dijous, 26 de maig del 2022

CARTA XIII. De la fiesta del milagro de S. Cristóbal.

CARTA XIII. 

De la fiesta del milagro de S. Cristóbal

De la fiesta del milagro de S. Cristóbal.

Mi querido hermano: Una de las cosas notables que ofrecen los breviarios de esta iglesia es la fiesta del milagro de S. Cristóbal en el día 10 de Julio. Las lecciones del impreso en 1533 refieren la historia de este modo. 

Ejus festum Valentia X Julii celebratur, propter miraculosam ejusdem ecclesiae dedicationem. Cùm enim ecclesia, quae nunc est monialium sancti Christophori, tunc synagoga esset judaeorum, et judaei, ut fertur, ter (aquí falta algo) Christophori voce divinitùs moniti Christi fidem accipere renuissent; contigit ut dominicae nocte IX Julii anno MCCCXCl puerorum tumultu à populo interemptis judaeorum multis, reliqui ad sedem confugientes baptismum expostularint. Quare posteram die, quae Julii X fuit, ab episcopo, et omni clero, magno applausu populi, sinagoga in ecclesiam dicata fuit S. Christophori: cujus lampadarum lumine divinitùs accenso, oleo succrescente, eoque perunctis multis infirmis et sanatis, baptizati fuerunt judaeorum ad septem millia. 

En este hecho convienen cuantos han escrito del monasterio de religiosas agustinas de S. Cristóbal, que viven en dicha sinagoga desde el año 1409, trasladadas desde el segundo convento que fundaron en Alcira el año 1394: pues las establecidas por el rey don Jayme el I el año 1273 fueron transportadas cuarenta y tres años después a Xátiva al monasterio de Monsant, con el título de santa María Magdalena, como dije en mi primera carta. He visto y copiado la relación que hicieron los jurados de Valencia en el libro manual de consejos núm XIX. fol. 242, escrita el día 10 inmediato a la supuesta matanza de los judíos; y algunas cartas fechas en los días siguientes, donde dichos jurados hablan como testigos (a: Algunos de estos documentos se publicarán en el apéndice bajo el número VI.).

De estos documentos tan auténticos resulta: lo 1.° que (1) no se oyeron las supuestas voces de S. Cristóbal, de las cuales, como de un hecho tan señalado, hubieran hecho mención los jurados, así como refieren la aparición del santo mártir a un judío solo, y la visión del crucifijo a otro. 

2.° Que no fueron siete mil los muertos de los judíos, sino unos ciento, y que a esta matanza no dieron ocasión las voces de S. Cristóbal, ni menos el motín de los niños; sino el haber irritado los judíos a los cristianos con la muerte de uno de ellos.

3.° Que los judíos que había en esta ciudad, a excepción de muy pocos, corrieron ansiosos al bautismo con su rabino, y el noble Samuel Abravalla, que se llamó después Alfonso Ferrández de Vilanova (persona, entre ellos, de quien hasta ahora no he hallado más noticia); y que siguieron su ejemplo los de Xátiva, Alcira, Gandía, Liria, Cullera, Orihuela, Murviedro y Castellón de la Plana.

4.° Que con la prisa y multitud de los que se bautizaron faltó el crisma en la catedral y en las iglesias parroquiales de esta ciudad el día 13 de Julio de dicho año a la hora de comer; y que después por la tarde hallaron llenas las crismeras, aun las antiguas y deterioradas, que estaban sin uso había más de tres años.

5.° Que (2) de esta milagrosa renovación se hizo averiguación judicial por el oficial eclesiástico, y se formalizaron instrumentos públicos, deponiendo los jurados como testigos oculares. Sucedieron además nuevos milagros en confirmación del primero, que como el juez eclesiástico para examinar si era verdadero crisma el que se halló en la parroquia de santa Catalina, le vaciase en una vasija nueva, al volverle a la crismera, le halló tan multiplicado, que no pudo caber en ella. En la de san Andrés, burlándose un clérigo extranjero de la credulidad de los que tenían por crisma milagroso aquel licor, tal vez puesto con fraude, en el momento se vio seca y vacía la crismera, la cual volvió repentinamente a llenarse como antes, luego que el clérigo postrado pidió perdón de su ligereza. Iguales prodigios se vieron en Murviedro y Castellón de la Plana.

6.° Que las lámparas nuevas de la iglesia de S. Cristóbal se encendieron por sí mismas, sin que nadie llegase (sens ma humanál), aumentándose su aceite sin disminución, con el cual, ungidos los enfermos, experimentaban milagrosas curaciones

7.° Que dicha iglesia pudo intitularse de S. Cristóbal, porque un judío al principio del motín (3) vio en lo alto de la sinagoga un hombre muy corpulento y robusto (4) con un niño en los hombros, a semejanza de como pintan a S. Cristóbal (veu sobre la sumitat de la sinagoga un hom fort, gran e soberch, ab una creatura en lo coll, á semblans que hom pinta à sent Cristófol). Por lo demás, dicen, no podemos hallar quien le dio este título ni por qué causa (no podem trobar qui fó entitulador, ne perque). Y cierto no hablaran así, si hubiera dicho S. Cristóbal repetidas veces: judíos, salid de mi casa. Con esto se ve lo que hay de verdadero y de incierto en las lecciones de dicho breviario de 1533, y en Escolano y otros historiadores de este suceso, cuya variedad en la relación de sus circunstancias, y la falta de documentos, dio ocasión a los editores de las actas de los santos a que pusiesen en duda la verdad de esta historia: majorem pro historiam hujus apparitionis firmitatem desiderari, ut credi possit tamquam vera (act. ss. 25 Jul. comm. praev. in vit. S. Cristoph. § IV. n. 37).

Tampoco parece muy averiguado que la consagración de la iglesia se hiciese el día 10 de Julio de dicho año por el obispo; porque don Jayme de Aragón, que lo era entonces, estaba en la corte del papa desde el año 1388, en la cual permanecía aún en 2 de Septiembre de 1391, como se ve por la carta que los jurados le escribieron ese día, haciéndole relación de lo ocurrido, y suplicándole que volviese luego a su iglesia por el peligro en que estaban sus ovejas, o si esto no podía, procurase a lo menos que fuesen socorridas con la presencia de un correspondiente pastor (fer, le dicen, que de qualque convinent pastor sien prestament provehides); con las cuales palabras no parece poderse componer, como algunos quieren, que por ese tiempo se hallase en esta Diócesis don fr. Jayme de Formentera, del orden de S. Agustín, obispo Christopolitano, y auxiliar de esta Diócesis.

Como quiera, es difícil señalar por que tiempo empezó a celebrarse en esta iglesia la fiesta de aquel milagro. En casi todos sus misales, así MSS., como impresos, se halla al día 10 de Julio la fiesta de S. Cristóbal con misa y oraciones comunes, que nada indican de tal historia, de la cual verosímilmente hubieran compuesto parte a lo menos de los responsorios, alleluia, ofertorio y comunión, como se ve practicado en la de S. Lázaro, S. Onofre y otros con menos motivo. En el breviario MS. el año 1464, que se conserva en este archivo y en la parroquia de los santos Juanes, hay seis lecciones propias y breves al estiló de aquel tiempo, en las cuales se cuenta la vida y martirio de S. Cristóbal; pero se omite el milagro de la sinagoga, cuya primera mención es del breviario de 1533, cuando pasados 142 años, por no haberse tenido presentes los documentos donde se refiere el hecho con exactitud, pudo haber en él mezcla de algunas circunstancias inciertas, y silencio de otras ciertas y muy substanciales, cual es el aumento del aceite de las lámparas, de que hablan los jurados como testigos.

Quisiera oír tu dictamen sobre estos puntos, y sobre lo que tiempos pasados hablamos de las actas de S. Cristóbal, que han dado motivo a mutuas contestaciones de varios católicos y a impugnaciones de algunos contra los herejes, que con falta de piedad y de crítica (5), pretenden negar la existencia de este santo mártir; del cual acaso volveré a hablar otro día, si me resuelvo a decir de algunas reliquias de esta ciudad. Bueno sería poder sacar alguna copia de las más insignes: y esto espero para decidirme del todo. Valencia 30 de Enero de 1803. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Que no se oyeron las supuestas voces. Mientras que no se presenten otros documentos, parece que deben tenerse por inciertas las voces de S. Cristóbal a los judíos, repetidas, como dicen, hasta tercera vez, por guardar acerca de ellas uniforme silencio, no sólo los jurados que cuentan hasta las más menudas circunstancias del suceso, sino aun los mismos judíos convertidos, que no hubieran callado este milagro para gloria de Dios, así como publicaron otros con que se acreditaba el poder de la gracia, y justificaban ellos su prudencia en haber recibido el bautismo. En las palabras también que se ponen en boca del santo mártir hallo la expresión de que llevó en sus hombros a Cristo, cosa puesta en duda con harta razón por los editores de sus actas, como veremos luego. Escolano dio a estas voces de S. Cristóbal mayor extensión; sus palabras son estas: "estando algunos rabinos (pone rabines) y sacerdotes dentro de ella (la sinagoga) sintieron súbitamente una espantosa voz, que salía de debajo las gradas que agora son del altar mayor y les dijo: judíos, dejaos ya de ofender a Dios en seguir vuestros caminos errados, pues hasta las oraciones que aquí estáis ofreciéndole, se convierten en culpas contra vosotros, y en ruina de vuestras almas y vidas. Yo soy Cristóbal, uno de los siervos de Jesucristo, gran Rey de la gloria, que le llevé en mis hombros: convertíos a él, y doleos de vuestro obstinado error. Recibid el bautismo y desocupadme esta casa, que el Señor ordena que se dedique a mi nombre, y de su parte os amonesto que si ponéis en duda mis palabras descargará sobre todos un nublado de persecuciones, y yo derribaré vuestra sinagoga sobre vosotros. (Escolano hist. de Val. lib. V. cap. 10).

(2) De esta milagrosa renovación se hizo averiguación judicial. Entiendo que esta multiplicación (de que hay innumerables ejemplos en la Escritura e historia eclesiástica) pudo hacerse, como de otros casos semejantes juzga santo Tomás, no criando Dios nueva materia, sino convirtiendo una materia en otra, a la manera que dice san Agustín haber alimentado Cristo con cinco panes a cinco mil hombres, del modo que con pocos granos produce muchas mieses, lo cual hace no criando nueva materia, sino disponiendo el jugo de la tierra y las demás substancias que concurren a la formación del grano para que pueda servir de alimento. Y así extraña Benedicto XIV que en la Rota se hubiese tenido por de santo Tomás, y por más probable la sentencia que exige nueva creación de materia para las multiplicaciones milagrosas. (Bened. XIV. de beatif. et beator. canoniz. lib. IV. p. I. cap. 12). 

En la prueba de este milagro hallo las condiciones prudentes que ahora exige la silla apostólica, para no aventurar su juicio en materia tan delicada. 

1.° Consta que existía determinada cantidad de crisma dentro de cada ampolla: 2.° que llegó a consumirse todo este crisma en las ceremonias del bautismo solemne de los muchos conversos: 3.° que se multiplicó lo bastante para volver a llenar las ampollas luego que se vaciaron: 

4.° no aparece sospecha de fraude en este hecho, así por ser muchas las crismeras que se hallaron llenas, como por haber sucedido esta multiplicación en distintas partes y a la misma hora, y a vista de las personas principales de la ciudad, eclesiásticos y seglares: 

5.° añádese el fin de esta maravilla, que fue santo, ordenado a completar la obra de tan milagrosa conversión.

Siendo cierto este milagro, entiendo que es verdadero crisma el que se halló en las redomas, y que pudo servir para las ceremonias bautismales, como el consagrado por el obispo. Si no fuera este verdadero crisma, en vano hubiera obrado Dios esta maravilla, dirigida a que no faltase el crisma para los fines porque lo establece la Iglesia. A Dios le es fácil suplir milagrosamente por sí mismo con su bendición todo lo que necesita una materia para servir a los ministerios eclesiásticos.

(3) Vio en lo alto de la sinagoga un hombre fuerte &c. Semejante a esta es la aparición de S. Cristóbal a la virgen Friderunda que cuenta Leibnitz (de scriptoribus brunsvicensibus t. 1. pág. 580), diciendo: praestantissimum egregiae formae miraeque longitudinis gloriosissimum Christi martyrem S. Christophorum... aspexit. Ni de aquí se infiere que realmente hubiese sido gigante S. Cristóbal, que de esto hablaremos después. Suele Dios acomodarse a las opiniones del pueblo en lo que no es contra la verdad, y no lo es que S. Cristóbal hubiese sido gigante en el espíritu, esto es, en la fortaleza y las demás virtudes, que es lo que quiso manifestar al que vio esta visión, caso que fuese cierta. No son nuevas estas figuras simbólicas en las apariciones. S. Gregorio M. cuenta que S. Benito vio subir al cielo a santa Escolástica en forma de paloma, y a S. Germán, obispo de Capua, en un globo de fuego, y dos de sus monjes le vieron a él en su muerte subir por un camino muy adornado e iluminado con lámparas. Pudiéramos añadir la aparición simbólica de Benedicto IX, que da por cierta Baronio con la autoridad de Humberto y de S. Pedro Damiano. (Baron. ad ann. 1054), y la de Inocencio III a santa Lutgarda, atestiguada por Spondano (ad ann. 1216): Pagi (vit. Innoc. III n. 110): Fleury (hist. eccl. lib. LXXVII), y 

otros críticos; pero no es de nuestro propósito entrar en estas contestaciones (V. acta ss. 16 Junii vita S. Lutgardis, et Jac. Sicommar. not. XXV vitae S. Bartholom. IV. abb. Cryptae ferratae ex vet. cod. edit.) 

Traigo esto para probar que en las apariciones caben símbolos, y que de ellas nada puede deducirse sobre la inteligencia literal de todas sus circunstancias. ¿Qué hubiera de verdad en la visión de Daniel, si entendiésemos materialmente la descripción que hace la santa Escritura de aquel varón que se le apareció vestido de lino, y ceñido con un cinturón de oro? Otro tanto digo de los ángeles que en figura humana aparecieron a Lot, a Abraham y a Tobías. 

(4) Con un niño en los hombros. Molano y Solerio tienen por fábula el diálogo que se cuenta en la leyenda de oro, entre S. Cristóbal y el ermitaño que le exhortó a que pasase los caminantes por un río, con cuya ocasión mereció llevar sobre sus hombros a Cristo en figura de un niño pasajero.

Añade Molano que esta es una representación simbólica ad significandum quod sicut homine, sic et re fuerit verus Christophorus, sive Christiferus: y Vidas dice: Christophoro, infixum quod eum usque in corde gerebas. 

- Pictores Christum dant tibi ferre humeris.

Otros creen que este paso no fue por río, sino por el mar, lo que es de todo punto inverosímil: y el obispo Vidas atribuye a esta opinión el haber supuesto en S. Cristóbal la estatura gigantesca.

Quem gestans quoniam multa es perpessus amara 

Te pedibus faciunt ire per alta maris, 

Id quia non poteras nisi vasti corporis usu, 

Dant membra immanis, quanta gigantis erant. 

(5) Pretenden negar la existencia de este santo mártir. Chamiero (epist. jesuit. p. 46), Stigelio (carm. de S. Christoph.), y Chytreo (in onom.) y otros sectarios tienen por fábula, no sólo cuanto se refiere de la vida y martirio de S. Cristóbal, sino también de la existencia del santo, dando por cierto que la ignorancia del pueblo y la desidia de los pastores ha dado lugar a que este, que ellos llaman sagrado emblema, se transforme en imagen de un santo mártir, distinguido con el nombre de S. Cristóbal (Christophorus), con que debió significarse en alguna pintura jeroglífica un valeroso y esforzado predicador, o un intrépido confesor de la fe. A cuya sentencia parece haber inclinado Juan Pierio en sus jeroglíficos (lib. XV, in fin.)

Esta duda de la existencia de S. Cristóbal es infundada y temeraria, constando por testimonios de muy remota antigüedad el culto de este santo mártir en la Iglesia de oriente y occidente. A pesar de esto, no podemos menos de confesar la gran variedad con que de su vida y martirio hablan los escritores antiguos y modernos. Los griegos, que hacen su fiesta a 9 de Mayo, dicen que fue bautizado por S. Babilas, el antioqueno, y que padeció en la persecución de Decio. Los antiguos martirologios geronimianos, Floro, Usuardo y Adón, y otros del siglo IX, ponen su fiesta a 25 de Julio en Lycia, otros en Sicilia, otros en Samón o Amón, Salmón o Salmos, que Adón y Usuardo dicen pertenecer a Lycia, y Tillemont llama ciudad desconocida, y por ventura es el famoso pueblo de Grecia, junto a la Calabria ulterior, que ahora llaman Creepacuore, o la isla de este nombre en el mar Egeo, vulgarmente llamada Samandrachi, o tal vez la otra isla de Samos enfrente de Efeso, en el mar Icario o de Nicaria, conocida con el título de Samos Junonia, por el culto que en ella se daba a Juno. Aun pone de peor condición esta controversia la credulidad de nuestro Bivar, que engañado por el supuesto cronicón de Máximo, y dando por cierto que el Samos de S. Cristóbal es lo mismo que Solima, dice, que del nombre de aquella ciudad se llamaron solimos sus moradores; cuyo sueño desvaneció Solerio con el testimonio de Homero y de Strabon (Estrabón) (act. ss. 25 Jul. diss. praev. laud. §. VII, núm. 78. 79). Mombricio, Pedro de Natalibus, Surio, Vicelio están muy discordes en los hechos de este santo mártir.

Tillemont, por unas actas MSS., que dice haber leído de nuestro santo, juzga que hay en ellas mezcla de fábulas. Bolando fue del mismo parecer. Solerio lo demuestra por el cotejo de grandes contradicciones que halló en los varios códices de ellas que pudo haber a la mano (diss. laud. §. 10. 11.), y Baronio añade que nada halló mejor sobre S. Cristóbal que lo que se lee en el oficio mozárabe. Pero esta corrupción de las actas de S. Cristóbal en nada perjudica a la verdad de su existencia. ¿Cuántas falsedades se han mezclado en las vidas, no diré de san Pantaleón, de S. Jorge, de santa Catarina, de santa Margarita, de santa Cristina y de otros santos de los primeros tiempos; sino aun de S. Isidoro y de sus santos hermanos, y aun de S. Vicente Ferrer? Serario dejó sólidamente establecida esta verdad. 

Belarmino, tratando este punto (de ss. beatitudine lib. I, cap. 20.) contra los herejes, dice: sanctorum quorundam historias apocryphas quidem et incertas esse, non tamen propterea sanctos ipsos numquam fuisse. 

La estatura gigantesca de S. Cristóbal nada tiene de inverosímil, si damos por cosa sentada, como lo es, la existencia de los gigantes antiguos, y aun de personas de extremada altura entre gentes de estatura regular. La estatura agigantada de Og, rey de Basan, puede colegirse de su cama, que tenía nueve codos de largo, como está escrito en el Deuteronomio. Solus quippe Og rex Basan resisterat, de stirpe gigantum. Monstratur lectus ejus ferreus qui est in Rabbath filiorum Ammon, novem cubitos habens longitudinis, et quatuor latitudinis, ad mensuram cubiti virilis manus (Deuter. III. II). San Agustín (de civ. Dei lib. XV. cap. 9) dice: antiquorum magnitudinis corporum, inventa plerumque ossa, quoniam diuturna sunt, etiam multò posterioribus saeculis produnt. 

(Aquí me viene a la memoria San Balandrán, y el gigante de la película vasca Handia, además del valle de Baztán : rey Og de Basan)

El mismo santo doctor (ib. cap. XXIII.) dice que en Roma poco antes de la invasión de los godos hubo una mujer corpore quodam modo giganteo... ad quam visendam mirabiles fierent mortalium conventus. 

Nicéforo (hist. eccl. lib. XXIV. cap. 37.) cuenta que en el imperio de Teodosio nació en la Siria un gigante que tenía de alto cinco codos y un palmo, y que se llamaba Antonio: y que en su tiempo vivió, y que también le vio, un hombre de semejante estatura. Y esto sin retroceder a Heródoto (lib. I), que del cadáver de Orestes dice que tenía siete codos: ni a Plinio (hist. nat. lib. VII. cap. 16), que asegura que en Creta se halló otro cadáver de 46 codos; y que en el imperio de Claudio se trajo de Arabia otros de más de cuatro brazas; ni a Julio Salino (polyhistor. c. V. et XIV), y Apolonio Tyaneo (ap. Philostrat. lib. V), que aseguran haberse hallado otros tales cadáveres en varios sepulcros.

Gerónimo Magio (diss. de gigantib.), dice: Melchior Guilandinus Borussus.... mihi narravit se, cùm anno à Christo nato 1559 in Africam captivus esset perductus, Juliae Caesareae calvariam gigantis mirae magnitudinis vidisse, quam hispani duo identidem captivi, dum aratro terram prosciderent, exarassent... Hujus autem calvariae ambitum spithamarum fuisse undecim idem retulit, seque ab hispanis illis, cum mox diligentius de re percunctaretur, audivisse eodem loco, quo calvaria illa reperta esset, reliqua etiam cadaveris ossa mirae, ut symmetriae ratio exposcebat, magnitudinis superfuisse. Y poco después. Venetiis in cruciferorum ecclesiam asservatur os femoris divi Christophori, licet parte ex altera comminutum, tantae magnitudinis, ut eorum quae de viri hujus proceritate legimus, fides visu adstrui possit. Y luego. Nostram etiam aetate Paulum III pont. max. ossa quaedam humana monstrosae magnitudinis habuisse, non obscurae fidei aulici mihi narrarunt. Pero aún esta estatura de S. Cristóbal y las demás 

circunstancias con que se le pinta, no había inconveniente en que las tuviésemos por simbólicas, para denotar la alteza y fortaleza de espíritu con que este santo varón llevó a Cristo en su cuerpo por entre las aguas de las tribulaciones y calamidades presentes, como lo notó Vidas en su himno.

A Jesucristo mismo es muy común en el lenguaje de los PP. y DD. llamarle gigante, tomando este nombre de la comparación simbólica de David, exultavit ut gigas, para significar la fortaleza de su omnipotencia en la protección y salvación de los suyos, en cuyo sentido le llama un himno antiguo suae gigas ecclesiae (ap. Clyctoveum elucid. p. I. in hymn. Fit porta), o para denotar la unión de las dos naturalezas en la persona del Verbo. Así le llama S. Ambrosio gigantem.... biformis geminaeque naturae, cuya autoridad alega el sínodo de Francfort, recordando a los obispos de España un himno de la natividad del Señor, en que aquel padre vuelve a llamar a Cristo: geminae gigas substantiae (V. Teophil. Rayn. de Christo lib. I. n. 13. seq.) De esta especie de símbolos, respecto de los santos, quedan aún mayores vestigios en la antigüedad eclesiástica, no ya en los escritos, sino en estatuas y pinturas: tal es, por ejemplo, la imagen del dragón hollado y alanceado, y arrojado al mar por Constantino y sus tropas, que dice haber visto por sus ojos Eusebio Cesariense (de vitam Constant. lib. III. cap. 3). Símbolo del triunfo que con su conversión consiguió él de satanás, llamado serpiente y basilisco y dragón en la divina Escritura. Tal es el otro cuadro dado por una persona desconocida a Senodo, subdiácono de la iglesia de Uzala, en que estaba pintado S. Esteban en ademán de llamar a la puerta de la ciudad con el ástil de la santa cruz, y de arrojar de ella y de oprimir debajo de sus pies un dragón de fuego, que el día anterior se había visto en el aire (Evod. episc. Uzal. de miraculis S. Stephani libro II. c. 4). 

Semejante a estas es la pintura de S. Jorge a caballo, alanceando a un dragón, y librando de sus garras a una humilde doncella; símbolo que no perjudicando en nada a la verdad de la existencia de este santo mártir, como dicen Serario (litan. lib. III. q. 20), y Teophilo Raynaudo (simbol. antonian. §. I.) contra Lutero, Melanton y otros herejes, denota su patrocinio respecto de alguna región que le implora, como juzga Baronio (martyr. 23 April.), o la defensa que presta la Iglesia contra el dragón infernal, que es la opinión de Villavicencio (de ratione stud. theol. c. VII).

Otro tanto debe decirse de la pintura del arcángel san Miguel pisando un dragón con espada desenvainada en la mano derecha, y un peso en la izquierda, cuyos símbolos, conformes a la verdad de la religión, explicó Teophilo Raynaudo (de Christo lib. V. sect. 4. c. 7. et symbol. anton. §. I. n. 4.), desvaneciendo los recelos de Molano (hist. imag. lib. III. c. 39), y la equivocación con que nuestro Blas Viegas (in Apocalyps. c. XII. comm. I. sect. XVIII. n. 7.) colige de esta pintura que S. Miguel ejerce el juicio particular. Tal es la pintura de un león en los cuadros de san Gerónimo, bien sea para denotar su amor a la soledad, como juzgan Molano (de imagin. lib. III. cap. 42) y Petreyo (ad cronic. carthusiens. Dorlandi lib. III. §. 5), o su generoso esfuerzo e intrepidez contra los luciferianos, pelagianos y otros herejes, como juzga Baronio (annal. ad an. 420). Otro tanto puede decirse del fuego y del puerco que suelen añadirse en los cuadros de S. Antonio abad, denotando el puerco sus victorias contra el demonio, atestiguadas por S. Atanasio; y el fuego su fervor en la práctica de las virtudes, o su experimentado patrocinio contra la enfermedad del fuego sacro, llamada después vulgarmente fuego de S. Antón, y más conocida con el nombre griego herpes, o contra la llama de la lujuria, como cree Gerson (p. IV. serm. de S. Anton. consid. 3), o contra los ardores del infierno, que es la sentencia de santo Tomás (in 4. dist. 45. que. 3. art. 2. ad 2); bien que aun esto lo entiende Raynaudo de la erupción cutánea de las herpes, a la cual en un himno de S. Antonio se la llama infernalis herpes, y contra cuyo estrago, que en algunos reinos de Europa fue horrible, especialmente en los siglos XI y XII, invocó la Iglesia la intercesión de este santo abad, diciéndole en una de sus oraciones: Deus, qui concedis obtentu beati Antonii morbidum ignem extingui, et membris aegris refrigeria praestari.

Por estas muestras se ve que estando autorizada por la Iglesia la práctica, no sólo de mostrar con expresiones simbólicas las virtudes de los santos, sino de adornar con símbolos y jeroglíficos sus mismas imágenes; no fuera extraño que hubiera seguido esta costumbre en las estatuas y cuadros de S. Cristóbal. A pesar de estas tan sólidas reflexiones intentó Serario probar que sin este recurso a los símbolos usados por la antigüedad eclesiástica, puede darse por cierta la estatura agigantada de S. Cristóbal, en lo cual apenas hay quien le siga. Imposible no es, ni aun inverosímil; pero no es cosa averiguada. Nuestro Interián de Ayala establece sólidamente esta exposición simbólica de la supuesta estatura de S. Cristóbal, y alega unos versos latinos de la catedral de Sevilla, escritos en el siglo XVI, por donde se ve que esta era opinión recibida en España (pict. christ. lib. VII. cap. 2). 

catedral de Sevilla


CARTA XV. Noticias de las escuelas literarias de Valencia desde su conquista.

CARTA XV. 

Noticias de las escuelas literarias de Valencia desde su conquista. 

Mi querido hermano: La universidad de Valencia, cuyo estado antiguo deseas saber, no debe su origen, como otras de España, al poder de algún príncipe, sino a los conatos de algunos pocos sabios, y de un magistrado celoso, que venciendo lentamente los esfuerzos de la ignorancia, pudieron al fin zanjar y levantar este edificio tan útil al reino y a la nación. Casi tres siglos pasaron después de su conquista sin poderse verificar el establecimiento tan suspirado; no siendo acaso el menor estorbo la prepotencia de la universidad de Lérida, única por entonces en la corona de Aragón. Mayor fue la prudencia que mostraron ambos cabildos eclesiástico y secular en allanar las dificultades nacidas del derecho que ambos pretendían tener al establecimiento de los estudios: estos dos cuerpos pueden tener la gloria de haber criado esta escuela sin auxilio alguno de mano extranjera. Cuanto más agradable es la vista de un terreno fertilizado con los sudores y afanes del pobre labrador, que las perspectivas y concertadas arboledas de un jardín plantado de un golpe por la mano de un poderoso; así creo que te agraden las noticias que he recogido de esta universidad, donde fuiste educado, considerados sus pequeños principios, y los pasos por donde ha llegado a la grandeza que hoy tiene. Poco ha aliviado mi trabajo el libro que publicó en 1730 el canónigo de esta iglesia don Francisco Ortí Figuerola, intitulado memorias históricas de la universidad de Valencia; porque este escritor ocupado principalmente en publicar la vida de los literatos hijos de esta academia, olvidó o no pudo recoger todas las noticias anteriores a su erección. Algo más debo en esta parte al tratado que dejó MS. el padre fr. Joseph Texidor de los estudios antiguos y modernos de Valencia; bien que de esta obra sólo pude ver cuatro cuadernos sueltos, y aun esos rápidamente y en breves instantes, que no permitió más su poseedor. El principal caudal he recogido del archivo de esta muy ilustre ciudad por favor de su secretario don Joaquín Mascarós. Justo es que sepas los nombres de los buenos españoles, que pospuesta toda pasión o preocupación, coadyuvan a mis trabajos poniéndose de parte de nuestro fin, que es el lustre de la nación y el adelantamiento de la literatura. La primera memoria que hay de escuelas en esta ciudad después de su conquista es del año 1240, en que el obispo Ferrer de Sanmartí con su cabildo, distribuyendo entre sí las rentas, cargos &c., señalaron al preceptor, que entonces era un maestro Domingo, doscientos besantes (a), y el cargo de cuidar de la escuela de la ciudad. 
(a) Como son tan varias las opiniones acerca del valor de los besantes, singularmente de plata, que eran los que señalaban al precentor (así se lee), he querido copiar lo que dice el padre Texidor en sus antigüedades de Valencia (lib. I. c. 18) para fijar lo que valía esta moneda a mediados del siglo XIII: “en el archivo (dice) del real monasterio de Valdigna encontré una escritura en pergamino, que pasó ante Arnaldo Astruch, notar¡o en Valencia, en el mes de Mayo (no dice el día) del año 1254, en ka cual Guillem de Varre, como procurador de Gómez de Muñoz de Terhuel (así se lee), ajustando cuentas de lo que Ramón de Mirambell había recibido y entregado de cuenta, de dicho Gómez, le alcanzó seis mil besantes de plata: et muntant (son palabras de dicha escritura) viginti quatuor millia, et trecentos septuaginta et quinque solidos regalium Valentiae ad rationem quatuor solidorum et unius denari minus pugesa computato besantio. Tenemos pues que en el mes de Mayo de 1254 cada besante de plata valía cuatro sueldos y un dinero menos una pugesa, que es lo mismo que cuatro sueldos y tres cuartos de dinero valenciano, llamados reals de Valencia, que batió el rey don Jayme el conquistador. 

Así consta de la escritura que autorizó Pedro Salvat, notario de dicho obispo en la sacristía de la Seo, a 23 de Junio de dicho año, cuya copia se halla en el libro llamado de la Bisbaliia, fol. 8, que se guarda en el archivo de dicha iglesia, donde se lee: in praecentor autem ita statuimus et ordinamus quod praecentori asignat (assignat) episcopus ducentus besantios in sua parte reddituum vel in primitiis ecclesiarum aliquarum. Item assignamus ei scholam civitatis. No parece que estas palabras deban entenderse de escuela erigida en esta iglesia, tal que pudiera llamarse escuela del obispo o del cabildo. Porque en esta clase no se erigieron hasta pasados algunos años; es a saber, la de gramática en 1259, y la de teología en 1345: cumpliendo en la primera época con el precepto del concilio lateranense III, cap. 18, y en la segunda con el del lateranense IV, cap. II. Y pues entonces dicen expresamente que estas dos cátedras debían regentarse en la iglesia, y en la otra anterior consignación de escuelas sólo se dice: scholam civitatis, no hay fundamento para afirmar que fue escuela erigida en esta iglesia, ni aunque la regentase el mismo chantre; sino que probablemente se le encomendó el cuidado, o digamos superintendencia de las que se iban estableciendo en la ciudad. Según esto no es fácil averiguar qué escuela pudo ser la que regentó S. Pedro Pascual en esta iglesia, siendo su canónigo por tiempo de un año hacia el 1250, cosa que aseguran unánimemente los escritores de su vida y de la historia general de este reino, fundados en las palabras que el santo dejó escritas en la prefación de su biblia parva, donde dijo que había enseñado por espacio de treinta años teología y otras ciencias. Si esta serie de años se han de entender sin interrupción alguna, y sí esta pudo tener lugar en el único año de su prebenda, no estoy para averiguarlo ahora, ni creo que sea fácil. Lo que consta es que el obispo don fr. Andrés de Albalat decretó con su cabildo que hubiese en esta catedral un maestro que enseñase la gramática, que esto fue, como dije, en el año 1259. En el epítome de las constituciones de esta iglesia, tit. IX, se leen estas palabras: eadem constitutione statuerunt unum magistrum qui regat scholas in grammatica in ecclesia, expensis domini episcopi et capituli. Hállase esta constitución en la colección del cardenal Aguirre tomo IV. pág. 180. 

No dejó de contribuir a estos establecimientos del clero el celo y ejemplo del rey don Jayme, que apenas conquistada la ciudad, trató de establecer y fomentar en ella toda suerte de ilustración. Ortí publica en su libro un breve del papa Inocencio IV, dado en León a 15 de Julio año tercero de su pontificado, que fue el de 1245, por donde consta el proyecto que había formado dicho rey de erigir en esta ciudad un estudio general: cum tu, le dice el papa, ferventi cupias animo in ipsa civitate Valentia studium ordinari, quod utique non solum regno praedicto, sed aliis etiam vicinis erit utile; y seguidamente concede a todos los maestros eclesiásticos que en él se hallasen empleados la libre percepción de los frutos de sus beneficios, a excepción de las distribuciones cotidianas (quotidianas). Hizo además este rey un fuero sobre la libertad de escuelas, el cual, como diré después, hallé alegado por los jurados en una deliberación del año 1374. Por ser esta la única noticia que pude adquirir del tal fuero, me costó gran trabajo el buscarle en la colección de los de esta ciudad y reino. Al fin le' hallé en el libro IX, título de metges, apotecaris è speciers. rub. XXXII, n. 17, y dice así: atorgam que tot clergue ò altre hom pusque francament, è senstot servi è tribut tenir studi de gramatica ede (e de) totes altres arts, è de fisica (medicina) è dret è canonich en tot loch per tota la ciutat. Si la intención primera del rey don Jayme fue erigir un estudio general, como parece por el breve del papa Inocencio, algunos estorbos debió de experimentar en ello cuando se vio obligado a establecer un fuero tan opuesto en sus efectos a los que se propuso en su primer plan de estudios. Lo singular es que sobre no haber logrado el establecimiento de escuelas generales, ni aun esa libertad de enseñar todas las artes y ciencias, tuvo efecto en esta ciudad por espacio de muchos años, permitiéndose en ella solamente las escuelas de gramática y lógica hasta el de 1345. Prueba esto un privilegio del rey don Jayme II, dado en Barcelona a 30 de Abril de 1319, cuya copia he visto en un códice MS. en vitela, que contiene los privilegios concedidos a Xátiva, y posee en aquella ciudad el señor don Manuel Jordán. En este documento se ve que el justicia de Xátiva se oponía a la erección de escuelas de gramática y lógica, pretextando la prohibición real de que se enseñasen la filosofía, medicina, derecho canónico y civil en otras ciudades más que en la de Lérida. (Esta universidad es del año 1300)

El rey, suponiendo subsistente y dejando en su vigor esta prohibición, declara que no fue su ánimo extenderla a las escuelas de gramática y lógica, y en su consecuencia manda que se establezcan en Xátiva, como lo estaban, en otras villas y ciudades de sus dominios. De este documento, que para mayor ilustración de este punto va copiado al pie (a), resulta que a los principios del siglo XIV sólo en Lérida se permitía enseñar dichas facultades mayores, y que en Valencia no había más estudios que de gramática y lógica: digo estudios, que establecidos o autorizados por el gobierno civil o eclesiástico, mereciesen el nombre de públicos. 

(a) Carta com se po gues en Xativa legir gramatica et logica. Jacobus Dei gratia, rex Aragonum, Valentiae, Sardiniae, et Corsicae, comesque Barchinone, ac sanctae romanae ecclesiae vexillarius, amirantus, et capita neus generalis: fideli nostro justitiae Xativae aliisque officialibus nostris, vel eorum loca tenentibus ad quos praesentes pervenerint, salutem et gratiam. 

Cum ad audientiam nostram ex assertione pro parte juratorum et universitatis villae Xativae nobis facta pervenerit quod vos praetextu inhibitionis et mandati per nos facti nequis in civitatibus aut villis ditioni nostrae subjectis, praeterquam in civitate Ilerdae (aún se pronuncia Lleidae) sub certa poena audeat docere seu audire jura canonica vel civilia medicinam aut philosophiam, inhibetis ne in villa Xativae legantur grammaticalia et logicalia, et nos velimus quod sicuti in civitatibus et villis aliis ditionis nostrae grammaticalia et logicalia leguntur impune, sic in dicta villa Xativae legi permittantur, cum intentionis nostrae non sit inhibitionem praedictam ad grammaticalia et logicalia se extendere. Idcirco vobis  dicimus et mandamus quatenus permittatis in dicta villa Xativae grammaticalia et logicalia absque impedimento aliquo legi et doceri, et a legentibus seu audientibus poenam aliquam minime exigatis. Data Barchinone pridie kalendas Madii, anno Domini millesimo CCC nono decimo. 

Verdad es que por aquellos tiempos hubo en esta ciudad personas doctísimas de todos estados. Los conventos, singularmente el de santo Domingo, conservan en sus archivos memorias auténticas de muchos religiosos profesores de las lenguas árabe y hebrea, teólogos y oradores eminentes. Mas nada de esto prueba que hubiese estudios públicos de las ciencias eclesiásticas. Por lo que toca a la medicina se infiere lo mismo del decreto del rey don Alfonso IV de Aragón, expedido en 1329, en que manda que se elijan cada año dos médicos examinadores de los que pretendiesen ejercitar esta facultad en Valencia y su reino; y encargando que sean fisichs de auctoritat, no hace mención, como parecía regular, de los maestros que enseñasen esta arte por encargo del gobierno, ni aun de los que tenían escuelas separadas a su arbitrio (a: Vid. Collect. foror. regni Valentiae libro IX. rúbrica 32, número 4.). Lo mismo debemos conjeturar de las demás facultades, mientras no se descubran documentos que prueben lo contrario. Pasado el primer siglo, después de la conquista de esta ciudad, ya se muestra muy otro en ella el estado de la literatura. En el año 1345, a 30 de Marzo, el obispo don Raymundo Gastón instituyó en la catedral una lectura pública de teología. Esta es la memoria más antigua que nos queda de cátedra de esta ciencia, erigida y dotada perpetuamente en esta capital en la escritura de su erección, que publicó Diago (hist. de la prov. de Aragón lib. I. cap. 21), se estableció que fuese perpetuamente regentada por religiosos dominicos, y que se diesen al profesor doce libras en reales cada año por el obispo, y por cada uno de los doce pabordres veinte sueldos en su mes. 

Así se cumplió por espacio de un siglo, comenzando en el año sobredicho fr. Guillermo Anglés, y leyendo hasta el de 1368. Siguiéronse fr. Juan Matheu hasta el 1380: fr. Juan Monzó, natural de Valencia (a), hasta 1385: S. Vicente Ferrer hasta 1390: fr. Antonio Canals, y por su ausencia su hermano fr. Pedro Canals, hasta 1405: fr. Juan Çaera hasta 1427, y fr. Arnaldo Corts hasta 1443. Muerto este último en Agosto de ese año, a 11 de Septiembre del mismo, el vicario general del obispo don Alfonso de Borja y el cabildo resolvieron que en adelante, excluidos los religiosos, regentasen dicha cátedra un canónigo o beneficiado de la catedral, y en su defecto cualquier clérigo de la Diócesis que estuviese graduado. Así se lee en el epítome constitut. sed. Valent. t. X. 

(a) Sobre las razones que alega Ximeno en su biblioteca tom. I. pág. 17 para probar que este religioso tan célebre, es natural de Valencia, y no de Monzón, como pretenden los aragoneses, tengo a mano una deliberación del consejo general de esta ciudad de 4 de Abril de 1375, en que se resuelve dar a dicho fr. Juan Monzón cien florines de oro para su viaje a París, y más doscientos para que se graduase de maestro en teología, y entre los motivos de esta donación alega el consejo el ser dicho fr. Juan natural de Valencia: è encara (dice) perço com es natural de la dita ciutat. Con esto se responde a Latasa, el cual en su biblioteca antigua de escritores aragoneses (tom. 2. p. 91), desentendiéndose de todos los argumentos de Ximeno, muchos de los cuales es cierto que no pasan de conjeturas, sin alegar uno siquiera que merezca este nombre, quiere hacerle natural de Monzón, fiado sólo en el testimonio de los PP. Quetif y Echard, y en la identidad de su apellido con el nombre de esta villa. Pero cualquiera ve cuan poco vale todo eso en contraposición de una prueba tan decisiva como la que he dicho. 

Esta lectura cuya provisión pertenecía al obispo y cabildo, no se tenía, como algunos creen, en el aula capitular de esta iglesia, la cual no se construyó hasta pasados trece años, en el de 1358, sino en la casa llamada de la almoyna, o limosna, domini de capitulo (dicen las constituciones tit. VI) ordinarunt quod in domo eleemosynae (elemosina : almoina) sedis non possit legi scientia cuiuscumque facultatis existat sive legum, sive canonum, nisi dumtaxat theologica, quae ibidem legi est consuetum. De estas palabras consta también que sólo se permitía enseñar teología; mas que esto se hiciese por el texto del maestro de las sentencias, consta por una carta que he visto en el archivo de esta ciudad (tomo VII de cartas), en la cual los jurados, con fecha de 29 de Enero de 1401, exponiendo al papa Benedicto XIII (Luna) los méritos del actual lector fr. Pedro Canals, dicen de él lo siguiente: eum libenter assumpsit (capitulum) ejusdem Valentinae ecclesiaein lectorem, in qua per duos annos elapsos, et tertium in quo sumus, tenens cathedram magistralem, legendo sententias, jam circa finem IV libri existens &c. 

Parece que con el establecimiento de esta cátedra dispertaron (despertaron) los ánimos de algunos maestros, y se movieron a abrir estudios de otras ciencias y artes. Por lo menos hacia los años 1373 se ven ya autorizadas por el gobierno, junto con las escuelas de gramática y lógica, las de otras artes, aunque no las especifica la deliberación del consejo general de 4 de Marzo de este año, que he copiado del manual número XVI, fol. 136 (a). Mándase en ella a los jurados que del dinero común compren una casa donde se reúnan todos los estudios, con lo cual se remedie la incomodidad que padecían los maestros, especialmente el llamado del capitol, y que andaban con sus escuelas divagando por la ciudad, sin hallar casa conveniente para la enseñanza. Si por maestro del capitol entendían el de la catedral, sería el profesor de gramática, que ya más de un siglo tenía esta iglesia, y no el de teología, cuya cátedra, como dije, tenía su asiento fijo en la almoyna, que era casa perteneciente a la iglesia desde los tiempos del obispo don fr. Raymundo Despont, a fines del siglo XIII. Por otra parte parece que hacia el mismo tiempo se suscitó cierta competencia entre el obispo y el magistrado sobre el derecho de establecer y arreglar las escuelas. 

(a) Dice así: "anno M. CCC. LXXIII die veneris de mane IV mensis Martii.... Item com fos proposat en lo dit consell que com les escoles de gramatica è logica è daltres arts ques mostren en la dita ciutat, no haguessen loch cert, ne alberch propri, e perço ses devengues (ses + salto línea + s'esdevengues) quels maestres, è specialment aquell qui es appellat de capitol havien a discorrer ça è la per diverses parts de la ciutat a cercar e trobar alberch e comunament, non podien haver, almenys covinent ò tal com pertany à escola, è per aquesta raho los escolans fills dells bons homens de la dita ciutat, e altres perdien lus (lur, lurs : su, sus) temps en havien altres dan a vegades. Per tal lo dit honrat consell volent provehir a aquesta indempnitat, ordena e comana als honrats jurats de la dita ciutat è à la maior part daquells que de la pecunia comuna de la dita ciutat compren un alberch pera les dites escoles, aytal è segons que a la saviea è discrecio lur o de la maior partida dells sera mils vist esser faedor.” 

Llegó el negocio a términos que el obispo don Jayme de Aragón echó mano de las excomuniones, y mandó encarcelar a un Pedro Costa, bachiller en artes, que por encargo de la ciudad tenía escuela en la casa que para este fin se había comprado en la parroquia de S. Bartolomé. A esta pretensión y a los procedimientos que de ella dimanaron se había ya opuesto el magistrado en 14 de Agosto de 1374; pero con mayor energía el domingo 17 de Septiembre siguiente, en que el consejo general protestó por medio de mensajeros al señor obispo esta violencia, y lograda la libertad de Costa, mandó se publicase el día siguiente un pregón, en el cual se mandaba que nadie se opusiese a la libertad concedida en esta parte por los fueros y privilegios antiguos, y en su cumplimiento pudiese cualquier clérigo o lego enseñar libremente donde y como le pareciere la gramática y otras artes, entre las cuales expresan la medicina y el derecho civil y canónico. Aludían en esto al fuero ya alegado del rey don Jayme I (a). 

(a) En el manual de consejos del archivo de esta ciudad núm. 16. fol. 220 se halla el pregón mandado publicar en la forma siguiente. “Ara ojats queus fan saber los honrats justicia, jurats, consellers e prohomens de la ciutat de Valencia, que com alcuns hajen intencio que escola o estudi de gramatica, o daltres arts en la dita ciutat nos puxa, nes deya tenir sino en cert nombre, o en certa manera, lo contrari de la qual cosa es ordenat expresament per fur: per tal a tolre la dita intencio los dits justicia, jurats, consellers e prohomens dels quals se pertany notificar los furs, privilegis, e libertats de la dita ciutat, e aquells defendre e matenir (mantenir); ab la present publica crida intimen e notifiquen a tots en general que per expres fur antich es ordenat e atorgat que tot clergue o altre hom puixa franchament e sens tot servy è tribut, tenir studi de gramatica o de totes altres arts e de fisica, e dret civil e canonich en tot loch per tota la ciutat: lo qual fur e coses en aquell contengudes los dits justicia, jurats, consellers e prohomens volen esser observades, e entenen aquelles legudament (degudament : debidamente) defendre e mantenir, si per alcun o alcuns era assajat lo contrari.”  

No es difícil calcular los daños que debía producir esta libertad verdaderamente opuesta a los progresos de la literatura, fomentada antes al parecer con la reunión de las escuelas. Aun cuando los maestros que las querían abrir sufriesen el correspondiente examen de su suficiencia, y se tomasen otras precauciones oportunas, era casi imposible que abierta una vez la puerta a muchos maestros, no se abriese igualmente a la división de sistemas y partidos; y siendo regular que en esta situación cada maestro intentase humillar a sus rivales, bien se echa de ver cuan poco medrarían las ciencias y artes por este medio. Al contrario, podía esperarse que la reunión de todas las escuelas en un cuerpo de universidad proporcionase a la juventud una instrucción ordenada y metódica, cual es la que nace y se perfecciona bajo unas mismas ideas. Cierto es que si este plan fuese parto de la ignorancia vendrían a ser las universidades los baluartes más inaccesibles al buen gusto y a la sólida literatura. Los sabios de aquel tiempo, a quienes tocaba remediar un daño sin ocasionar otro, trabajaron inútilmente mucho tiempo en unir estas escuelas separadas.

Con este objeto encargó varias veces el magistrado que se formasen nuevos estatutos. En 28 de Septiembre de 1389 mandó el consejo general que dos juristas, dos médicos, cuatro notarios y algunos prohombres de la ciudad examinasen los que había formado Pedro Figuerola, maestro en artes y en medicina; y a 12 de Octubre del mismo año resolvió que fuesen puestos en ejecución, siendo aprobados por el obispo y cabildo. Ambos acuerdos he visto en el manual de la ciudad, núm. 19, mas con el dolor de no hallar copiados allí los estatutos. Lo mismo me ha sucedido con otros que se presentaron en 27 de Septiembre de 1399, dispuestos por el célebre fr. Francisco Eximénez, de la orden de S. Francisco, Micer Pedro Catalá, licenciado en decretos, Francisco Tallat, licenciado en leyes, y Salvador Ferrando, notario (manual 21. fol. 294). No bastando tampoco estas constituciones para el provechoso establecimiento de las escuelas, la ciudad, que no perdía de vista objeto de tanta consideración, encargó de nuevo su reforma y arreglo en 28 de Febrero de 1410 (a). 

(a) En el manual 23 fol. 201 en el día y año dichos se lee la siguiente deliberación: "E deduhits en relacions los adops, correccions, e melloraments que merexien les escoles de arts e de gramatica e logica e filososofia de la ciutat de Valencia, axi en los maestres e cambrers, e lectura de aquells e studi, e doctrina, e salaris, e regiment, lo consell delibera, concorda e provehi recomanant als honorables jurats que tots o part dells ensemps ab los honorats Micer Guillem Strader, En Salvador Ferrando e En Pere Carcassona, e altres homens de sciencia quels pareguen esser apelladors, e deure entrevenir en lacte, sabessen los feyts e veessen, e mellorassen, e ordenassen en e de les dites escoles en lo cap, e en los membres per raho del studi, e doctrina, e salaris ço quels paregués esser fahedor, e deure esser possat (posat : puesto) en tall, e orde, e regla e manera bona a instruccio, e doctrina, e bones costums dels fills de la ciutat, heu (e ho) reduissen en memoria per capitols referidors al consell de la ciutat.”

Mas ni aun esta diligencia bastó ni bastaran cuantas se hubiesen hecho de nuevo, mientras no se allanasen dos dificultades radicales, que daban por el pie a estos y otros cualesquiera estatutos. Una era la repugnancia del obispo y cabildo en aprobar los formados por personas legas: y otra mucho mayor la que ya dije de la separación de las escuelas. Es muy verosímil que contribuyese mucho a vencer estos estorbos el ilustrado hijo de esta ciudad S. Vicente Ferrer, que se hallaba en ella a fines de ese año 1410, el cual sobre el respeto con que era oído de todos por su virtud, conocía por su doctrina y larga experiencia las ventajas que había de acarrear a su patria la reunión de escuelas, y la armonía y concordia con que debían proceder los encargados de su establecimiento. Produjeron al fin todos estos afanes el fruto deseado, y miércoles a 7 de Octubre de 1411 decretó segunda vez el consejo general la reunión de todos los estudios de la ciudad en la casa que era del noble mosen Pedro Vilaragut, mandando que los jurados tratasen con el cabildo de la Seo sobre los capítulos que debían regir, así en la doctrina, como en las dotaciones, y lo demás tocante al gobierno del nuevo edificio literario (a). 

A consecuencia de esto a 5 de Enero de 1412 fueron leídos y aprobados en el mismo consejo los nuevos estatutos, después de haberlo sido por el obispo de esta iglesia don Hugo de Lupia y Bagés con su cabildo. El citado Ortí anticipa equivocadamente un año esta sesión: y es bien extraño que no publicase aquel documento, tan digno de la luz pública, por ser como la base de las constituciones que se formaron más adelante,

(a) Esta deliberación se halla en el manual núm, 23, fol. 460, y dice así: “item lo consell es de oppinio que les scoles de la ciutat sien sots doctrina è disciplina de mestres en lalberch que solia esser del noble mossen Pere de

Vilaragut, e ara es dels obrers de murs e de valls: e que los honorables jurats tracten ab lo capitol de la Seu, en facen capitols tals com los parega esser fahedors axi en la lectura, e doctrina, e regiment, e com en salaris.” 

y una muestra de las ideas literarias de aquel tiempo. Por lo mismo, aunque no he podido rastrear los autores de dichos capítulos, ni si fueron enteramente nuevos, o sólo reforma de los presupuestos anteriormente, he tenido por muy útil el trabajo que me he tomado en sacar por mi mano la adjunta copia de la que se conserva en el archivo de esta ciudad (a: Manual n. 23. f. 433. Se hallará en el apénd. n. VII.). 

Van también ilustrados con algunas notas, que me han parecido oportunas para aclarar los lugares oscuros. Con esto me dispenso de extenderme en su análisis. Lo que echo de menos en ellos es la deliberación del derecho en la provisión de cátedras, su número y salarios: cosas que sin duda quedaron unánimemente acordadas por ambos cuerpos. Muy pronto mostró la experiencia la utilidad que debía esperarse del nuevo estudio general en el número crecido de estudiantes que acudieron a él de todo el reino en tanto grado, que a pesar de lo mandado en los estatutos núm. I, tuvieron que sacar las escuelas de gramática de la casa señalada, y fijarlas en distintos parajes de la ciudad. El magistrado por su parte no descuidó en fomentar por los medios posibles la literatura. En el año 1420, para estimular al estudio de la jurisprudencia, logró del rey don Alfonso V un privilegio en que concedía los honores militares a todos los valencianos que ejerciesen los oficios de justicia civil o criminal, jurados, mustaçaf (almotacén) &c. (a). 

En 1424 dio cien florines de oro al maestro Guillem veneciano, para que leyese y explicase los poetas latinos que le fuesen señalados, continuando entretanto la lectura de la eneyda (Eneida) de Virgilio y de los libros de consolatione de Boecio (b). En 1427 consiguió que alternasen los valencianos con los catalanes y aragoneses en el rectorado de la universidad de Lérida.  

(a) Hállase este privilegio en la colección impresa de los de esta ciudad, folio 183. núm. II. Ortí le publicó también en las memorias citadas pág. 429. 

(b) Esta deliberación es de 28 de Septiembre de ese año: la he visto en el manual, núm. 28 fol: 83, dice así: "mes avant lo dit consell provehi que fossen donats e pagats de les pecunies de la dita ciutat a mestre Guillem veneciá, poeta, cent florins, los quals los honorables jurats de la dita ciutat havien promessos pagar al dit mestre Guillem qui sera profert (se había ofrecido), legir per hun any aquel libre o libres de poetes que volrien, la qual  lectura faria publicament en les cases de la dita ciutat; et lo qual dit mestre Guillem ja en lo temps de la juraderia passada (de los jurados anteriores) habia començat, e apres continuat loablement per cascuns dies, axi fayners, com de festes per alternats dies la lectura dels libres de Virgili eneydos, e del Boeci de consolacio. 

Trae esta noticia Escolano (p. I. lib. 5. cap. 24), en la cual no he podido certificarme por no haber hallado en el archivo de la ciudad el manual de los años 1426 y 1427. Con estos y otros estímulos se fomentaron maravillosamente los estudios, y vio nacer esta ciudad en su seno una porción de maestros ilustres, seculares y regulares que la honraron con su doctrina en todo el discurso de este siglo XV, cuyo catálogo se puede ver en las memorias de Ortí, cap. XI, y en la biblioteca de Ximeno. Nada diré de la literatura de aquel tiempo, que se hallaba aquí como en todas nuestras provincias, caminando hacia la perfección a que llegó en el siglo siguiente. Sin embargo, no quiero dejar de darte noticia de una obrita de este tiempo, desconocida hasta el nuestro, que vi y copié años pasados en la biblioteca de mi convento de S. Onofre, extramuros de esta ciudad, la cual puede servir de muestra del gusto con que entonces se trataba la filosofía moral. Con una muy linda alegoría del autor personifica la prudencia, la cual, vestida con propiedad supone bajar del cielo a dar al pueblo valenciano varios documentos sobre l'estament de la vida política. Es admirable la claridad, laconismo y sencillez de su estilo, el lenguaje sumamente gracioso y correcto. Es breve, y por lo mismo he querido añadir unas coplas lemosinas, las cuales nunca vi hasta ahora impresas (a: V. el apéndice núm. VIII.), y están en el mismo códice que fue de los duques antiguos de Segorbe, y a fines del siglo XVI vino a parar a manos del maestro fr. Tomás de Arteaga, hijo de aquella casa. Contiene además la vida de S. Onofre, y una relación del hallazgo del cuerpo de san Antonio Abad: escritos ambos llenos de noticias fabulosas creídas en aquel tiempo, pero documentos muy apreciables de la riqueza y propiedad de la lengua lemosina. Tal vez fue fruto de los progresos de este estudio general la presteza con que se adoptó en esta ciudad el arte de la imprenta, que tanto extiende y facilita los conocimientos literarios. El erudito don Joseph Villaroya, bien conocido por sus escritos (por ejemplo: COLECCIÓN DE CARTAS HISTÓRICO-CRÍTICASEN QUE SE CONVENCE QUE EL REY D. JAYME I. DE ARAGÓN NO FUE EL VERDADERO AUTOR DE LA CRÓNICA O COMENTARIOS QUE CORREN A SU NOMBRE. ESCRITAS A UN AMIGO POR D. JOSEPH VILLARROYA DEL CONSEJO DE S. M. Y SU ALCALDE DE CASA Y CORTE. - editado, está online), en una disertación impresa en 1796 demostró que la edición más antigua de España es la del libro que se conserva en la biblioteca de este mi convento, intitulado obres, ò trobes en llaor de la Verge Maria (llaor : loor), la cual se hizo en esta ciudad año de 1474, cuando se entendía en imprimir la voluminosa obra de un diccionario que se publicó por el mes de febrero de 1475, en el cual se imprimieron otros muchos libros. A esta gloria que resulta a Valencia de ser la primera ciudad que adoptó e introdujo la imprenta en la península, acompaña otra, que consiste en la abundancia de libros que publicó en lo restante de ese siglo, y en el esmero con que se ejecutaron algunas de estas ediciones, que cierto pocas de aquel tiempo les igualan. Aun en el nuestro es notorio cuanto debe el gusto tipográfico español a las imprentas de Valencia, señaladamente a la de Monfort, cuyo actual director ha sabido desprenderse de inmensos caudales para llevar al más alto punto de perfección el gusto y la finura de su padre don Benito, fundador de esta oficina. Si en esto se descubre la aptitud y el genio que tan acreditado tienen estos naturales para las bellas artes, en el primer siglo de la tipografía mostraron su amor a las ciencias, abrigando antes que nadie a los artistas extranjeros que les proporcionaban este secreto de promover la buena literatura. Mas volviendo a tomar el hilo de mi narración, bien se ve que a pesar de este y otros auxilios, no teniendo esta reciente academia la facultad de conferir grados, faltaba un grande estímulo a la juventud, y un escalón muy principal para que llegasen a su perfección las ciencias y artes. Habíanse ya extendido en aquel tiempo las reservas pontificias hasta los grados de doctor: oficio que en lo primitivo daban los obispos cuando se contaba entre los órdenes y grados de la jerarquía eclesiástica; de lo cual queda memoria en el concilio I de Zaragoza, celebrado el año 380. Donde no se hallaban universidades erigidas o confirmadas por el papa, sólo este daba facultad para que se confiriese el grado de doctor. Puedo citar de esta práctica un ejemplar perteneciente a esta ciudad, cuyos jurados escribieron a Benedicto XIII con fecha de 29 de Enero de 1401, pidiéndole que hiciese esta gracia al dominicano fr. Pedro Canals, a la sazón lector de teología de la catedral, interesando al mismo efecto al cardenal don Fernando Pérez Calvillo, obispo que fue de Vique, y después de Tarazona; y al general de la Cartuxa (cartuja) don Bonifacio Ferrer (hermano de Vicente, traductor de la Biblia en lengua valenciana, como él mismo lo escribe), que a la sazón se hallaba con dicho Benedicto. He visto copias de estas cartas en el archivo de esta ciudad (tom. VII. de cartas). Y es de notar que así al papa como al ven. don Bonifacio pidieron que dicho religioso fuese promovido al magisterio de teología por mano del maestro que ellos y el cabildo eclesiástico juntos o separadamente eligiesen: sub magistro, dicen al primero, quem nos et dictum capitulum simul vel separatim duxerimus eligendum; y al segundo: sots aquell maestre, lo qual nos, è lo capitol de la Seu ensemps, ò separadament eligiriem. Lo mismo puede conjeturarse que debió de suceder con algunos otros insignes varones de aquel tiempo; aunque la mayor parte conseguían el grado de doctor en Lérida, París, Oxford y otras academias, donde concurrían, con no pequeñas incomodidades, y exportación de sumas crecidas, al estudio de las facultades mayores señaladamente de la jurisprudencia. Deseaban aquellos verdaderos padres de la patria que las luces de sus hijos reconcentradas en esta capital atrajesen las de las otras academias, enriquecidas a costa de nuestros literatos. Logróse esto a fines del siglo XV: época la más oportuna para que nada estorbase los progresos del siglo de oro de nuestra nación. Comenzó el consejo general esta grande obra decretando en 14 de Agosto de 1498 la renovación y extensión del edificio destinado para estudio general, y encargando la formación de nuevas constituciones a los jurados mosen Jayme Vallés (pone Valles), caballero, don Damián Bonet, don Bernardo Vidal, don Luis Amalrich y don Pedro Belluga, ciudadanos mosen Juan de Vilarasa, don Gaspar Amat, ciudadano, Racional, y don Bernardo de Assio, síndico. Desempeñaron estos su comisión, juntándose el día 30 de Abril de 1499 en la casa del dicho Racional, que estaba frente de la iglesia de S. Martín, y publicando los estatutos y capítulos que formaron de nuevo, más apreciables que los antecedentes, porque especifican todas las clases de ciencias y artes que se habían de enseñar, el número de los maestros y su dotación, el nombre de los que entonces fueron escogidos, las horas del estudio, los libros, actos, penas, oficios y otras costumbres pertenecientes a la literatura y política de aquel siglo. Los encontré en el manual de deliberaciones núm. 50. fol. 316, y de allí es la adjunta copia que envío de mi mano, e ilustrada con algunas notas (a: V. el apéndice núm. IX.). 

En el capítulo LI dan facultad al rector para que con tres o cuatro maestros en teología y con el síndico de la ciudad ordene las constituciones interiores del estudio, determinando los libros que se han de leer y el modo de tener las lecciones y actos &c. De esto nada he podido ver.

En capítulo LV resolvieron que se escribiese al santo padre y al rey suplicándoles que concediesen a esta academia la facultad de conferir grados de doctor, bachiller &c., como se acostumbraba en Roma, Bolonia y Lérida. Era a la sazón sumo pontífice Alexandro VI, que de arzobispo de esta iglesia había sido elevado a la silla de S. Pedro. Enviaron pues a pedir a su santidad esta gracia con algunas otras por medio de Micer Juan Vera, capiscol y canónigo de esta catedral, en carta fecha a 5 de Mayo de 1500. De la cual y de las instrucciones que dieron al encargado por ser cosa curiosa, he sacado esa copia del archivo de la ciudad (tomo XXXIII de cartas) (a: V. el apéndice núm. X.): suplicaron esto los Jurados cuando estaba ya expedida la bula en 23 de Enero del mismo año, sin duda a solicitud del cardenal de Capua, como insinúan los mismos en la instrucción dada al canónigo Vera. Otra bula se había expedido también con la misma fecha, nombrando por jueces, conservadores de la nueva universidad al arcediano mayor, al deán y al chantre de esta santa iglesia; el rey don Fernando el Católico aprobó y confirmó todo lo hecho a 16 de Febrero de 1502. No diré más sobre estos documentos por haberlos publicado ya Ortí al fin de su libro con otros muchos pertenecientes al gobierno interior de la academia, distribución de cátedras y demás que sería largo referir. Reimprimiéronse después junto con las nuevas constituciones de la misma universidad en el año 1733.

Esta es la época de la academia literaria de esta ciudad, a quien sucesivamente honraron los reyes con privilegios, visitas personales y otras demostraciones. Su principal gloria consiste en haber florecido en ellas las ciencias, como consta de la historia de la literatura nacional. Desde su fundación comenzó a reinar en ella el nebrisense (Antonio de Nebrija), y con él el buen gusto en las humanidades, singularmente en las lenguas orientales. Verdad es que hubo aquí, como en otras escuelas de España, maestros de mal gusto, enemigos de las buenas letras. Uno de ellos, que lo fue de Juan Luis Vives, logró que este joven emplease su ingenio en componer declamaciones contra Nebrixa, yerro que enmendó después con ventajas, singularmente desde que en Lovaina comenzó a estudiar, olvidando lo que había aprendido en París. Es notorio lo que este célebre español contribuyó con sus luces y ejemplo a los progresos de las ciencias y artes en esta su patria: por otra parte son muy conocidos en Europa los dignos hijos de esta academia en los tres siglos que cuenta de duración. Al presente renacen en ella las ideas finas y sólidas, que por una suerte casi general habían desaparecido con el siglo XVI. Las luces que se han esparcido por toda la Europa han hecho ver la necesidad de reformar en parte el método antiguo de la pública enseñanza, y de clasificar mejor las escuelas. Cimiento es muy sólido de los progresos que de este nuevo plan espera, y ya comienza a experimentar el público, la necesidad de dedicarse los alumnos de estas escuelas al estudio de las lenguas orientales. Las cuales, aunque ya se enseñaban en ella desde su fundación, el rigor actual en los exámenes y la precisión de los ejercicios públicos de griego y hebreo, que debe hacer cualquiera para entrar en la clase de los opositores, estimula a que no se tome como de ceremonia un estudio tan necesario para el progreso de las buenas letras. La medicina que con tanto crédito se ha enseñado y enseña hoy día en esta universidad, cuenta para su adelantamiento con un nuevo jardín botánico que se está construyendo junto al convento de S. Sebastián de padres Mínimos de S. Francisco de Paula. La suavidad de este clima, la abundancia de aguas, y la inteligencia y el celo infatigable de los labradores hacen esperar que antes de mucho tiempo vengan a ser propias de este suelo las plantas más exóticas, con lo cual se proporcione a los profesores de medicina una muy completa instrucción en este ramo, que sólo se adquiere teniendo a la vista y vivas las reproducciones del reino vegetal.

Otro beneficio más general hizo a esta academia su digno hijo el ilustrísimo señor don Francisco Pérez Bayer, enriqueciéndola con su copiosa y exquisita biblioteca (que se perdió en gran parte en la guerra de la independencia), de la cual por un raro ejemplo se desprendió para este fin antes de su muerte. Por este medio ha venido a poseer la universidad, no sólo la gran colección de libros raros y singulares que poseía aquel célebre literato, sino también las obras magistrales de todas las ciencias y artes, que agregó él después a costa de grandes expensas para completar una biblioteca pública digna de esta academia, que le debía su nuevo lustre, y de esta ciudad, que tal vez será la más sobresaliente de España en el número de bibliotecas copiosas, así de monasterios, como de personas particulares. Me falta añadir que del origen de las diez y ocho cátedras que hay en esta universidad con el título de pabordrías, habla Ortí largamente. Se reduce a que don fr. Andrés de Albalat estableció en esta iglesia hacia el año 1259 doce prepósitos o ecónomos, a cuyo cargo estuviese recoger y administrar las rentas de la iglesia, repartiéndose esta carga por los meses del año, de los cuales tomaron el nombre con que se distinguían. De otras semejantes prebendas, erigidas en Tours, hace mención Ducange (V. praepositus), y en Barcelona los estatutos de esta iglesia de 1332, que publicó Martene (anecd. tom. IV. col. 612). Con el tiempo crecieron los de acá en rentas y exenciones, y así permanecieron hasta santo Tomás de Villanueva, el que en 1553 las suprimió todas, aplicando sus rentas a la mensa capitular, a excepción de la que llamaban del mes de Febrero, cuyos frutos al fin del mismo siglo, se aplicaron a diez y ocho cátedras de esta universidad, que han conservado el nombre antiguo de preposituras o pabordrías. Los naturales ya de antiguo llaman a los que las obtienen pabordes: palabra derivada, como parece, de la francesa prebotez (preboste). 

Basta ya de carta: si queda algo para contestar, lo diré otro día.

A Dios. Valencia 20 de Febrero de 1803. 

dimarts, 24 de maig del 2022

CARTA XII. De algunas procesiones notables de esta ciudad.

CARTA XII. 

De algunas procesiones notables de esta ciudad. 

Mi querido hermano: He comenzado el año nuevo descansando un poco de las tareas del pasado, que han sido mayores de lo que puedes conjeturar por mis cartas. Y aunque el asunto de la de hoy no compensa bastantemente su dilación, todavía servirá para desempalagar de papeles y códices. Voy a darte alguna noticia de la procesión que se hace en esta ciudad el día del Señor, tan devota, majestuosa, alegre y proporcionada al objeto, que no es extraño moviese la piadosa curiosidad de varios Príncipes que la mandaron repetir fuera del día propio: como fueron el Rey D. Alfonso V de Aragón en el año 1426, Carlos V en 1528, Felipe II en 1586, y otros. 

Parece haber tenido principio en esta catedral el año 1355 (1), antes del cual se celebraba ya en varias iglesias particulares por la mucha devoción de toda esta tierra al SS. Sacramento, fomentada con los recientes milagros de las formas de Luchente y de Alboraya. En la crida o bando que se hizo dicho año convocando al pueblo a esta función, cuya copia envío (a: V. el apéndice núm. IV.) hay dos cosas notables. La primera, se convida a todos, así hombres como mujeres, a acompañar al Señor con velas de cera de media libra: segunda, se señala para la procesión la mañana del día del Corpus, que fue aquel año a 4 de Junio: costumbre que duró algún tiempo, y que habiéndose variado en adelante, quiso renovarla Carlos II; mas a representación del ayuntamiento concedió se hiciese siempre por la tarde. Incluyo también copia de esta respuesta del Rey, que se conserva en nuestra biblioteca de santo Domingo (b: V. el apéndice núm. V.). De aquel tiempo es la comparsa de los gigantes y enanos, y los carros triunfales que llaman rocas, de los cuales, que eran entonces en mayor número, sólo quedan seis; obras de talla de mal gusto, con varias alegorías de la caída de Adán, de la concepción de nuestra Señora &c.: llevándolos tirados de mulas delante de la procesión con alegres danzas y músicas. 

Las comunidades religiosas y los cleros de las parroquias, entrando en el coro de la catedral ya formados, entonan sucesivamente el himno Pange lingua &. el cual siguen alternando por toda la carrera, y lo mismo hacen en las otras fiestas respectivamente. Los religiosos de san Francisco, a excepción de la de este día, en todas las demás procesiones entonan al entrar en el coro la primera estrofa del himno Ave maris stella. Singularidad que tolera esta iglesia, o en memoria, como algunos quieren, de que tres religiosos de esta orden, llamados de Barcelona, fabricaron sus dos órganos en los años 1632 y 1633, o por otros motivos que no he podido averiguar.

Así estos cuerpos como los gremios que les preceden (2), llevan imágenes de sus patronos o titulares; como también los numerosos cleros de las parroquias que van por antigüedad con capas pluviales blancas, precedidos cada uno de su cruz, en cuyo adorno compiten los ingenios con la esperanza del premio que dan los jueces a la más sobresaliente. Con los individuos del clero de la metropolitana alternan varios personajes con alusiones alegóricas: a saber, tres grandes águilas, de cuyo pico cuelga un rótulo en que están escritas estas palabras: in principio erat Verbum &c., un hombre con cabeza de león, otro de buey, y otro con cara humana, en representación de los cuatro evangelistas. Siguen luego otros tres con albas tañendo arpa, vihuela &c., y veinte y seis ancianos, también con albas, llevando cada uno un cirial de noventa libras de a doce onzas. Síguese un coro de seis u ocho levitas con tunicelas blancas cerradas por los costados y mangas, forma de las antiguas dalmáticas, los cuales con unas varas largas que llevan en la mano avisan al que está mirando la procesión con irreverencia. Todo este aparato, no menos devoto que misterioso, precede a la riquísima custodia de catorce palmos de altura, labrada en el año 1456, según el gusto gótico, cuya descripción hizo Esclapés en su historia de Valencia. El palio no va detrás de ella, sino cubriéndola. Al tiempo de salir la procesión, dos músicos de contralto, representando a S. Juan y al Ángel que le descubre los misterios celestiales, leen algunos trozos del Apocalipsis. Estas son las cosas más señaladas que resaltan en esta lucidísima procesión; con la cual hacen un admirable contraste otras que he visto en esta ciudad harto diferentes en su objeto, ritos y aparato; de las cuales voy a hablar, pues queda tiempo. Ello es que la iglesia que se adorna con flores para obsequiar a su esposo, sabe también llorar, implorando su misericordia, y representándole con mil tristes demostraciones la angustia que le causan los males de sus hijos. Tal es su conducta en las devotas y misteriosas rogativas, que en tiempo de sequía, ya desde muy antiguo, se hacen en esta ciudad. (3) Comenzaban antes por las siete misas Gaudiorum B. Mariae Virginis, que se hallan en los misales de esta diócesis: a saber, de Anuntiatione, Nativitate, Epiphania, Resurrectione, Ascensione, Pentecostes, et Assumptione; las cuales se celebraban por siete días continuos. Desde que prohibió Paulo V casi todas estas misas fuera de sus fiestas, se sustituyó en vez de ellas, y se dice ahora por siete días la misa de B. V. de tempore en memoria de los gozos de nuestra Señora. Pasados estos días se hace procesión a la iglesia parroquial de S. Salvador, donde se dice la misa de Transfiguración. Si en todo este tiempo no acude el Señor con la lluvia deseada, comienzan las procesiones llamadas con razón lúgubres. Precede la cruz cubierta con un velo negro transparente, acompañada de dos linternas, vuelta la imagen del crucifijo a la procesión. En ella van cuatro beneficiados de cada parroquia y otros tantos de la catedral, cubierta la cabeza con las capillas de la muceta o capa corta, sombrero con las alas caídas, y báculo en las manos. Siguen cuatro músicos, dos graduados, dos capas con cetros, y dos canónigos, todos los cuales llevan también báculos, pero sólo cubren la cabeza con los sombreros caídos de alas. Del mismo modo, pero sin báculos, van los acólitos, ministros y preste, el cual lleva una imagen de nuestra Señora, que dicen ser de mano de san Lucas. Cierra esta procesión el magistrado y los individuos de cuatro oficios que van alternando: todos igualmente con sombreros. La impresión que hace este aparato a quien le mire con ojos de fe, se aumenta (4) con el canto triste y apausado que le acompaña, y con la humildad que inspira la letra siguiente, que cantan a cuatro voces. 

Non sumus digni à te exaudiri

Nostris demeritis meremur puniri

Sancta Maria, ora pro nobis.

A lo cual responden todos a canto llano, y también con sumisa voz:

Kyrie eleyson, Jesu Rex gloriae, da nobis pacem, salutem, ac pluviam congruentem. Y luego repiten: non sumus &c., cantando sucesivamente en el último verso toda la letanía mayor. Así van cada día a una iglesia de la ciudad comenzando por la de S. Salvador. El rito que en esto se observa es el siguiente. Entran todos hasta el presbiterio con los sombreros puestos, y quitados estos, se dice la antífona Domine Rex, Deus Abraham, dona nobis pluviam super faciem terrae, ut dicat populus tuus quod tu es Dominus Deus noster. Aña. Sub tuum praesidium. Monstra te. Pater noster. v. Aperi Domine, caelum nubibus. R. Et para &c. v. Ut producat in montibus foenum. R. Et herbam. v. Rigans montes &c.

Luego se canta a medio tono la misa de passione Domini con la segunda oración pro pluvia sin gloria ni credo. Al comenzar el evangelio se reparten a todos los fieles candelillas, que arden hasta la post comunión. Al tiempo del ofertorio se reza a coros el salmo 19 Exaudiat &c. Consagrada la hostia, cuatro músicos arrodillados en la primera grada del altar mayor, cantan a media voz el motete: Domine Jesu Christi, qui horam diei ultimam &c. 

Acabada la misa dice el celebrante la pasión de S. Juan; y entre tanto, arrodillados los demás, rezan despacio el salmo Miserere a coros, de suerte que se acaben ambas cosas a un tiempo. Luego el v. Adoramus te Christe &c., y la oración: Respice, quaesumus Domine &c. 

Lo mismo se practica en las demás iglesias, variando sólo la misa, antífonas y oraciones que corresponden al titular. No he podido averiguar el origen de esta práctica; mas no tengo por inverosímil que naciese en el mismo tiempo que la fiesta del Corpus o del Ángel Custodio de esta ciudad y reino. Esta incertidumbre pudo haber dado ocasión a la tradición vulgar de que los báculos y linternas y crucifijo (5) sean imitación de las procesiones de penitencia que hacía la escuela de S. Vicente Ferrer. Pero hasta ahora nadie ha reproducido un documento auténtico de haber establecido dicho santo las rogativas de que hablamos. En su vida escrita últimamente por el maestro fr. Francisco Vidal no hay memoria ni rastro de tal cosa. 

Basta de procesiones y de carta. A Dios. Valencia 17 de Enero 1803. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Antes de 1355 se celebraba ya en varias iglesias. 

Panvinio (in Platin.) y otros historiadores católicos, y aun los centuriadores magdeburgenses (centur. XIII. c. 5 y 10.) aseguraron que esta procesión del Corpus la instituyó con la misma fiesta Urbano IV el año 1264, fundados en aquellas palabras de su constitución: tàm clerici, quàm populi gaudentes in cantica laudum surgant. Tunc enim omnium corda, et vota, et ora labia hymnos persolvant laetitiae salutaris. Porque aunque esto parece verificarse en cierto modo en el templo durante la misa y las horas canónicas; pero el canto alegre y universal no se ve tan de lleno sino en las procesiones, en que no sólo el clero, sino el pueblo se esmera en cantos y otras demostraciones de júbilo. Añaden a esto el no señalarse otro papa autor de esta procesión después de Urbano IV, y el haber concedido indulgencias Martino V y Eugenio IV a los que asistiesen a ella, suponiéndola ya instituida (Serar. de proces. lib. II. cap. 9. §. 2. pág. 139). Por el contrario Genebrardo (chronolog. lib. IV. pág. 388), a quien han seguido otros católicos, y aun Schmidel (lib. contr. Scherer), Kemnicio (p. II. pág. 450), y varios novadores tienen por más moderna la procesión del Corpus que la institución de la festividad, fundados, lo primero, en que no habla de ella claramente Urbano IV en su constitución, al paso que recomienda distintamente la asistencia a todas las horas del oficio eclesiástico: lo segundo, porque en el oficio de esta fiesta compuesto por santo Tomás de Aquino, no hay memoria de este rito de llevar en procesión al SS. Sacramento. Añade Genebrardo que cien años después de instituida esta festividad comenzó a hacerse esta procesión en Pavía, de donde se propagó a otras diócesis de occidente, especialmente a Angers, donde Berengario, que había sido arcediano de aquella iglesia, comenzó a sembrar sus errores contra la sagrada Eucaristía.

Diestemio, que floreció a fines del siglo XV (ap. Serar. loc. laud. pág. 139. col. 2), fija la institución de esta procesión en el año 1315, en que el papa Juan, publicadas las constituciones de Urbano IV y de Clemente V, novas indulgentias concessit, atque processionem ordinavit.

(2) Llevan imágenes de sus patronos o titulares. 

Este rito de llevar en esta procesión imágenes de santos pudo nacer de la práctica antiquísima en la Iglesia de llevar en las procesiones públicas sus reliquias, como consta de Sozomeno, Sócrates y Rufino. Nada hay en esto contrario a la adoración del SS. Sacramento; antes bien, como, dice Serario, tam reliquiarum, quam imaginum ipsarum gestatio, honor quidem est insignis, qui ipsis, et per ipsos ac in ipsis, Christo Jesu, omnis excellentiae, quae in illis est, auctori datorique, defertur. (De proces. lib. I. cap. 6. §. 4). Que las festivas demostraciones y el aparato misterioso de esta procesión sea conforme al espíritu de la santa Iglesia, lo demuestra el mismo Serario (ib. lib. II. cap. 9). 

(3) Comenzaban antes por las siete misas Gaudiorum B. M. V. &c. 

A este rito dieron ocasión los grandes aguaceros del año 1461, como lo refiere en su diario MS. el capellán de don Alonso V de Aragón, por estas palabras: “any 1461 disapte á 3 de Jener començaren tan grans pluges en lo regne de Valencia, que duraren fins el dia de la Verge María de Febrer. En aquell dia fonch ordenat que en la seu è parroquies fossen dites sept misses solempnement per los sept goigs de la Verge María, è la octava missa de la Trinitat, è apres feren professó general de la Verge María de Gracia.” 

Esto es: el sábado 3 de Enero del año 1461 comenzaron tan grandes lluvias en el reino de Valencia, que duraron hasta el día de nuestra Señora de Febrero (la Purificación). En ese día se determinó que en la catedral y en las parroquias se dijesen solemnemente siete misas en reverencia de los siete gozos de la Virgen María, y la octava misa de la Trinidad, después de lo cual hicieron procesión general de nuestra Señora de Gracia.

(4) Con el canto triste y pausado. De este canto lúgubre, en tales procesiones tenemos un insigne ejemplo en el pueblo de Antioquía, que temiendo del emperador Teodosio los castigos merecidos por el tumulto: 

publicas peragentes supplicationes, dice Nicéforo (lib. XII. cap. 43), carmina queadam luctuosa, et ad commiserationem movendam composita, numeroso concentu cantavit.

Del traje penitente y triste vemos otra muestra en las rogativas del pueblo de Zaragoza cuando la sitiaron Childeberto y Clotario. At illi, dice S. Gregorio Turonense (lib. III. cap. 29), in tanta humilitate ad Deum conversi sunt, ut induti ciliciis, abstinentes à cibis et poculis cum tunicam B. Vincentii M. muros civitatis psallendo circuirent: mulieres quoque amictae nigris palliis, dissoluta cessarie, superposito cinere, ut eas putares virorum funeribus deservire, plangendo sequebantur.

No están menos autorizadas estas visitas o estaciones a varias iglesias. El antiguo escritor de la vida (de) S. Porfirio, publicada por Surio, refiriendo las rogativas pro pluvia que hicieron los fieles de Gaza, dice: accepto signo venerandae crucis, quod nos praecedebat, egressi sumus cum hymnis ad antiquam ecclesiam... Cum ergo fuissemus in dicta ecclesia, illic quoque fudimus totidem preces. Et illinc egressi ivimus in sanctum martyrium gloriosi martyris Timothei.... Cùmque illic fecissemus totidem preces, et genuflexiones, reversi sumus in civitatem... Tanta autem pluvia descendit illa nocte, et altero die, ut omnes timerent ne domus corruerent. 

(5) Sean imitación de las procesiones de penitencia que hacía la escuela de S. Vicente Ferrer. Acaso puede buscarse a estos ritos origen más antiguo en las procesiones de penitencia hechas en España por el santo cardenal Gregorio de Ostia, con motivo de la langosta y pulgón, que por muchos años consumía los frutos de esta península, especialmente de los obispados de CalahorraPamplonaTarazona y Zaragoza; sobre lo cual merecen leerse las observaciones de Pedro Ciruelo (trat. de las superst. p. III. cap. X. n. 5. seq.), y de Nicol. Serario (loc. laud. p. I. cap. 5). 


dilluns, 23 de maig del 2022

ÍNDICE DE LAS COSAS MAS NOTABLES. TOMO 1.

ÍNDICE DE LAS COSAS MAS NOTABLES. 

(Las páginas no coinciden con este formato. Son las del PDF escaneado.)


Abad Joaquín. Si tuvo espíritu profético, pág. 242. 

Observaciones sobre sus escritos, 241, 242. 

D. Acisclo de Moya, arzobispo de Valencia, 54. 

Adam de S. Víctor. Compuso muchas prosas para la liturgia, 103. 

Adultos. No deben ser admitidos al bautismo sin ser catequizados, 193. 

Agua bendita. Su antigüedad en la Iglesia católica, 12. Varios usos de ella, 12 y sig. Origen de su bendición, 13. Festividades en que no se rociaba con ella el pueblo, 138, 145. 

C. Aguirre. Enmendado, 40, 48, 70, 71, 76. 

Alleluia. Por qué tiempos la omitía en la misa la Iglesia de España, 99. Su canto dio origen a la secuencia o prosa, ibid. 

D. Alonso de Aragón, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Alonso de Borja, obispo de Valencia, 51, Fue electo papa con el nombre de Calixto III, ibid. 

D. Ambrosio Ignacio de Spínola, arzobispo de Valencia, 56.

D. fr. Andrés Albalat, obispo de Valencia, 48. Celebró varios sínodos, ibid. y 70. 

D. Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, 57. Fundó la biblioteca arzobispal, ibid. 

D. Andrés de Orbe, arzobispo de Valencia, 57. Sus preces a Benedicto XIII sobre la fiesta del SS. Christo de S. Salvador, 246.

D. Antonio Despuix, (Despuig) arzobispo de Valencia, 58.

D. Antonio Folch de Cardona, arzobispo de Valencia, 57. 

Archivos, cuanto se promueven las buenas letras con la publicación de sus códices, 113.

D. Arnaldo de Peralta, obispo de Valencia, 47, 48, Celebró sínodo, 70. No son suyas las constituciones que le atribuye el Cardenal Aguirre, ibid.

Las santas Basilisa y Anastasia, Su culto en Sétabis, 9, 10. 

Fr. Berenguer de Castelbisbal (Castellbisbal : castillo episcopal), electo primer obispo de Valencia después de su conquista; por qué no llegó a serlo, 61.

Berito. Antigüedad de esta ciudad, su situación, sus alternativas y su actual estado, 120 y sig. Cuándo se erigió en metrópoli, 130. Suceso milagroso de su crucifijo, 130, 131. Cómo se propagó su fiesta, 131. Descripción de esta santa imagen, 120, 121. Dónde se conserva actualmente, 121, 122. 

Beuter, Enmendado, 61.

Biblioteca. La de la metropolitana de Valencia abunda en códices litúrgicos y otros monumentos, 88 y sig. La de la casa arzobispal erigida por el señor Mayoral, 107.

Bleda, Enmendado, 61.

Bulas. Con qué fecha se expiden las de canonización, 245. 


Cabildo. Qué obispos eligió el de Valencia, 49, 50.

Calixto III confiesa haber sido bautizado en la iglesia de Xátiva, 9, 18, 181. Hízole donación de varias reliquias, ibid. Concedió a sus canónigos los hábitos de la de Valencia, 8, 33, 181 y sig. V. don Alonso de Borja.

Campanas. Por qué se tocan a los difuntos, 188. 

Cánones penitenciales. Cuánto han recomendado su estudio los prelados de España, 158. 

Capa de coro. Su origen, 44.

Casulla. La talar redonda hasta qué siglo se usó en la Iglesia, 95. Descripción de la de Calixto III, que se guarda en Valencia, 104. 

Cementerios. Si los había en Valencia en los siglos XV y XVI, 106. Conjeturas sobre su antiguo sitio, 167, 168. Reliquias del de los cofrades de Santiago, ibid. Estado actual de ellos en Valencia, 170. 

Censuras. Moderación con que procedió en ellas santo Tomás de Villanueva, 193. 

D. César de Borja, arzobispo de Valencia, 52.

El Cid. Si dedicó a S. Pedro la iglesia mayor de Valencia, 30, 40 y sig. A quién eligió por su primer obispo, 47 

Clérigos. Deben dar buen ejemplo, 196. Con qué modestia deben vestir, ibid. De qué oficios deben eximirse, ibid. 

Cofradía de Santiago. Erigióse en Valencia en el siglo XIII, 169. Entierro de sus alumnos, 168. 

Colas. Usadas por el clero en la corona de Aragón, no son las prohibidas, 43, 44. Equivalen a la capa de coro, 32. Cuando se dejan sueltas, 34. Antigüedad de esta práctica. 45 y sig. 

Confirmación. Mandada administrar en la catedral de Valencia todos los domingos, 194. 

Consagración del obispo. Ceremonias que observaba en ella la Iglesia de España, 114, 115. 

Constituciones sinodales. Las de Tarragona mandadas observar en Valencia por santo Tomás de Villanueva, 193, 

Corazón de Jesús. Antigüedad de esta devoción en Valencia, 171, 172. Historia de lo ocurrido sobre la institución de esta fiesta, 175, 176. 

Corpus Christi. Colegio fundado en Valencia por el beato Juan de Ribera, 34. Decoro y magnificencia singular con que se celebran en su templo los divinos 

oficios, 35. 

Cristianos. Los antiguos donde se sepultaban, 15, Se aprovechaban de los sarcófagos de los gentiles, 15, 16.

Crucifijo. Si el que se venera en la parroquia de S. Salvador de Valencia es el de Berito, 120 y sig. Si llegó a aquella ciudad por el río Turia, 122 y sig.


Difuntos. Ritos en sus entierros, 183, y sig. 212 y sig. 

Distribuciones cotidianas. A quiénes deben darse a juicio de santo Tomás de Villanueva, 206 y sig. 

Santo Domingo de Guzmán. Origen de su familia, 229. Cuál fue el verdadero nombre de su padre, 112, 223, 229. Si se crió en casa de Gumiel de Izán, 230. Año de su canonización, 224, 244. Traslación de sus reliquias, 226. Conjeturas sobre la cruz que sirve de divisa a su orden, 236, 237. 

D. Domingo Pimentel. Si fue arzobispo de Valencia, 55. 


Era dionisiana. Desde cuándo debe contarse, 231 y sig. 

Era española. Cuántos años precede a Jesucristo 231. Si comenzó en las kalendas de Enero, 234. Hasta cuándo duró en León y Castilla, ibid. 

D. Erardo de la Marca, administrador de la iglesia de Valencia por León X, 53. 

Esclapés. Enmendado, 168, 169. 

Escolano, Enmendado, 61. 

España. Cuándo comenzó a usar el cómputo dionisiano, 232 y sig. Si contaba los años desde las kalendas de Enero, 234.

Españoles. A cuan poca costa pudiéramos perfeccionar los trabajos de los literatos extranjeros en la edición de los PP., 113.

Eulogias, Qué eran, 163, 164, 172 y sig. Vestigios de este rito, ibid.

Evangelio de S. Juan. El decirle en la misa estaba antiguamente al arbitrio del sacerdote, 166, 167.

Extranjeros. Cuan francos han sido en publicar los documentos de sus archivos, 113.

S. Félix M. el diácono de Gerona, patrono de la antigua Sétabis, 2, 12. Conservóse en ella su templo durante la dominación de los moros, ibid. Conjeturas sobre su antigüedad, 3.

D. Fernando de Loaces, arzobispo de Valencia, 55.

Ferrer de Sant Martí, obispo de Valencia, 47. No fue fraile dominico, 61, 62.

Fiesta del Corpus. De qué santos puede rezarse durante su octava, 189.

Fiestas. Las señaladas por santo Tomás de Villanueva en la diócesis de Valencia, 195.

M. Flórez. Enmendado, 60.

D. Francisco Fabián y Fuero, arzobispo de Valencia, 58.

D. Francisco de Navarra, arzobispo de Valencia, 53.


D. Gerónimo, obispo de Valencia, electo por el Cid, 47. Vino de Francia con el arzobispo de Toledo don Bernardo, 59. Historia de su Pontificado, y año y 

lugar de su muerte, 59 y sig. 

S. Gil abad. Su culto en el arzobispado de Valencia, 10. Bendición de hinojo en el día de su fiesta, ibid.

Gil González Dávila. Enmendado por el maestro Risco, 59.

Gloria marial. Qué era, 108. 


Huet. Su opinión sobre el origen de la rima en España, impugnada, 62.

D. Hugo de Fenollet, obispo de Valencia, 50. Reliquia del sínodo que celebró, 72.

D. Hugo de Lupia, obispo de Valencia, 51. Es autor de varias constituciones, ibid. y 73. Celebró sínodo, ibid. 


Imágenes. Qué debemos venerar en ellas, 127. Las controversias sobre su origen no se oponen a su veneración, 126.

Inocencio II, fue sepultado en el sepulcro de Adriano, 16. 

Inscripciones inéditas, halladas en Sétabis y sus cercanías, 6 y sig.

D. fr. Isidoro de Aliaga, arzobispo de Valencia, 55. Celebró sínodo, 82.


D. Jayme de Aragón, obispo de Valencia, 50.

D. Jasperto de Botonach, obispo de Valencia, 48. Celebró sínodo, 71. Hizo varias constituciones, ibid. Inscripción de su sepulcro, 48, 49.

D. Jayme I de Aragón, conquistó a Valencia, 27. Bienes que hizo a aquella ciudad, 28. Si dedicó su iglesia a la Asunción de nuestra Señora, 29, 30. Edición de sus privilegios y constituciones, 40.

D. fr. Joaquín Company, arzobispo de Valencia, 58.

D. Jorge de Austria, arzobispo de Valencia, 53.

D. Juan de Borja, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Juan Francisco Ximénez del Río, arzobispo de Valencia, 58. 

Beato Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, 55. Celebró siete sínodos 81, 82. 

D. fr. Juan Tomás de Rocaberti, arzobispo de Valencia 56. Celebró el último sínodo de esta iglesia, 83.


Laus perennis. V. Cuarenta horas.

León, poeta, si fue inventor de los versos leoninos, 63.

Lectura de teología, instituida en la catedral de Valencia, 31. La regentó S. Vicente Ferrer, ibid.

Liturgia. A qué se limitó su mudanza en el siglo XI, 94, 95. 

D. Luis Alfonso de los Cameros, arzobispo de Valencia, 56.


María SS. Especial memoria de su virginidad en la bendición del cirio pascual, 152.

Marqués de Mondéjar. Su correspondencia literaria con fr. Serafín Tomás Miguel, 111 y 223. Impugnación de algunas equivocaciones suyas, 223, 224, 231, 232, 234.

D. Martín de Ayala, arzobispo de Valencia, 54. Celebró concilio provincial y sínodo diocesano, 54, 55, 80, 81. Lugar cierto de su fallecimiento, 54.

D. Martín López de Hontiveros, arzobispo de Valencia, 56.

Mayans (D. Gregorio) impugnado, 232, 234.

Miedes (Bernardino Gómez) publicó un epítome de las constituciones capitulares, impresas por Miguel Pérez Miedes, 69.

Miedes (Miguel Pérez) ordenó y publicó las constituciones capitulares de la iglesia de Valencia, 69. De esta obra se imprimieron solos treinta ejemplares , ibid. 

Misa. En la noche de Navidad se decía dentro de laudes en algunas diócesis, 137, 145. La de Resurrección se decía a media noche, 152, 161. Origen de este rito en España, 161. 

Misa seca. Llamóse náutica, y por qué, 117. Dónde se decía y cuándo, 106, 115 y sig. Rito de ella en la iglesia de Valencia, ibid. y 117, 167. 

Monsant. Priorato de la orden del Císter en Sétabis, sujeto al abad del real monasterio de Valdigna, 10, 11. Historia de este monasterio, 11, 20 y sig. 

Monumentos. Antigüedad de los de semana santa en Valencia, 149, 150. 

Mozárabes. Su templo en la antigua Sétabis, 2. Si le tuvieron en Valencia, 26, 27. 

Mujeres públicas. Eran encerradas en Valencia parte de la semana santa, 150, 160. 

Muceta. Las actuales de nuestro clero a qué vestidura antigua corresponden, 32, 45.

Neuma. En el canto de la liturgia qué es, 99, 100. 

Notgero Bálbulo, fue autor de las prosas introducidas en la misa, 103.


O. Las antífonas de este nombre que se cantan antes de Navidad eran más que ahora, 134, 140.

Oración secreta. Varios nombres que le dieron antiguamente los latinos, 89. 

Ósculo de paz. Variedad de este rito en España, 165, 166.


Palencia. Incorporación de su universidad en la de Valladolid, 238. Si la fundó Urbano IV, 238, 239. 

Pan. Su bendición al tiempo del ofertorio 163, 164. Rito de su distribución durante la misa, 172, 173.

Párrocos. Estrecha obligación de su residencia, 195, 196. Su celo por la reforma de las costumbres, 197.

Parroquias. Su derecho en orden a las exequias de los difuntos, 183 y sig.

De Passione imaginis. Origen de esta fiesta, 118, 119. Fue invocación de una capilla de la catedral de Valencia, 128, 129.

D. Pedro de Castro, arzobispo de Valencia, 55.

D. Pedro Luis de Borja, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Pedro de Urbina, arzobispo de Valencia, 55, 56. Dio principio a la capilla de nuestra Señora de los Desamparados, 56. Celebró sínodo, 83.

Penitencia canónica. Cuan pronto comenzó a decaer su imposición en algunas iglesias, 155 y sig. Hasta qué tiempo duró en España, 146, 147, 155. Cuánto han deseado su restauración los prelados españoles, 157. 

Pentecostés. Rito antiguo de la iglesia de Valencia en esta festividad, 153. Cuándo cesó, y por qué causa, 154, 162. Variedad de esta ceremonia en otras iglesias, 161. 

Pila de agua bendita. Descripción de la antiquísima que se conserva en S. Felipe en el templo de san Félix M., 3, 4. Conjeturas sobre su antigüedad, 12 

y sig. 

Planeta. Vestidura sagrada, si era igual a la casulla antigua, 95. 

Ponz (don Antonio). Enmendado, 36, 54. 

Porta paces. Cuándo se introdujeron en la misa, 166, 173. 

Prosa. En la liturgia qué es, 100, 104. Origen de su canto, ibid. Decíase también en maitines y vísperas, 133, 139. Por qué se omitió cuando no se decía alleluia, ibid. Quien fue el primero que hizo esta especie de obras, 103. Si llegó a haberlas en todas las misas, ibid.


Quarenta (cuarenta) horas. Su origen, 64, 65. Historia de su propagación en toda la Iglesia, 65 y sig. Valencia es la primera ciudad de España que adoptó este culto al SS. Sacramento, 56, 57. 


Ramos. Bendecíanse en la catedral de Valencia antes que en las parroquias, 147. 158. Circunstancias que acompañaban esta bendición, 147, 148, 159. 

D. Raymundo Despont, obispo de Valencia 49. Celebró sínodo, ibid. y 71. Compuso un tratado de sacramentis, 71. Hizo una constitución sobre las exequias de los difuntos, 183 y sig. Preciosos códices suyos que se han perdido, 71.

D. Raymundo Gastón, obispo de Valencia, 50. Celebró sínodo, ibid. y 72. Instituyó la cátedra de teología, ibid.

Retablo mayor. Suntuosidad del de la metropolitana de Valencia, 29, 36. Su descripción, 37, 38. Sus artífices, 36. Cuándo y con qué motivo se quemó, 154. Quién pintó las puertas que ahora tiene, 38, 39. Ejemplos de otros no menos suntuosos en la antigüedad eclesiástica, 37.

Rima. Uso de ella en los monumentos eclesiásticos, 62. Si la introdujeron en España los árabes, ibid.

Robos. Los de los archivos y bibliotecas cuánto daño causan a la buena literatura, 3.

D. Rodrigo de Borja, primer arzobispo de Valencia, 52. Promovido a la silla de S. Pedro se llamó Alexandro VI, ibid. 

Fr. Rodrigo Cerratense, autor de un santoral, 112.


Saetas. Se bendecían en la iglesia, y para qué, 96. 

Salamanca. Si se trasladó a esta ciudad la universidad de Palencia, 237, 238. 

Salmos graduales. Su distribución en el oficio antiguo, 134.

S. Salvador. Iglesia parroquial con este título en Valencia, 118. Si se llamó de S. Jorge en lo antiguo, 122. Si el crucifijo que en ella se venera es el de 

Berito, 118, 120 y sig. Origen de su fiesta, 128. 

SS. Sacramento. Variedad que en orden a su exposición se ha observado en la Iglesia, 63, 64. Causas por qué llegó a ocultarse en el mismo sacrificio, 

ibid. Consideraciones justas que tiene ahora la Iglesia para exponerle a la adoración pública, 64, 65. Dónde se depositaba antiguamente en el jueves 

santo, 148, 149. 

Santo sepulcro. Si hubo antiguamente en Valencia templo con esta advocación, 26, 27. 

Santos Padres. Cuánto pudieran ilustrarse sus obras con algunos códices de la catedral de Valencia, 113.

Sarcófago. Descripción y conjeturas sobre la antigüedad de uno de jaspe que se conserva en S. Felipe, 4 y sig.

Segorbe. Cuándo dejó de ser esta Iglesia sufragánea de la de Zaragoza, 81. 

Sepultura eclesiástica. A quiénes debe negarse, 185, 187, 188. 

Secuencia. Origen de esta parte de la liturgia, 99, 100. Rara vez se decía en la misa durante el Adviento, 89. Muestras de esta excepción, 98 y sig. 

Sétabis (hoy S. Felipe). Tuvo silla episcopal, 1, 2. Titular de su iglesia S. Félix Diácono, 2. Sitio de su antigua catedral, 2. Erección de su colegiata, 8. Hábitos de coro de sus prebendados, 8, 9. Reliquias dadas a esta Iglesia por Calixto III, 9.

Sibilas. Si fueron muchas, o una sola, 142. Si hablaron por divina inspiración, 141. Si son legítimos los oráculos que se les atribuyen, 142 y sig. Si se aprovechó de ellos S. Pablo, 143. Testimonio de la erítrea en el oficio de Navidad, 135, 141; y en otras festividades, 144. 

Sibilistas, herejes, qué enseñaban, 141. 

Sigilo sacramental. A qué pena quedaba sujeto el que le quebrantase, 168, 173, 174.

Sínodos. No deben confundirse con las constituciones peculiares de los cabildos, 69, 70. Cuántos bienes causa su publicación, 84, 85. Noticia de los celebrados en Valencia después de su conquista, 67 y sig. Hallazgo del de santo Tomás de Villanueva, 77 y sig. 

Sobrepelliz. Su origen, descripción y uso, 44, 45. 

Squilla, Conjeturas sobre la significación de esta voz bárbara, 9. 


Te Deum marial. Qué era, 108. Muestra de esta composición, ibid.

D. Tomás Azpuru, arzobispo de Valencia, 57. 

Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, 53. Celebró un solo sínodo, 74 y sig. Hallazgo de un ejemplar de este documento, 77 y sig., 192 y sig. Hizo constituciones generales para el culto divino, 199; y otras para la iglesia de Xátiva, 77, 80. Su contestación a algunas peticiones de esta colegiata, 202 y sig. Su declaración sobre varios casos pertenecientes a las distribuciones cotidianas, 206 y sig. Su testamento, 80 y 209. 

Túnica o tunicela. De qué hechura era la antigua de los diáconos, 95. 

Valencia. Si conservaron en ella templo los cristianos bajo la dominación de los moros, 26, 27. Cuánto debió a don Jayme I de Aragón, 27 y sig., 35 y sig. Glorias de su iglesia en el estado moderno, 28 y sig. Cuánto trabajó en la reforma de su breviario, 93, 94. Decoro con que se celebran en ella los divinos oficios, 31 y sig. Hábitos corales de sus prebendados, 32 y sig., 177 y sig. Verdadero artífice de su retablo mayor, 36. Catálogo de sus prelados desde la conquista, 46 y sig. Es la primera ciudad de España donde se establecieron las cuarenta horas, 56, 57. 

Verbeta. Conjeturas sobre la significación de esta palabra, 91, 92.

Versos leoninos. Quién les dio este nombre, 63. Su antigüedad en España, 62.

S. Vicente Ferrer sentenció un pleito entre las parroquias de Valencia y los mendicantes, 85, 86, 199. Copia de esta sentencia, 212. 

D. Vidal de Blanes, obispo de Valencia, 50. Celebró sínodo, ibid. Hizo varias constituciones para aquella iglesia. 73. 

Vidas de los santos. Cuánto pudieran ilustrarse con un códice de la catedral de Valencia, 112, 113.

Vigilia de la Ascensión. Rito singular de este día en la metropolitana de Valencia, 152, 153.

Vigilias nocturnas. Abusos que ocasionaron su prohibición, 198.

Vino. Su bendición en el ofertorio de la misa, 164. Por qué causa cesó este rito, 173. 

Vísperas. En el jueves y viernes santo se decían dentro de la misa, 151. 

Westminster. Insigne abadía de benedictinos, al poniente de Londres, 97. Antigüedad de este monasterio, su reedificación, ruina y actual estado, 97, 98. Códices litúrgicos de él que se guardan en la metropolitana de Valencia, 88.