritos, algunos de los cuales se cumplieron, y otros no, como sucede comúnmente cuando se anuncia lo por venir por conjeturas de prudencia humana, y no por espíritu profético. Porque este don no le tuvo el abad Joaquín, como aseguran Santo Tomás, Guillermo de París, y otros sabios teólogos. El IV concilio de Letrán, celebrado en el pontificado de Inocencio III por los años 1215 c. II, condenó el tratado de este abad contra Pedro Lombardo sobre la unidad o la esencia de la Trinidad, explicando y confirmando la doctrina de Lombardo, a quien había pretendido él tratar de loco y de hereje: mas en nada intentó perjudicar al monasterio que había fundado Joaquín, teniendo en consideración, no sólo la observancia regular con que vivían sus monjes, sino principalmente que el abad había sujetado esta y las demás obras suyas al juicio y corrección de la Silla apostólica. Lo cual confirman los papas Honorio III (epistolam ad episcopos Lucaniae, y Inocencio III (cap. damnamus de summ. Trinit. et fide cathol.), libertándole por esta razón de la nota de hereje formal con que pretendían algunos denigrar su memoria. (V. Gabriel Baxius vit. abb. Joach. et Theoph. Rayn. Erotemata de malis ac bonis libris, partit. III. erot. II. n. 477.) Sin embargo, en la vida del abad Joaquín, escrita por Gregorio de Laude, e impresa en Nápoles el año 1666, mandó la Inquisición de Roma (en 6 de marzo de 1664), que en vez de las palabras: bene tamen intendimus Joachimi innocentiam defendere (c. 67. pág. 281), se sustituyesen estotras: conabimur tamen, si fieri potest, Joachimum defendere.   


no he podido hallar en él el texto de Isaías, que V. P. cita: y aunque le he encontrado en el capítulo II sobre el mismo Profeta, no he hallado la cláusula de servus natus est nobis, aunque en la Escritura lo mismo significa puer, que servus: pero por si acaso puede servir a V. P. el texto de Isaías, me ha parecido copiarle con lo antecedente y subsecuente a él. Empieza pues el capítulo II, diciendo: “aures Hierusalem ad quos clamant praedicatores, discipuli veritatis, et Deum timentes, qui obediunt evangelio (recordatur) dominus (miserando) recolens tempora in quibus (sequuta est eum in deserto) propter fideles apostolos, et praedicatores novissimos miseretur dominus aliorum, qui vel sequuti sunt illos in gente, vel istos in religione poenitentiae (charitas) est in baptismate (desponsationis) fideli. In professione regulari. In praedicatione evangelii (terra quae non seminatur) justicia: scilicet idolatria culta sterilis permanebat (sanctus Israel domino primitiae frugum ejus) usque ad hunc locum distulimus intactum: quod pertransivimus in exordio libri hujus. Primo tempore, semen Abraham electum est ex omnibus gentibus; secundo, semen Christi, id est, apostoli ex judaeis; tertio, eligendi sunt alii ex omni Judaea, et gente, id est, omni ecclesia latina. Sicut enim fuerunt primitiae israelitarum in primo statu; apostoli in secundo renatorum: ita et nunc in exordio tertii status quaedam primitiae christianorum, clericorum utique, fide sanctificandi sunt Deo, et mittendi, et spargendi in universo orbe. Horum omnium Hieremias tipum portat, qui fuit unus de primitiis David, seu Deo, et agno sanctificatus; quod et ipse nazarenus Deo consecratus, nam omne masculinum adaperiens vulvam: videsne quod jam in lege praedictum erat de Hieremia isto, quod esset sanctificatus in vulva, nazarenus effectus non discrepans ab Isaac, et Joanne, qui de senescentis utero ecclesiae prodierunt, quae in dolore, et afflictione antichristi pariet filios inferentes clericis, et obstinatis aliis moerorem: poenitentibus gaudium: designatos in illo loco ubi dicitur: puer natus est nobis, et filius datus est nobis. Puer quoad obedientiam, et doctrinam praedicatoris; filius quoad excellentiam, et amorem contemplationis; sive pro eo quod Christus est Deus, et homo: geminus ordo erit duorum, Deus quoad flagellum doctrinae homo quoad ocium psalmodiae: sive quia alii eorum ibunt ad pugnam exhortationis, alii manebunt ad sarcinam orationis, ut Israeli fiat victoria ex elevatione manuum Moysi, scilicet praedicatorum sustentandorum ab Aaron, et ut scilicet ferentium sacrificia pro peccatis, et devotionis, ac desideriis charitatis. Noli, inquit, dicere, quia puer ego sum, quia jam non dicam vos servos, sed amicos meos, sponsi scilicet veritatis, sic igitur anima devota quasi regina ¡n confessione laudis; princeps in sanctificatione operis; sacerdos in perfectione virtutis, offerens Deo holocaustum suavitatis, et devotionis.” 

En cuanto a la aseveración de que fue canonizado Santo Domingo el año de 1233, sin embargo de ser la fecha del siguiente de 1234, parece lo comprueba la cláusula que dice: ipsum de fratrum nostrorum consilio, et assensu, ac omnium tunc apud sedem, catholicam consistentium praelatotum, cathalogo sanctorum adscribi decrevimus, que con poca diferencia se halla igualmente en la de S. Antonio de Padua, expedida el antecedente de 1233, en la de S. Edmundo, arzobispo de Canterbury (pone Cantorbery), el de 1247, en la de S. Estanislao en 1253, en la de Santa Clara en 1255, y en la de Santa Heduvigis, duquesa de Polonia, el de 1267, donde se lee: tam de ipsorum fratrum, quam praelatorum, qui tunc apud sedem morabantur eamdem consilio, sanctorum cathalogo decrevimus adscribendam; immo verius denuntiavimus adscriptam. Porque en las que se otorgaron el mismo día de la canonización, como en la de Santa Brígida a 7 de Octubre de 1391, dice el pontífice Bonifacio IX, que la expidió: decernimus, declaramus, definimus. pronuntiamus, bonae memoriae beatam Birgittam, alias Brigidam, superius nominatam, sanctam esse; et tamquam sanctam ab universali ecclesia venerari, ac sanctorum cathalogo adscribi debere, et ipsam nunc adscribimus de praesenti. Esta misma cláusula, aunque con diferentes términos, se ofrece en la de S. Buenaventura, expedida por Sixto IV a 14 de Abril del año 1482; y en la de San Leopoldo por Inocencio VIII a 8 de Julio del año 1485, donde se lee: publicè sanctum definimus profitemur, et veneramur. 

Que sea estilo de la curia romana poner en las bulas la fecha del día en que se expiden, y no el de la canonización, se comprueba con evidencia de la de S. Ricardo, obispo de Chichester, en la provincia de Susser (Sussex) en la Inglaterra, otorgada a 20 de Febrero del año 1260; pues asegura en ella Urbano IV le canonizó el día de S. Vicente Mártir, y mandó celebrar su fiesta a 3 de Abril. Lo mismo consta de la que expidió Pío II a 1.° de Octubre de 1458 sobre la canonización de San Vicente Ferrer, celebrada por Calixto III, su predecesor, el día de S. Pedro 29 de Junio el de 1455, así como habiendo canonizado Adriano VI a S. Benno, obispo de Misnia, y a S. Antonino, arzobispo de Florencia, el día 31 de Mayo del año 1522, y expedido la bula de canonización del primero el mismo día; no se despachó la de S. Antonino hasta 26 de Noviembre del siguiente de 1523, en que ya había muerto el mismo Adriano, y sucedídole Clemente VII, que fue quien la otorgó, según podrá V. P. reconocer en el bulario de Cherubino, donde se hallan todas las referidas; que es cuanto se me ofrece decir a V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo." = Mondéjar y Agosto 26 de 1704.

Para que con seguridad lleguen las cartas de V. P. a mis manos, aunque a veces con alguna detención, por no ofrecerse cada día propios que vayan a Madrid, sin embargo de ser rara la semana que no los haya, podrá V. P. poner el sobrescrito a mi hijo D. Mateo Ibáñez de Mendoza, caballero de la orden de Calatrava, y del consejo de S. M. en el supremo de las Indias; porque cuantos van de aquí a Madrid tienen cuidado de ir a su casa en la red de S. Luis. = B. L. M. de V. P. el marqués de Mondéjar. 

XI. Preces

dijous, 12 de maig del 2022

CARTA 1. Memorias eclesiásticas de la antigua Sétabis. Xátiva, Játiva

CARTA 1.

Memorias eclesiásticas de la antigua Sétabis. S. Félix Diácono, patrono de esta ciudad. Templo que en ella se conserva con su advocacion. Sepulcro de jaspe hallado en su recinto. Si fue de cristianos. Inscripciones inéditas. Erección de su Iglesia Colegiata. Sus reliquias. Fiestas particulares. Antiguo monasterio de Monsant. 

Mi querido hermano: Al paso desde Madrid para Valencia, donde debía comenzar mis observaciones litúrgicas, tuve proporción de registrar algunos  pocos a la verdad, pero dignos de nuestra atención.

Lo primero que llama la curiosidad de los viajeros, es la memoria de la silla Episcopal que tuvo desde antes de los Godos, y espiró con la invasión de los Sarracenos (1). Su antiguo titular y el actual patrono de esta ciudad es S. Félix Mártir, no el Presbítero de León de Francia (Lyon), sino el Diácono de Gerona. He oído que en el siglo XVII, creyendo algunos que era cosa de menos valer tener por titular al segundo y no al primero, resolvieron poner las imágenes de ambos, como existen hoy día, en el nicho del altar mayor de la ermita de este nombre, situada a la falda superior del castillo, donde es común opinión haber estado la antigua Catedral; y aun hay quien diga que sea este el templo de los rabatins o mozárabes cuando los moros permitían el culto público a los cristianos que permanecieron bajo su dominio. Acaso habrá quien pretenda que sea el primitivo templo de los cristianos; pero desvanece esta opinión lo distante que se halla su fábrica de la distribución de los templos antiguos. Además de esto consta que los moros que habían ofrecido primero conservar libre el uso de nuestra religión, demolieron luego con furor todas las Iglesias de esta provincia. Tampoco se puede conjeturar que fuese mezquita de ellos: que no eran tan escasos en su superstición como este templo manifiesta; y era verosímil que no lo fuesen en un pueblo que siempre ha sido opulento y rico. 

Por otra parte, no creo que desdiga su construcción de los tiempos de D. Jayme I, llamado el Conquistador, a pesar de las irregularidades que en él se observan. Sus arcos apuntados, rebajados sin bóveda, y con el techo sólo de madera: su latitud es poco menor que su longitud; esto sin contar la gradería que ocupa toda la mano derecha para subir a los altares. El adorno exterior de la puerta principal sabe a los siglos XIV y XV. Las columnas del pórtico son compuestas de fragmentos de otras antiquísimas de jaspes de varios órdenes. En resolución cuanto ofrece este templo es miscelánea que oculta la verdadera época de su construcción.

Como quiera, si en sus inmediaciones se hiciera una excavación bien dirigida, es muy probable que se encontrarían vestigios de la Sétabis cristiana, y acaso sepulcros de sus obispos, que hicieran menos interrumpida la serie de los pocos, cuya memoria conservaron los Concilios Toledanos.

Lo mas notable que hay en este templo es una pila para agua bendita, cavada en un capitel gótico de mármol blanco, historiada de relieve bastante alto, que aun con su pésimo dibujo forma un grupo de figuras que no carece de gracia. A primera vista parece representar la adoración de los Reyes, o la de los Pastores al niño Jesús recostado en los brazos de su Madre. La adjunta copia dará a conocer lo que ello es (2). Tengo por aventurado cualquier juicio que se quiera formar de su antigüedad. 

Sin embargo, no creo que sea muy posterior a un sepulcro de jaspe que se conserva en dicha ciudad, cuyo dibujo también incluyo. Hasta el año 1788 sirvió de pila a una fuente junto a la puerta llamada de Cocentayna. Mas construida otra en su lugar con veinte y cinco caños abundantísimos, el Diputado del común D. Antonio Mateo Pueyo, cuidó de que se guardase este precioso monumento, depositándole en las Casas consistoriales. El Señor Bayer, que en su viaje desde Valencia hacia Andalucía, vio sólo la fachada núm. 1, que presentaba en su antiguo sitio (3), juzgó haber sido sepulcro de cristianos; y por el genio del bajo relieve, conjeturó que era del siglo IV o principios del V, (imagen tomo 1, pág 4) es a saber, de los tiempos de Arcadio y Honorio, de Valente, o por entonces (a). (a) Bayer, viaje MS. de Valencia a Andalucía del año 1782, que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Valencia. 

No creo que sea muy fácil declarar las alusiones de todas sus figuras. Mas de ningún modo me puedo acomodar a tenerle por sepulcro de cristianos. Primeramente falta el lábaro, que nunca se dejó de poner después de los 

tiempos de Constantino, a no ser que estuviera en la cubierta de este sarcófago que se perdió. Los gladiatores (gladiadores) y luchas de fieras que allí se observan, tampoco eran compatibles con la religión cristiana. Por otra parte, que la figura del centro pueda representar la caridad, y las de su mano derecha signifiquen el buen pastor, que pone sobre sus hombros la oveja perdida, no me parecen pruebas de haber sido monumento de nuestra religión. En los que dibuja en su Roma subterránea el erudito Pablo Aringho, jamás se ve expresada la caridad con una imagen tan equívoca; y la del buen pastor, que es harto común en ellos, siempre está acompañada de otras señales ciertas del cristianismo. Dirá alguno que la figura del centro expresa el amor maternal con respecto a la madre o al hijo, o a los dos enterrados allí, y que (4) las otras pueden indicar los donarios y ofrendas hechas a los dioses manes: cosas que juntas con lo demás no hacen inverosímil el juicio que yo he formado de que es sepulcro de gentiles.

De los mismos se conservan en esta ciudad varias inscripciones casi todas sepulcrales, publicadas ya por Escolano, Diago y Pons, en cuyas obras pueden verse, aunque en sus copias falta muchas veces exactitud. Pocos días antes de mi llegada, derribando parte del muro que corre desde la ermita dé las Santas Basilisa y Anastasia hacia el poniente, se descubrió la siguiente inscripción, que por ser nueva quiero copiar aquí. 

CA RRVNTI 

VS PATERNUS

AN. XXX. 

El apellido Paternus es muy conocido en la España romana; mas del nombre Rruntius, no me acuerdo haber visto otra memoria.

Con motivo de tratar de esta inscripción, me ofreció un amigo copia fiel de otra que existe en la villa de Ollería, dos leguas de esta ciudad hacia el poniente, la cual copiaré también por no haberse publicado hasta hoy, que yo sepa. Dice así: 

L (punto alto) FVRIVS. MVRRVS 

FVRIA (punto alto) L (p.a) F (p.a) MVRRANA (p.a) V (p.a) A (p.a) XIV 

No es falta de exactitud la del travesaño que se advierte en la última A, que se halla en el original lo mismo que una V vuelta del revés. Con el deseo de hallar alguna noticia de este apellido Murrus y Murrana, he registrado con 

cuidado la colección de inscripciones romanas de Masdeu; mas no hallo ninguna que diga con esta.

Tampoco sé que se haya publicado esta otra inscripción que conserva entre sus papeles curiosos el dicho D. Antonio Mateo Pueyo

FABIAE 

L F 

FABVLLAE

PLICINI

LICINIAN

MATRIPISSIMAE 


Hállase este monumento en la vega de Carcagente en una ermita de S. Roque, que fue parroquial de la población de Ternils, que ya no existe. Es un pedestal pegado a la pared, indicando haber servido de base a la fuente bautismal, porque en la superficie superior, tiene en cada ángulo un agujero de tres dedos de diámetro; a no ser que sirvieran para encaje de alguna otra piedra, que a la verdad hace falta para su complemento. La copia sólo es de lo que se descubre sobre el pavimento, quedando enterrada parte de ella, que no pudo descubrir (5) el que la copió.

Volvamos a las cosas eclesiásticas, objeto principal de mi discusión. Pocas son a la verdad las que aquí se conservan. La Iglesia Colegial erigida en 1414 siempre se ha conformado en los ritos con la de Valencia, hasta en los hábitos corales de los residentes, como diré hablando de la capital. He visto la bula de Calixto III expedida en 18 de Febrero de 1457, en que concede a los Canónigos de la Colegial los hábitos que ya usaban los de Valencia, a los 

cuales llama almutia de varis grisis, sive dossis. Creo que serían mucetas de pieles de armiños u otro color. Ahora los usan como los de Valencia, cuya mudanza procuraré indagar cuando llegue a aquella ciudad. También he debido a la bondad de su Archivero el Canónigo D. Miguel Cabellos, ver las constituciones que hicieron para esta Iglesia los Arzobispos Santo Tomás de Villanueva y D. Francisco de Navarra. Entrambas he copiado por contener algunas de las costumbres de aquel tiempo. Creo que fue equivocación del escribiente el nombre siquilla, que da a la campana colocada junto al altar mayor para hacer seña de comenzar las horas 

canónicas. Seguramente quiso decir squilla (esquila), latinizando la palabra lemosina squella (esquella). 

Al llegar aquí me ocurre que en los ordinarios de Valencia se halla usada la voz squilla en las bendiciones de las campanas, aunque sean grandes.

Posee esta Iglesia varías reliquias por donación de Calixto III, cuya descripción hace él mismo (6) en el Breve dirigido a este Cabildo el mismo año 1457, cuya copia incluyo. Así en este, como en el que antes he citado, abiertamente confiesa haber sido bautizado en esta Iglesia.

Es digna de notarse la fiesta que hace esta Colegial a las Santas Mártires Basilisa y Anastasia, de las cuales se dice que nacidas en Sétabis, siguieron al Apóstol S. Pablo en su vuelta de España a Roma, y allí fueron con él martirizadas por Nerón. Si son estas las Santas de que habla el Martirologio día 15 de Abril, no sé acomodarme a esta tradición, la cual no tengo por anterior al tiempo de los falsos cronicones. Ni le añade nuevo peso la ermita edificada a la parte occidental de la falda del castillo con la invocación de estas Santas. Aun cuando hubiera ya sido construida en el siglo XIII, que es la mayor antigüedad que puede concedérsele, faltaría probar que desde sus 

principios estuvo dedicada a dichas Santas.

En la misma Iglesia hay un altar de S. Gil Abad, a quien este pueblo tiene singular devoción, y con mucha piedad recibe el hinojo bendito con la invocación del Santo, que se acostumbra repartir por las casas el día 1.° de Septiembre. Después he visto en los códices de Valencia la benedictio feniculi in die S. Egidii, por donde puede conjeturarse haber sido general esta devoción en toda la Diócesis (actualizo Diócesi en todo el texto). 

También te acordarás de haber oído que (7) el Real Priorato de Monsant, del Orden del Císter, situado a la parte oriental de la falda del castillo y habitado ahora por monjes de Valdigna, fue en lo antiguo monasterio de Religiosas. En efecto, a esta casa Real, dicha Algema, trasladó el Rey D. Jayme II de Aragón las Religiosas Agustinas que había fundado en Alcira su abuelo D. Jaime I en el año 1273. Esta traslación se verificó en el de 1316, mandando que conservasen el título de Santa María Magdalena, y que vistiesen el hábito del Císter, quedando sujetas al Abad de Valdigna. De la austera vida de estas religiosas hace mención Viciana 3 part. fol 160. Mas en los tiempos del B. Juan de Ribera por justas causas fue destruida dicha fundación, y las religiosas trasladadas al monasterio de la Zaydia, extramuros de Valencia. Seguidamente tomaron posesión de dicha casa los monjes de Valdigna que hoy la habitan. Estos años pasados han reformado la Iglesia antigua, estrechándola y dándole un orden más proporcionado; acaso con esta ocasión habrán perecido los vestigios que quedaban del coro antiguo. Consérvase todavía en ella un lienzo de S. Cristóbal, que creo ser de la escuela de Ribalta.

Si ocurriese alguna otra cosa digna de consideración, entre las que llevé apuntadas de aquella ciudad, la insertaré en las cartas siguientes. 

Dios te guarde. Valencia 30 de Septiembre de 1803. 


NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Su antiguo titular y el actual patrono de esta ciudad es S. Félix Mártir &c. En mi Año Cristiano de España tom. VIII día 1.° de Agosto dije que el S. Félix Mártir, venerado en esta ciudad como su patrono, es el Presbítero de León de Francia. Carecía yo entonces de algunos documentos que posteriormente he adquirido, los cuales prueban serlo el Diácono de Gerona. De esto se tratará con la debida extensión cuando se hable de aquella Iglesia. 

(2) Tengo por aventurado cualquier juicio que se quiera formar de su antigüedad. Habiendo examinado con atención este monumento, soy de parecer que es anterior a los Godos, y que tal vez será la única pila de agua bendita que se conserve de ese tiempo en España.

Antiquísimo es en toda la Iglesia el uso del agua mezclada con sal y bendita; no sólo para la administración del bautismo y para consagrar y dedicar las Iglesias o reconciliarlas, de lo cual trata el Pontifical romano (p. II. de Eccl. dedic. et de illius reconciliat.), sino también para expiar los pecados veniales, a semejanza del agua lustrationis de la ley antigua, destinada para purificar los Levitas (Num. VIII. 7.), y lavar los inmundos (Num. XIX. 9. 12.). Y así desde los primeros siglos se puso agua a la entrada de los templos, para que perdonados por medio de ella los pecados veniales, el pueblo y el Sacerdote quedasen más aptos para celebrar el santo sacrificio.

(M. Ant. Columnae Hydragiolog. sect. II c. III n. 32)

Esta bendición del agua mezclada con sal la atribuyen unos a S. Alexandro Papa y Mártir, que floreció en el imperio de Trajano, otros a los mismos Apóstoles: de los autores de una y otra opinión forma un largo catálogo el citado Antonio Colonna (loc. laud. num. 46. seq.) 

Venga o no este rito de los tiempos apostólicos, es antiquísimo en toda la Iglesia. El agua así bendita no es sacramento, sino preparación para los sacramentos, y uno de los que llaman sacramentales los Teólogos; pues con ellos, recibidos con fe y devoción, se quitan los impedimentos para que obre en el hombre la gracia. De esta agua señaladamente lo dice Santo Tomás (in 4. dist. 2): aqua benedicta valet contra omne quod sacramentorum effectum impedire potest. Y así Hugo de S. Víctor (tract. de Sacrament.) entre las cosas que conducen a nuestra santificación pone el aspersorio del agua bendita. Otros piadosos escritores, y aun la santa Iglesia en sus preces, añaden que es de admirable virtud contra las tentaciones y estímulos del diablo: despertador de la oración y de la contrición, incentivo de la devoción, recuerdo del bautismo y de sus promesas, salud del alma y del cuerpo, atractivo de la fe con que debemos considerarnos presentes al divino espíritu. Atribuyele Santo Tomás como especial efecto el perdonar Dios por medio de ella los pecados veniales, en cuanto mueve el ánimo a penitencia y a devoción; basta que sobre ella se haya invocado por autoridad de la Iglesia el nombre de Cristo, para que sea de mayor eficacia y virtud que el agua aspersoria del antiguo testamento.

Conforme es a esta doctrina de la Iglesia la práctica de rociar los enfermos con agua bendita, de que hace memoria S. Cipriano (Epist. VII. ad Magn.) diciendo: nec quemquam movere debet quod aspergi vel perfundi videntur aegri cum gratiam dominicam consequuntur, quando Scriptura.... dicat: et aspergam super vos aquam mundam, et mundabimini ab omnibus inmunditiis vestris.

Del agua bendita en el sábado de Pascua o de Pentecostés, antes de mezclar con ella el sagrado crisma, tomaban los fieles para rociar sus casas y los campos, como consta de los Capitulares de Carlo Magno, Ludovico Pío y Lotario (lib. VI. c. 77.), donde se lee: in sabbato sancto Paschae, vel Pentecostes, si quis velit aquam consecratam ad aspersionem in domo sua recipere ante chrismatis infusionem, recipiat. La cual costumbre dura aún en varias Iglesias de España.

Consta esto también de varios fragmentos de los antiguos ritos, que recogió Wolfango Lazio, conforme a los cuales, dice (pág. 43): quo facto accipit populus de ipsa aqua in vasculis ad aspergendum in domibus suis, sive 

agris, S. Aicardo Abad en el siglo VII mientras dormían sus monjes iba echando agua bendita por el dormitorio: ad effugandas importuni hostis insidias (Fulber. in ejus vita ap. Surium t. V.). Otros semejantes ejemplos se leen en las vidas de los Padres antiguos. 

Así pues como es antiquísima la práctica de llevar los fieles a sus casas agua bendita, y tener vasos de ella en sus aposentos; así lo es también ponerla en la entrada de las Iglesias, para que tomándola y rociándose con ella, despierten en sí el espíritu de oración y devoción con que deben asistir a los oficios divinos y a la misa, y queden purificados de las culpas veniales.

(3) Juzgó haber sido sepulcro de cristianos. Alguna luz pueden dar a la decisión de este punto las reflexiones siguientes.

1.° Los cristianos, fuera del tiempo de las persecuciones, en que se sepultaban en cavernas o cementerios subterráneos (Mabill. Iter Ital. pág. 135, Aringh. Rom. subt. lib. I. cap. III  et IV.) por huir la rabia de los gentiles, que como decía Lactancio: in cineres (christianorum) furit, nequis extet sepulturae locus (lib. V. cap. XI.), siguieron la práctica de los hebreos, que solían sepultarse en los caminos reales (Genes. XXXV. 19.). Tanto más que en esto se desviaban del rito gentílico de sepultarse dentro de los pueblos (Kirchmann. de Funer. roman. lib. II. c. XVI.), al cual atribuyen el origen de muchos de sus templos Arnobio y Julio Fírmico (Arev. Not. in A. Prud. contra Simmach. l. I. v. 190. p. 713.) Acaso de aquí tomaron ejemplo los romanos para sacar de su ciudad los sepulcros, y ponerlos en las calzadas. (V. Bartoluc. diss. de Viis publicis. ) De Trajano decía Eutropio: solus omnium intra urbem sepultus est ….  sub columna. 

2.° No es inverosímil que este sepulcro de que se trata hubiese sido de cristianos, aun cuando sus bajos relieves sean gentílicos. Además de los ejemplos que alega Aringho para probar que los cristianos solían aprovecharse de los sarcófagos de los gentiles, asegura Mabillon que Rafael Fabretto le mostró entre sus inscripciones un epitafio de un Mártir esculpido en un mármol, habens ex altera parte fragmentum sodalitii paganorum sub Deo Silvano, cujusmodi multae christianorum inscripciones in romanis caemeteriis visuntur ex una parte epitaphium pagani, ex adversa christiani referentes (Iter Italic. p. 71); y más adelante (pág. 134) refiere que en Roma en el cementerio de Ponciano halló varios fragmentos de estos sepulcros con inscripciones por un lado de gentiles, y por otro de cristianos: quippe christianis mos erat, dice, ut è sepulchris gentilium lapides revellerent in suos usus; et relictam ex ea parte, qua interiora christiani tumuli spectabat, profanam inscriptione, aliam in exteriori apponerent ritu christiano; lo cual confirma (p. 80.) con el ejemplo de Inocencio II; sepultado en S. Juan de Letrán en el suntuoso sepulcro del Emperador Adriano. 

(4) Las otras pueden indicar los donarios y ofrendas hechas a los dioses manes. Aun cuando a las figuras alusivas a estas ofrendas se hubiese añadido con letras la dedicación gentílica dis manibus, no podía deducirse de aquí demostrativamente haber sido este sepulcro de gentiles.

Mabillon (Itin. Italic. p. 71. 72.) dice que Rafael Fabretto le mostró una inscripción del sepulcro de un cristiano con la dedicación gentílica dis manibus; decía así: 

D. MA. SACRVM. XL 

LEOPARDUM. IN. PACEM. CUM 

SPIRITA. SANCTA. ACCEPTUM 

EUMTE. ABEATIS. INNOCINTEM 

POSUER. PAR. Q. AN. N. VII. MEN. VII. 

Smetio copió (Smet. pag. 143 n. 3) otra inscripción con igual dedicación DM. de un cristiano llamado Mariniano: Grutero otra igual de otro llamado Adiutor, donde se añade: post acceptam pcenitentiam migravit ad Dominum, Anastasio Consule. Lupio (diss. de Baptisteriis n. 158. 159.) hace memoria de otro sepulcro de un cristiano con la misma dedicación dis manibus, puesta como él dice, por ignorancia de algún neófito, y no advertida por el Sacerdote de aquel cementerio. (V. Caiet. Migliore diss. de Diis manibus, et Faustin. Areval. not. in Aur. Prud. cont. Symmach. lib. I. v. 404. pag. 733) 

Pero observa Mabillon (ib. pag. 138) que estas palabras DIS MAN. licet quidam christiani ex reliquiis gentilitatis primitus retinuerint.... tamen aliis notis religionem christianam designabant, sive cruce, aut monogrammate Christi, sive palmis, seu cordium expressionibus columbis, agnis, sive aliis indiciis; qua quidem non sunt martyrum indicia.... sed christianorum.

Como quiera juzgó Mabillon que estas siglas D. M. que suelen hallarse en los sepulcros de los antiguos fieles, siempre fueron profanas: Fabretto lo niega.

(5) El que la copió. Fue este el docto P. Fr. Domingo Fuentes, Religioso Dominico del convento de San Felipe, el cual la vio el año 1789, y añade a su descripción la nota siguiente:

«Esta lápida sin duda puede colocarse entre las de Sétabis, no sólo por ser de jaspe de su cantera llamada Boscarró, sino principalmente porque entre las colonias del reino, que distan bastante entre sí, a saber, Ilice y Valencia, no había otro municipio intermedio más que Sétabis, ni que estuviera tan cerca del lugar, donde posteriormente se fundó el pueblo de Ternils. Y así es verosímil que al tiempo de su fundación se trajera esta piedra de S. Felipe más bien que de otra parte, supuesto que donde ahora existe no hubo población en tiempo de romanos. También convence esta lápida a cierto escritor francés que dice, que las inscripciones de España no son de familias romanas, sino de libertos. En este monumento, así el nombre de la madre, como el del hijo, son de familias romanas: la madre de la Fabia, y el hijo de la Licinia con el mismo nombre y apellido del Emperador Licinio Liciniano, cuñado de Constantino Magno, casado con Constanza, hija de Constancio Cloro, y de Teodora, después de repudiada Elena, madre de Constantino &c.” Hasta aquí el citado Religioso. Otras memorias de Licinios en España se podrán ver en la citada colección de Masdeu, T. XVII, título Memorias sepulcrales, núm. 1798.

(6) En el Breve..... cuya copia incluyo.

La Bula de Calixto III en que hace donación de varias reliquias a la insigne Iglesia Colegial de Xátiva, y que se conserva en su archivo litt. A. n. 23, dice así:

Calixtus Episcopus servus servorum Dei universis Christi fidelibus praesentes litteras inspecturis, salutem et Apostolicam benedictionem. Romani Pontificis intensa liberalitas Ecclesiis singulis honorem afferri desiderans, illas ex eisdem Ecclesiis muneribus praetiosis eò specialius interdum adornat, quó eis majori et peculiari quadam devotione afficitur, Sanctorum, et Sanctarum, ac locorum sacrorum reliquias eisdem largiendo, ut per eorum recolendam memoriam ibidem devotius collaudetur Altissimus, divinusque cultus incrementum suscipiat, et fidelium corda ad charitatis opera ferventiùs excitentur, fidelesque ipsi Sanctorum, et Sanctarum eorundem adjuti praesidiis, quod dignè postulent, felicius consequantur. Sane recensentes, quod Ecclesia Collegiata Beatae Mariae de Xativa Valentiae Dioc., in qua sacri baptismatis lavacro renati sumus, inter ceteras illarum partium Collegiatas Ecclesias, insignis admodum et solemnis reputatur; et propterea illam, cui devotionem gerimus specialem, in nostrae mentis visceribus specialiter amplectentes, ac eam nostram solitam liberalitate sacris donativis decorare volentes, ad eandem gloriam et honorem Omnipotentis Dei, et gloriosae Virginis Mariae, sub cujus titulo Ecclesia dedicata existit, omniumque Sanctorum, et Sanctarum, nec non fidelium eorumdem ad dictam Ecclesiam devotionem augendam, infrascriptas reliquias de hac alma urbe ad eam Ecclesiam decrevimus destinandas; quae sunt istae, videlicet, de columna ubi fuit flagellatus Dominus noster Jesus Christus: de spinea corona cum qua in ejus sacratissima passione coronatus fuit: de reliquiis Sancti Joannis Baptistae: de reliquiis Sanctorum Jacobi minoris et Bartholomei Apostolorum: de sanguine, et pinguedine Beati Laurentii Martyris, qui ex ejus corpore fluebant cum assaretur: de lignis et arboribus, cum quibus idem Sanctus Laurentius assatus fuit: de reliquiis Sancti Calixti Papae et Martyris: de reliquiis Sancti Theodori Martyris: os menti sive mandibulae Sancti Abdon Martyris: de ossibus Sanctae Ananiae Martyris: de ossibus trium fratrum Sanctorum Cosmae et Damiani: de reliquiis Sancti Vitalis et Sancti Gregorii Papae: de capite Sancti Sabae Abbatis et Confessoris: de reliquiis Sanctae Catharinae, Sanctae Barbarae, Sanctae Theodorae, Sanctae Luciae: ossa spatulae, et brachii Sanctae Priscae Virginis et Martyris, in cujus honorem Ecclesiam in hac alma urbe aedificari fecimus, et solemniter decoravimus: de capite Sanctae Rufinae Virginis et Martyris: triginta unum grana de olivis collectis in olivetis montis Oliveti: et una pax, et una crux lignea, in quibus multae aliae sanctae reliquiae reconditae existunt. Et ne ab aliquibus an sint verae reliquiae valeat quomodolibet haesitari, auctoritate praesentium in Domino Jesu, cujus in terris, quamvis immeriti, vices gerimus, firmiter attestamur quod omnes et singulae reliquiae supra scriptae sunt Sanctorum et locorum, ac alias prout describuntur verae, perfectae, et indubitatae reliquiae, quas ut tales ab omnibus fiidelibus volumus, praecipimus, et mandamus devotè, reverenter, et pura mente recipi, venerari, et honorari. Nos enim Omnipotentis Dei misericordiam, et Beatorum Petri et Pauli Apostolorum ejus auctoritate confisi, omnibus et singulis fidelibus christianis utriusque sexus vere poenitentibus, et confessis ostensioni dictarum reliquiarum vel aliquarum earundem, cum solemniter fiet, interessentibus, septem annos et totidem quadragenas de injunctis eis poenitentiis in Domino misericorditer relaxamus. Gaudete igitur, et exultate fideles de tam praetioso vobis collato beneficio, ac Dominum Deum in Sanctis ejus benedicite, et glorificate; ut per eorum intercessiones et merita, ad salutem aeternam, quarm quaeritis, pervenire valeatis. Nulli ergo omnino hominum liceat hanc paginam nostrorum attestationis, voluntatis, praecepti, mandati et relaxationis infringere, vel ei ausu temerario contraire; si quis autem hoc attemptare praesumpserit, indignationem Omnipotentis Dei, et Beatorum Petri et Pauli Apostolorum ejus se noverit incursurum. Datis Romae apud Sanctum Petrum anno Incarnationis Dominicae millesimo quadringentesimo quinquagesimo septimo, octavo Idus Martii, Pontificatus nostri anno tertio. 

(7) El Real Priorato de Monsant.... fue en lo antiguo monasterio de Religiosas. El Rey D. Jayme el I de Aragón, llamado el Conquistador, en su Real privilegio dado en Alcira a 16 de Septiembre de 1273 fundó un monasterio de la Orden de Santa María Magdalena, dicha de Mompeller, en la villa de Alcira, cerca de la puerta de S. Gil, que lindaba entonces por el camino de Alberique con tierras de Pedro Pexolnella, por el de Cabanas con tierras del mismo Rey, y con tierras de Toda viuda de García de Olit: cuya fundación ofreció a Doña Timbos, Priora del monasterio de Mompeller (al cual como a matriz sujetaba este nuevo de Alcira) y a Bonafos, a Guillelma y Auda, Monjas todas fundadoras de este monasterio: para cuya dotación señaló ciertas rentas, censos y derechos que el Rey tenía en la ribera del Xúcar y distrito de Xátiva con pleno dominio de luismo y fadiga, además del enfiteusi (enfiteusis), y sin obligación de pagar al Rey derecho alguno; pero con condición que edificase el monasterio con el nombre y de la Orden de Santa María Magdalena de Mompeller: y no edificándole, volviese todo al Rey; y que en dicho monasterio hubiese trece Monjas y no más, que perpetuamente rogasen a Dios por su alma y las de sus padres, a no ser en caso que el monasterio se mejorase, de forma que pudiese mantener más Religiosas; queriendo que las rentas sobredichas (que van especificadas en la donación) sirviesen para los usos de dicho monasterio, sin que se trasportasen al monasterio de Mompeller, ni a otros lugares. Y así se efectuó, y permaneció muchos años la fundación.

Mas el Rey D. Jayme el II de Aragón, nieto del Conquistador en su Real privilegio dado en Zaragoza a 24 de Septiembre de 1320, considerando que el monasterio edificado por su abuelo en Alcira había sido destruido por una grande avenida del Xúcar, y que sin grave peligro de la comunidad, no podía reedificarse allí mismo: concedió a dicha Priora y Monjas una casa que el Rey tenía en Xátiva, llamada Algema, a la cual se trasladasen y fundasen un monasterio con el título de Santa María de Algema. Hízose así, y por la cordial devoción que profesaba aquel Rey a la Orden Cisterciense, consiguió gracia especial del Sumo Pontífice Juan XXII (como consta por su Bula dada en Aviñón a 22 de Julio, año 1.° de su Pontificado) para que el monasterio que antes era de Santa María Magdalena de Mompeller, se intitulase Santa María Magdalena de Algema, y que las Monjas, dejado su antiguo hábito e instituto, que no se ha podido averiguar cual fuese, abrazasen y profesasen el de la Orden del Císter, sujetándose a su regular observancia y disciplina, como lo hicieron; encargando al Abad de Valdigna el cuidado, visita y corrección de dichas Religiosas, gobernándolas por monjes sabios, prudentes y virtuosos. Acomodadas así las Religiosas, y trasladadas a mejor sitio y casa, y abrazando el nuevo instituto, proveyó el Rey a su subsistencia por el privilegio dado en Valencia a 10 de Enero de 1320, por el cual sin que obstase la disposición del fundador del monasterio de Alcira, confirmó la donación que hizo su abuelo, trayendo, dando y confirmando de nuevo a la Abadesa que era y por tiempo fuere y a su comunidad del monasterio de Santa María Magdalena de Algema del Monte santo de Xátiva, los mismos bienes que en el privilegio y donación de su abuelo se expresan, y revocando la enajenación puesta por el mismo. En breve se fue poblando el nuevo monasterio de Monsant de Señoras de la primera nobleza del reino, como parece por los registros y aranceles de sus profesiones religiosas. Y encargados de su dirección y gobierno espiritual y monástico los Abades y monjes de Valdigna, en conformidad y cumplimiento de lo mandado por su Santidad en la Bula de erección y establecimiento del monasterio, floreció en él por más de doscientos años la disciplina regular, dando las Religiosas copiosos frutos de honor y honestidad, como consta de las visitas, que conforme a los estatutos del Císter, hacían en sus debidos tiempos los Abades de Valdigna, como Padres inmediatos y ordinarios de dicho monasterio, las cuales existen originales en el archivo del de Valdigna.

Pero habiéndose celebrado el santo Concilio de Trento, en que por punto general se estableció la clausura en los conventos de Monjas, se resistieron las de Monsant a recibir este decreto, con pretexto que fuera de la estabilidad expresa en su profesión, jamás habían votado, ni obligádose a la clausura; por donde dieron que sospechar que esta su resistencia nacía de propensión a vivir con más anchura y libertad. Habiendo llegado esto a noticia de Felipe II, celoso ejecutor de los decretos sacrosantos del Concilio de Trento, tomó tan a mal esta oposición de las Monjas de Monsant, que como dotador y único patrono de aquel monasterio, impetró una Bula del Papa Gregorio XIII, dada en Roma el 12 de Septiembre de 1579, en la cual nombra su Santidad por Jueces Comisarios Apostólicos al B. Juan de Ribera, Patriarca de Antioquía y Arzobispo de Valencia, y al Abad del Real monasterio de Poblet, para que bien informados de los procedimientos de dichas trece Monjas de Monsant, las trasladasen a otros monasterios del Orden del Císter, donde floreciese la regular observancia: señalándolas de las rentas de dicho monasterio de Monsant lo que fuere necesario para su vestuario y sustento; y en lugar de ellas pusiesen otros tantos monjes Cistercienses observantes. Recibido el Breve por dichos Comisarios Apostólicos y Reales, y tomada la debida información, declararon que debían mandar y mandaron que dichas Religiosas de Monsant fuesen transferidas al monasterio de la Virgen de Gracia, vulgo de la Zaydia, extramuros de Valencia, y que en lugar de ellas se introdujesen y viviesen trece monjes del monasterio de Valdigna: que de las rentas del monasterio de Monsant se diesen anualmente treinta y tres libras para el sustento de cada una, y siete libras para vestuario: y a la Reverenda Doña Luisa Tachs, actual Abadesa de dicho monasterio, le señalaron sesenta libras; lo cual había de durar mientras viviesen. Y por cuanto dicho monasterio de Monsant había sido regido por los Abades de Valdigna, ordenaron que los trece monjes fuesen de su monasterio, y no de otro, y que todos los bienes, derechos, acciones, censos, rentas, frutos y derechos enfitéuticos fuesen adjudicados (para el sustento de dichos trece monjes de Valdigna, en consideración a que las rentas que tenían dichas Monjas apenas llegaban a la suma de setecientas libras) al Abad y convento de Valdigna, a cuyas expensas debía efectuarse la traslación de las Religiosas. Mandaron asimismo que los trece Monjes estuviesen sujetos en lo espiritual y temporal a dicho Abad, y que este se llamase Prior de Monsant, y que uno de los conventuales se llame Presidente, y sea el que eligiere el Abad: de manera que dicho Presidente y los demás que habiten en Monsant no puedan hacer ni firmar acto alguno conventual, sino con licencia, consentimiento y presencia del Abad de Valdigna, el cual visite, corrija y castigue en caso necesario a los de dicho Priorato, y no otro alguno. Todo lo cual consta de la sentencia dada por dichos Comisarios Apostólicos en el palacio Arzobispal de Valencia a 29 de Febrero de 1580. Habiéndose notificado en debida forma esta sentencia a la Abadesa y monjas de Monsant en 9 de Marzo de 1580, a la que con ejemplar prontitud, humildad y obediencia se sujetaron sin protesta ni tergiversación alguna, fueron honesta y decentemente conducidas, como se mandaba, al Real monasterio de la Zaydia: y tomada la posesión de Monsant por el Abad y convento de Valdigna, se dio cuenta de todo al Rey y al Papa, el cual a representación y requerimiento del Rey por su Breve de 29 de Noviembre de 1581 confirmó, aprobó y ratificó todo lo ejecutado por dichos Comisarios Apostólicos y Reales, y cuanto de dicha comisión se había seguido, supliendo cuantos defectos juris et facti hubiesen podido intervenir en ello.

Esta exacta relación del origen, progreso y actual estado del Real Priorato de Monsant, formada con presencia de los instrumentos que obran en el archivo del Real monasterio de Valdigna, es casi a la letra de mi docto amigo el Rmo. P. D. Alberico Rubio, Abad que fue del dicho monasterio.