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dissabte, 14 de maig del 2022

CARTA 5. Códices litúrgicos que se conservan en la Biblioteca de la santa Iglesia Metropolitana de Valencia.

CARTA 5. 

Códices litúrgicos que se conservan en la Biblioteca de la santa Iglesia Metropolitana de Valencia. 

Mi querido hermano: He comenzado estos días el examen de los códices litúrgicos que se conservan en esta santa Iglesia de Valencia, cuya razón voy a darte con la posible brevedad, pues lo he prometido. 

Primero hablaré de los que pertenecen a otras Iglesias, entre los cuales me han llamado la atención tres ejemplares de un misal inglés, todos en vitela, de diversos tamaños, escritos a fines del siglo XIII, o principios del XIV. 

Consta que son ingleses, no sólo por la multitud de Santos de aquella nación que celebra la mayor parte con octava, y por estar en la lengua de aquel país la fórmula de los esponsales; sino principalmente porque en un rasgo de la pluma del escritor al fin de uno de ellos, se lee que era de (1) Westminster (pone West-minster), acaso de la famosa y antiquísima Abadía de Benedictinos. Lo más notable que hay en ellos es la (2) secuencia para cada Domingo de Adviento: (3) cosa que sabes cuan rara es respecto de un tiempo en que por lo común cesa toda señal de alegría. Y aun echo de ver que estas son diferentes de los pocos ejemplares de esta excepción que cita Martene. (4) También tienen prosas para todas las fiestas de los Santos; y para que no falte a ninguna de ellas esta solemnidad, (5) las ponen en las misas comunes. A la oración secreta llaman secretum a diferencia de los nuestros antiguos, que unos la llaman sacra otros sacranda. En lo demás son harto conformes al romano. 

Hay también un misal escrito por un Bertrando Daynnier, loci de Flamnaco Dioecesis Ruthenensis (de Rodez) anno 1469. Otro también MS. en vitela en 4.° de la Iglesia de Roma, que fue del uso del Ven. D. Miguel Amigó, Presbítero valenciano: es de fines del siglo XV.

Item, Missale Ord. Minor. Venetiis edit. ab Octav. Scoto 1482 en 4.° 

Se halla también un breviario de la Iglesia de Cartagena MS. en 4.° en muy buen papel, pero diminuto. Carece de salterio: de los himnos sólo nota el primer verso, y de las lecciones la primera cláusula: pone en algunas fiestas dos añas, ad Magnificat: el Santoral comienza por la fiesta de S. Juan ante portam Latinam, y acaba con la de la Invención de la Cruz. La primera lección principia casi siempre por la del Martirologio. No se halla en él fiesta alguna posterior al siglo XII, ni aun de la del Corpus hace mención, sino por incidencia, hablando de los tiempos en que se debe decir el oficio de la Virgen. También parece favorecer mucho a la antigüedad de este códice la rúbrica del día de la Natividad del Señor, en la cual previene que las misas del gallo y de la aurora no se terminen con Ite missa est, sino con Benedicamus Domino; nè populus, dice, licenciatus ab Ecclesiam ad missam majorem non redeat. Palabras que manifiestan mucha proximidad al siglo XI, en el cual se escribió el libro intitulado Micrologus de observ. Eccles., en cuyo capítulo XXXIV hallo lo siguiente: Finitis nocturnalibus vigiliis, missa Dominus dixit ante matutinales laudes cum Benedicamus Domino, non cum Ite missa est completur, ne populo quasi licentiam abeundi infra matutinales laudes dedisse videamur, quas statim post missam, iterum concrepantibus signis, incipere solemus. Sin embargo, creo que este códice se escribió en el siglo XV, como lo manifiesta el carácter uniforme con las notas que puso algún curioso en las primeras y últimas hojas por los años 1460.

Vengamos ya a los códices propios de esta Iglesia, los cuales por lo general son del siglo XV, aunque alguno de ellos alcanza tal vez a los últimos años del XIV. Y es bien de admirar que entre tantos misales como se conservan, sólo haya quedado un breviario en folio MS. en vitela el año 1464, como consta de las tablas del cómputo eclesiástico. Otro ejemplar idéntico existe en la Iglesia parroquial de los Santos Juanes de esta ciudad, pero está escrito cuatro años antes. Contiene las constituciones sobre los oficios divinos, que el año 1408 formó el Obispo de esta Iglesia Don Hugo Lupia y Bagés con su Cabildo, las cuales envié el correo pasado. Aunque dejo para los siguientes la noticia de algunas costumbres de esta Iglesia, no puedo omitir hoy una cosa harto singular de este códice; y es, que en las principales festividades después del Resp. IX de maitines, pone una como prosa de seis u ocho versos, a la cual llama constantemente verbeta. Palabra usada también en algunas fiestas por un breviario del monasterio de Sixena (Sijena) que existe en la biblioteca de esta Universidad impreso en Zaragoza por Jorge Coci el año 1547; pero desconocida a los autores litúrgicos y gramáticos que he visto hasta ahora. Tal vez puede derivarse de los verbos verbicino, verbosor como si dijera: mucha, o nimia, o más alabanza. A no ser que la tengamos por lemosina en su origen, y alusiva en la significación a la voz verbet, con que los comerciantes de telas de seda de este país llaman a la tarjeta o papelillo cosido a las piezas de ropa donde apuntan su precio, varas &c. Esto (se) me ocurre ahora, no alcanzo más. De esta prosa no queda rastro alguno en los breviarios que se imprimieron; de los cuales, aunque se hicieron varias ediciones, no he hallado sino la de esta ciudad del año 1533. typis Francisci Romani; he visto de ella dos ejemplares en esta biblioteca de Santo Domingo, uno en 8.°, y otro en 12.° Coinciden en gran parte con el referido breviario MS., como también un diurno de esta Iglesia que se guarda en su archivo, y es de los principios de la imprenta, aunque carece de las primeras y últimas hojas. 

Aún a mediados del siglo XVI trabajó esta Iglesia en la reforma de su breviario, como se ve por el que dejaron MS. los eruditos valencianos Manfredo Escrivá, Gerónimo Carróz (Carroç), Luis Sabater, Tomás Real, Gerónimo Palomares, Sebastián Juan Pellicer y Miguel Sanz. Es digno de aprecio el celo y la prudencia con que estos sabios intentaron purificar los oficios eclesiásticos de ciertas nimiedades y pías representaciones antiguamente usadas, de las cuales no necesita la Iglesia para mostrar a sus hijos con todo decoro y majestad los misterios de nuestra santa Religión. No sé qué causas pudieron impedir la impresión de este códice, que se guarda en el mismo archivo, habiendo mediado tantos años desde 1544, en que le concluyeron, hasta la reforma de San Pío V. Los misales MS. de esta Iglesia son en mucho mayor número. Dos de ellos contienen únicamente las misas de las fiestas principales en que debía celebrar el Obispo. Los demás ofrecen variantes de alguna consideración, de que hablaré en los correos siguientes. En sus calendarios, que he copiado, anuncian la fiesta de S. Juan Chrisóstomo de este modo: San Joannis os auri, o aurei, Ep. et Mar. sin declinar jamás el dictado os auri, y dándole en todas las oraciones el dictado de mártir. Abundan en misas votivas y en secuencias, aunque en uno y en otro les exceden el impreso en Venecia, año 1492 fol., y mucho más el impreso allí mimo el 1509. Del primero hay dos ejemplares, uno de ellos en vitela, y nueve o diez del segundo. También se conserva otra edición de Zaragoza hecha por Coci año 1528. Otra reforma del misal emprendió esta Iglesia a mediados del siglo XVI, como se ve en el que dejaron en el archivo lleno de enmiendas, y con la añadidura de muchos prefacios propios, seis de los cuales son del Sr. D. Martín de Ayala.

Estos y otros misales prueban a mi juicio lo que algunas veces hemos hablado, que la mudanza de nuestra liturgia en el siglo XI se limitó al canon y al orden de las preces antes y después de él; mas no alteró la substancia de las oraciones que se conservaron en gran parte como en el mozárabe (pone muzárabe). Tales son las que prescriben estos códices a los Sacerdotes para vestir los ornamentos sagrados: la bendición del pan al tiempo de la oferta (ofrenda) del pueblo: la bendición in unitate Sancti Spiritus, benedicat vos Pater et Filius: la oración Aperi Domine, os meum antes del Te igitur; y otras muchas, que por lo que se halla en los códices anteriores, se ve que las conservó la tradición de los tiempos antiguos. 

No sé si merecerá toda la atención que yo creo la figura de la casulla, con que en varias letras iniciales del misal de 1509, se dibujó vestido el Sacerdote en ademán de celebrar el incruento sacrificio. Es cerrada enteramente, y doblada sobre los brazos, en todo igual a la planeta antigua. Tal vez pudiera conjeturarse que este era el uso de esta Iglesia por aquel tiempo; pero yo más bien diré que los impresores venecianos quisieron expresar la costumbre de la suya. Como quiera, se echa de ver que en una o en otra parte duraba aún en el siglo XVI (6) la casulla talar redonda, sin otra cisura que la necesaria para la cabeza. Igual figura se observa en las no despreciables y bien conservadas miniaturas de un ceremonial de Obispos. Parece del siglo XIV, y no de esta Iglesia. Los Diáconos nunca se pintan sino con túnica talar blanca cerrada del todo, con mangas hasta la muñeca. Los Obispos con planeta, y la mitra mucho más abierta que ahora, y las dos cúspides más bajas, aunque no tanto como las que se ven en el sepulcro 

del IV (4°) Obispo de esta Iglesia D. Jasperto de Botonach, que murió en 1288. La corona de Ministros más parece de los monjes de ahora que del clero secular. Se conservan también en esta Iglesia tres libros de evangelios impresos en Valencia en 1520 por Jorge Costilla, Cordobés. Otros tres de epístolas MSS. del siglo XV, y varios misales hasta el número de veinte y cinco a treinta. Hallé también un tomito en 4.° impreso en Valencia por Juan Jofre en 1529 intitulado: Forma calendarii, con tablas para un calendario perpetuo, y varias reglas para los cómputos &c. del uso de los Religiosos menores de San Francisco de la provincia de Aragón; y otro breviario en 4.° MS. en vitela del siglo XV para uso de la misma Orden. 

Se me olvidaba dar noticia de un collectario, o como llaman capitula, MS. en 8.° del mismo tiempo, en el cual se hallan algunas antiguallas. Entre otras la Benedictio sagittarum (saetas, flechas), para preservar a los que las lleven consigo de heridas de todas clases, y la Oratio pro declaratione Regis Aragonum. Juzgo que fue del uso de algún convento de Religiosos de nuestra Señora de la Merced o de los Trinitarios por las oraciones y preces que hay en las primeras y últimas hojas pro fratribus redeuntibus à redemptione captivorum, y también in captivorum advenientium receptione. 

Marcha el correo, y no puedo concluir hoy esta descripción. Algo queda para el siguiente. Dios te guarde. Valencia 20 de Noviembre de 1802. 


NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Westminster... famosa y antiquísima Abadía de Benedictinos. Este insigne monasterio no fue fundado en el primer siglo de la Iglesia por S. Pedro Apóstol, cuya invocación tiene, como aseguran algunos escritores ingleses de estos últimos siglos, sino en el VII por el monje Melito, que después fue Obispo de Londres, y adelante Arzobispo de Canterbury (pone Cantorbery), con el auxilio del Rey Sebertho, a ejemplo, y tal vez a instancia de S. Agustín el Apóstol de Hibernia, como juzga Mabillon. Tomó el nombre de Westminster de la situación occidental (west, oeste), donde se edificó, para que correspondiese a la Iglesia Catedral de S. Pablo, poco antes edificada al oriente de Londres por el Rey Ethelberto.

Deteriorada esta casa por la injuria del tiempo, hacia la mitad del siglo XI la restableció y reedificó magníficamente en diez y seis años el santo Rey Eduardo (Mabil. Annal. Bened. ad ann. 1049. t. IV. p. j510.) En su Iglesia fueron sepultados este santo Rey y su esposa Etgith, desde cuyo tiempo, en que Guillermo su sucesor le concedió también muchas posesiones, o acaso desde el reinado de Enrique III (pone Henrique, Henry), que la reedificó a principios del siglo XIII al estilo gótico, se destinó para sepultura de la Casa Real, con cuyo motivo hizo en ella Enrique VII un rico panteón para sí y sus sucesores. Del deplorable estado de este templo después de las turbaciones religiosas de aquel reino habla Ponz en su Viaje fuera de España (t. II. pág. 10 y sig.) De los célebres escritores que florecieron en este monasterio desde su fundación, y de otros señalados servicios que a sus monjes debió la religión antes de Enrique VIII, tratan S. Anselmo en sus cartas (lib. I. Ep. XIII. XVI. XXXVI.), Userio en las Antigüedades británicas (p. 128.), y Mabillon en los Anales Benedictinos (t. III. p. 546. y t. V. p. 434. 435.) 

(a) Secuencia para cada Domingo de Adviento. Para muestra de estas secuencias pondremos solo la de la Dominica IV de Adviento, que dice así: 

Jubilemus omnes unà

Deo nostro qui creavit omnia,

Per quem cuncta condita sunt saecula: 

Caelum quoque plurima luce coruscat, et diversa sunt sidera

Sol mundi stema, noctium decus luna, caeteraque splendentia,

Mare, solum, alta, planaque, profunda flumina, 

Aeris alta spatia quò discurrunt aves, venti, atque pluvia, 

Haec simul cuncta tibi soli Deo Patri militant, 

Nunc et in aevum sine fine per saecula laus eorum tua gloria. 

Qui pro salute nostra prolem unicam 

Patri in terra missisti sine culpa ob nostra delicta. 

Te Trinitas, precamur, ut corpora et corda nostra 

Regas et protegas, et dones peccatorum veniam. 


(3) Cosa... rara respecto de un tiempo en que por lo común cesa toda señal de alegría. No es extraño que en los misales haya secuencias para cada Domingo de Adviento. Hállanse también ejemplares de esto en nuestros misales antiguos. Porque durante el Adviento y lo demás del año, a excepción de los ayunos y de la Quaresma (Cuaresma), por antigua tradición se cantaba en España el Alleluia (aleluya), como dice S. Isidoro (de Div. offic. lib. I. c. III), al fin de la cual solía alargarse sin palabras ni sílabas el canto con el aliento o respiración prolongada, o voz sostenida, que eso quiere decir pneuma, sonus quidam laetitia sine verbis, como dice S. Agustín (in Ps. XCIX, n. 4.), que son las notas multiplicadas sobre la última a de Alleluia, por cuya causa en algunas Iglesias la llamaban balido (V. de Vert. Expl. des cerem. de l' Eglis. p. I c. IV. t. III. p. 107.) para manifestar el gozo del alma cuando alaba a Dios, y para elevarla a la contemplación de su gloria. Dum vero, decía Ruperto, psallimus Alleluia, jubilamus magis, quàm canimus, unamque brevem digni sermonis syllabam in plures pneumas protrahimus, ut jucundo auditu mens attonita repleatur, et rapiatur illuc ubi sancti exultant in gloria (Rupert. de Offic. div. lib. I. cap. XXXV.). 

Estas neumas o expresiones de júbilo, según advierte el orden romano, se llamaron secuencias, como si dijésemos, secuelas de la Alleluia: sequitur jubilatio, quam sequentiam vocant. A algunos les pareció mejor, dice Grancolas (les Ancien. liturg. pág. 507.), suprimidas las neumas, poner en vez del simple sonido algunos cánticos, especialmente en los días solemnes; lo cual dio ocasión a que se introdujesen en la liturgia en las grandes fiestas las prosas llamadas todavía secuencias porque se siguen al Alleluia. Costumbre que parece hallarse ya establecida en tiempo de Hugo de S. Víctor, que dice: Quando sequentia dicitur, posterius Alleluia non habet pneuma, sed chorus loco ejus sequentiam concinit. (de Myster. c. VII.) 

Estas palabras ligadas de esta suerte a la neuma, quiero decir, a las notas con que se cantaba el remate de la Alleluia, presto fueron divididas en estrofas o versículos. Y como desde la introducción de esta novedad se distribuyeron las palabras por notas, de modo que a cada nota correspondiese una sílaba, quedó después silábico el cántico de las prosas. Mas adelante, experimentándose cuan difícil era guardar esta perpetua sujeción a las notas del Alleluia, se tomó de ahí motivo para introducir en las prosas otros cantos, bajo distintas notas de las que servían para cantar el final o la secuencia del Alleluia. Por eso ya en el día en nada conviene el canto de las prosas con el del Alleluia, y aun algunas de ellas rematan con Alleluia (V. de Vert. loc. laud, p. 109).

En esto se ve también la razón por que recién introducido este rito, no se decía secuencia sino en las misas cantadas que tienen Alleluia, cuyo apéndice, por decirlo así, era la secuencia. Y así notó Durando que no debía decirse prosa cuando no se dice Alleluia, porque la prosa se sustituyó a la neuma. Por eso debió decir Maldonado en su tratado MS. de las ceremonias de la misa (ap. Lebrun. Cerem. de la Mis. p. II. art. VI.): 

"colligo curiositate privata aliquorum Sacerdotum fuisse additam prosam in missis, quae pro defunctis dicuntur: ut dicant Dies illa, dies irae. Quod fit extra rationem, et antiquos missales libros qui tantum habent sequentiam in diebus laetis.” Y así el misal dominicano hecho en Salamanca el año 1576 prohibió que se cante la prosa de la misa de los difuntos por ser contra rúbrica. Adelante no haciendo alto en la institución de las prosas, ni a que en su origen fueron como una continuación de la Alleluia; mas considerándolas como himnos o deprecaciones propias de la solemnidad y del oficio, y teniéndose por solemne la misa cantada de difuntos, se permitió que se cante en ella la secuencia; y así algunos misales no la mandaban decir en las misas rezadas. Ahora se dice indistintamente en todas las misas de difuntos. 

(4) También tiene prosas para todas las fiestas de los Santos. Pondremos de estas prosas una u otra muestra. 

Dominica infraoctava Nativitatis

Sequentia.

Christi hodierna celebremus natalitia: 

Caelica resonent clara camenas agmina,

Nunc regis celebrando gradulanter nuptias.

Lux nova jam terras illustrat veteres pellens tenebras,

Reserat superna gratia diu clausa palatia.

Faelix Mater et sola intacta Virgo et puerpera:

Cum jam Nato stas gravida cum viri sis cubilis nescia.

Omnis caterva nostra te rogat, Domina,

Solvas ut nostra cuncta peccaminum vincula Virgo sempiterna beata. 

Digna fuisti sola tollentem crimina 

Intra uteri claustra portare, qui gubernat omnia superna, infera. 

Hunc suam laudant facta, gaudentque bona qua vivunt super essentia. 

Nos humillima turba damus debita, poscentes ejus dementiam, 

Ut nostra praestans tempora nunc quieta, 

Det placidam frui vitam, utilia donando famulis munera; 

Ac inter nos discrimina saeva solvens post funera derelicta,  

Sedem ducat mortis ac malorum ignaram; 

Ubi ad dexteram Patris almam sedet, conregnat, aeternus per omnia, 

Potenter cuncta disponendo cum eo saecula praesentia, 

Beata justis donans omnibus praemia

Praeclara qua lux vere micat, quae est salus aeterna, et nostra gloria.


In festo S. Vincentii Martyris.

Sequentia. 


Stolam jucunditatis, Alleluia.

Induit hodie Dominus militem suum Vincentium 

Solito plaudat alacriùs concio laeta fidelium.

Hodie martyr insignis hostiam Deo placentem obtulit; 

Hodie tormentum ignis graviter examinatus pertulit. 

Animatus ad certamen monitu B. senis 

Gravissimis non refugit exhibere membra poenis. 

Ante ducem accersitur, et de rebus convenitur communis Ecclesiae. 

Sed non caedit blandimentis, emolitur aut tormentis ejus avaritia.

Illuditur Diaconus, dum sustinet martyr sanus poenarum angustias.

Dat minister charitatis, hostibus exuperatis, gratiarum copias. 

Furit igitur Praefectus, et paratus ardens lectus, 

insultantis viscera crates urit aspera. 

Sudat martyr in agone, spe mercedis et coronae, quae datur fidelibus pro Christo certantibus. 

De cujus victoria caeli gaudet curia. 

Quia vicit hodie ministros nequitiae. 

Ut hunc ergo per patronum consequamur vitae donum 

In illius die festo chorus noster laetus esto. 


(5) Pone prosas en las misas comunes. Notgero, o Notkero Balbulo, Abad de S. Gal, en el siglo IX, es el primero que compuso esta clase de prosas con aprobación de Nicolao I. Algunas de estas composiciones métricas y rítmicas de Notkero dio a luz Enrique Canisio en sus antiguas lecciones. Pero ninguna de estas obras aparece en los misales antiguos, así de Roma, como de otras Diócesis. Juan Francisco de Rubeis (dissert. de Sacr. Forojul. ritib. cap. V. §. IV.) impugna sólidamente la narración de algunas circunstancias que añadió a este hecho Ekkcardo en la vida de Notkero (cap. XVI.), publicada por Goldasto (Rer. Alamannicar. t. I.) A lo primero no las tenían sino las misas de las grandes solemnidades, luego se fueron multiplicando de suerte que las había propias en todas las misas. Adam de San Víctor compuso muchas en el siglo XII, las cuales equivocadamente atribuyó Cornelio Schultingio (Biblioth. eccl. t. I. p. II. cap. VI. et VII.) a los Papas Gelasio y Gregorio, como advierte el Cardenal Bona (de Reb. liturg. lib. II, c. VI.) 

Este mismo rito de poner secuencias en todas las fiestas de los Santos se nota en el misal de Aquileya, publicado el año 1517, y en otros MS., así de aquella Iglesia, como de la Forojuliense y Salisburgense (Salisbury), que vio Juan Francisco de Rubeis (V. diss. laud., V. et XIV.) 

Llamóse prosa en contraposición del himno, que es composición métrica, sujeta a cantidad (quantidad) y determinado número de pies: porque la prosa sólo está sujeta a la rima, y a un determinado número de sílabas, y aun hay prosas que no tienen rima ni medida de sílabas, como se ve en alguna de estas muestras del misal de Westminster. 

(6) La casulla talar redonda &c. No hallo repugnancia en afirmar esto de Valencia, puesto que en Roma en ese mismo tiempo estaban en uso las casullas de esta figura, como consta por algunas pinturas de Obispos, e imágenes sepulcrales de Sacerdotes (V. Krazer de Liturgiis, sect. III. art. VI. cap. V. n. 179). Tampoco es inverosímil que sucediese lo mismo en Venecia, donde además de la proximidad a la cabeza del orbe cristiano, acaso imitaron a los griegos, que aún hoy día conservan las casullas cerradas. 

La que usó Calixto III en la canonización de S. Vicente, y se guarda en esta Iglesia de Valencia, está cerrada hasta más abajo de los codos, rematando en punta las dos alas.