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dijous, 26 de maig del 2022

CARTA XIII. De la fiesta del milagro de S. Cristóbal.

CARTA XIII. 

De la fiesta del milagro de S. Cristóbal

De la fiesta del milagro de S. Cristóbal.

Mi querido hermano: Una de las cosas notables que ofrecen los breviarios de esta iglesia es la fiesta del milagro de S. Cristóbal en el día 10 de Julio. Las lecciones del impreso en 1533 refieren la historia de este modo. 

Ejus festum Valentia X Julii celebratur, propter miraculosam ejusdem ecclesiae dedicationem. Cùm enim ecclesia, quae nunc est monialium sancti Christophori, tunc synagoga esset judaeorum, et judaei, ut fertur, ter (aquí falta algo) Christophori voce divinitùs moniti Christi fidem accipere renuissent; contigit ut dominicae nocte IX Julii anno MCCCXCl puerorum tumultu à populo interemptis judaeorum multis, reliqui ad sedem confugientes baptismum expostularint. Quare posteram die, quae Julii X fuit, ab episcopo, et omni clero, magno applausu populi, sinagoga in ecclesiam dicata fuit S. Christophori: cujus lampadarum lumine divinitùs accenso, oleo succrescente, eoque perunctis multis infirmis et sanatis, baptizati fuerunt judaeorum ad septem millia. 

En este hecho convienen cuantos han escrito del monasterio de religiosas agustinas de S. Cristóbal, que viven en dicha sinagoga desde el año 1409, trasladadas desde el segundo convento que fundaron en Alcira el año 1394: pues las establecidas por el rey don Jayme el I el año 1273 fueron transportadas cuarenta y tres años después a Xátiva al monasterio de Monsant, con el título de santa María Magdalena, como dije en mi primera carta. He visto y copiado la relación que hicieron los jurados de Valencia en el libro manual de consejos núm XIX. fol. 242, escrita el día 10 inmediato a la supuesta matanza de los judíos; y algunas cartas fechas en los días siguientes, donde dichos jurados hablan como testigos (a: Algunos de estos documentos se publicarán en el apéndice bajo el número VI.).

De estos documentos tan auténticos resulta: lo 1.° que (1) no se oyeron las supuestas voces de S. Cristóbal, de las cuales, como de un hecho tan señalado, hubieran hecho mención los jurados, así como refieren la aparición del santo mártir a un judío solo, y la visión del crucifijo a otro. 

2.° Que no fueron siete mil los muertos de los judíos, sino unos ciento, y que a esta matanza no dieron ocasión las voces de S. Cristóbal, ni menos el motín de los niños; sino el haber irritado los judíos a los cristianos con la muerte de uno de ellos.

3.° Que los judíos que había en esta ciudad, a excepción de muy pocos, corrieron ansiosos al bautismo con su rabino, y el noble Samuel Abravalla, que se llamó después Alfonso Ferrández de Vilanova (persona, entre ellos, de quien hasta ahora no he hallado más noticia); y que siguieron su ejemplo los de Xátiva, Alcira, Gandía, Liria, Cullera, Orihuela, Murviedro y Castellón de la Plana.

4.° Que con la prisa y multitud de los que se bautizaron faltó el crisma en la catedral y en las iglesias parroquiales de esta ciudad el día 13 de Julio de dicho año a la hora de comer; y que después por la tarde hallaron llenas las crismeras, aun las antiguas y deterioradas, que estaban sin uso había más de tres años.

5.° Que (2) de esta milagrosa renovación se hizo averiguación judicial por el oficial eclesiástico, y se formalizaron instrumentos públicos, deponiendo los jurados como testigos oculares. Sucedieron además nuevos milagros en confirmación del primero, que como el juez eclesiástico para examinar si era verdadero crisma el que se halló en la parroquia de santa Catalina, le vaciase en una vasija nueva, al volverle a la crismera, le halló tan multiplicado, que no pudo caber en ella. En la de san Andrés, burlándose un clérigo extranjero de la credulidad de los que tenían por crisma milagroso aquel licor, tal vez puesto con fraude, en el momento se vio seca y vacía la crismera, la cual volvió repentinamente a llenarse como antes, luego que el clérigo postrado pidió perdón de su ligereza. Iguales prodigios se vieron en Murviedro y Castellón de la Plana.

6.° Que las lámparas nuevas de la iglesia de S. Cristóbal se encendieron por sí mismas, sin que nadie llegase (sens ma humanál), aumentándose su aceite sin disminución, con el cual, ungidos los enfermos, experimentaban milagrosas curaciones

7.° Que dicha iglesia pudo intitularse de S. Cristóbal, porque un judío al principio del motín (3) vio en lo alto de la sinagoga un hombre muy corpulento y robusto (4) con un niño en los hombros, a semejanza de como pintan a S. Cristóbal (veu sobre la sumitat de la sinagoga un hom fort, gran e soberch, ab una creatura en lo coll, á semblans que hom pinta à sent Cristófol). Por lo demás, dicen, no podemos hallar quien le dio este título ni por qué causa (no podem trobar qui fó entitulador, ne perque). Y cierto no hablaran así, si hubiera dicho S. Cristóbal repetidas veces: judíos, salid de mi casa. Con esto se ve lo que hay de verdadero y de incierto en las lecciones de dicho breviario de 1533, y en Escolano y otros historiadores de este suceso, cuya variedad en la relación de sus circunstancias, y la falta de documentos, dio ocasión a los editores de las actas de los santos a que pusiesen en duda la verdad de esta historia: majorem pro historiam hujus apparitionis firmitatem desiderari, ut credi possit tamquam vera (act. ss. 25 Jul. comm. praev. in vit. S. Cristoph. § IV. n. 37).

Tampoco parece muy averiguado que la consagración de la iglesia se hiciese el día 10 de Julio de dicho año por el obispo; porque don Jayme de Aragón, que lo era entonces, estaba en la corte del papa desde el año 1388, en la cual permanecía aún en 2 de Septiembre de 1391, como se ve por la carta que los jurados le escribieron ese día, haciéndole relación de lo ocurrido, y suplicándole que volviese luego a su iglesia por el peligro en que estaban sus ovejas, o si esto no podía, procurase a lo menos que fuesen socorridas con la presencia de un correspondiente pastor (fer, le dicen, que de qualque convinent pastor sien prestament provehides); con las cuales palabras no parece poderse componer, como algunos quieren, que por ese tiempo se hallase en esta Diócesis don fr. Jayme de Formentera, del orden de S. Agustín, obispo Christopolitano, y auxiliar de esta Diócesis.

Como quiera, es difícil señalar por que tiempo empezó a celebrarse en esta iglesia la fiesta de aquel milagro. En casi todos sus misales, así MSS., como impresos, se halla al día 10 de Julio la fiesta de S. Cristóbal con misa y oraciones comunes, que nada indican de tal historia, de la cual verosímilmente hubieran compuesto parte a lo menos de los responsorios, alleluia, ofertorio y comunión, como se ve practicado en la de S. Lázaro, S. Onofre y otros con menos motivo. En el breviario MS. el año 1464, que se conserva en este archivo y en la parroquia de los santos Juanes, hay seis lecciones propias y breves al estiló de aquel tiempo, en las cuales se cuenta la vida y martirio de S. Cristóbal; pero se omite el milagro de la sinagoga, cuya primera mención es del breviario de 1533, cuando pasados 142 años, por no haberse tenido presentes los documentos donde se refiere el hecho con exactitud, pudo haber en él mezcla de algunas circunstancias inciertas, y silencio de otras ciertas y muy substanciales, cual es el aumento del aceite de las lámparas, de que hablan los jurados como testigos.

Quisiera oír tu dictamen sobre estos puntos, y sobre lo que tiempos pasados hablamos de las actas de S. Cristóbal, que han dado motivo a mutuas contestaciones de varios católicos y a impugnaciones de algunos contra los herejes, que con falta de piedad y de crítica (5), pretenden negar la existencia de este santo mártir; del cual acaso volveré a hablar otro día, si me resuelvo a decir de algunas reliquias de esta ciudad. Bueno sería poder sacar alguna copia de las más insignes: y esto espero para decidirme del todo. Valencia 30 de Enero de 1803. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Que no se oyeron las supuestas voces. Mientras que no se presenten otros documentos, parece que deben tenerse por inciertas las voces de S. Cristóbal a los judíos, repetidas, como dicen, hasta tercera vez, por guardar acerca de ellas uniforme silencio, no sólo los jurados que cuentan hasta las más menudas circunstancias del suceso, sino aun los mismos judíos convertidos, que no hubieran callado este milagro para gloria de Dios, así como publicaron otros con que se acreditaba el poder de la gracia, y justificaban ellos su prudencia en haber recibido el bautismo. En las palabras también que se ponen en boca del santo mártir hallo la expresión de que llevó en sus hombros a Cristo, cosa puesta en duda con harta razón por los editores de sus actas, como veremos luego. Escolano dio a estas voces de S. Cristóbal mayor extensión; sus palabras son estas: "estando algunos rabinos (pone rabines) y sacerdotes dentro de ella (la sinagoga) sintieron súbitamente una espantosa voz, que salía de debajo las gradas que agora son del altar mayor y les dijo: judíos, dejaos ya de ofender a Dios en seguir vuestros caminos errados, pues hasta las oraciones que aquí estáis ofreciéndole, se convierten en culpas contra vosotros, y en ruina de vuestras almas y vidas. Yo soy Cristóbal, uno de los siervos de Jesucristo, gran Rey de la gloria, que le llevé en mis hombros: convertíos a él, y doleos de vuestro obstinado error. Recibid el bautismo y desocupadme esta casa, que el Señor ordena que se dedique a mi nombre, y de su parte os amonesto que si ponéis en duda mis palabras descargará sobre todos un nublado de persecuciones, y yo derribaré vuestra sinagoga sobre vosotros. (Escolano hist. de Val. lib. V. cap. 10).

(2) De esta milagrosa renovación se hizo averiguación judicial. Entiendo que esta multiplicación (de que hay innumerables ejemplos en la Escritura e historia eclesiástica) pudo hacerse, como de otros casos semejantes juzga santo Tomás, no criando Dios nueva materia, sino convirtiendo una materia en otra, a la manera que dice san Agustín haber alimentado Cristo con cinco panes a cinco mil hombres, del modo que con pocos granos produce muchas mieses, lo cual hace no criando nueva materia, sino disponiendo el jugo de la tierra y las demás substancias que concurren a la formación del grano para que pueda servir de alimento. Y así extraña Benedicto XIV que en la Rota se hubiese tenido por de santo Tomás, y por más probable la sentencia que exige nueva creación de materia para las multiplicaciones milagrosas. (Bened. XIV. de beatif. et beator. canoniz. lib. IV. p. I. cap. 12). 

En la prueba de este milagro hallo las condiciones prudentes que ahora exige la silla apostólica, para no aventurar su juicio en materia tan delicada. 

1.° Consta que existía determinada cantidad de crisma dentro de cada ampolla: 2.° que llegó a consumirse todo este crisma en las ceremonias del bautismo solemne de los muchos conversos: 3.° que se multiplicó lo bastante para volver a llenar las ampollas luego que se vaciaron: 

4.° no aparece sospecha de fraude en este hecho, así por ser muchas las crismeras que se hallaron llenas, como por haber sucedido esta multiplicación en distintas partes y a la misma hora, y a vista de las personas principales de la ciudad, eclesiásticos y seglares: 

5.° añádese el fin de esta maravilla, que fue santo, ordenado a completar la obra de tan milagrosa conversión.

Siendo cierto este milagro, entiendo que es verdadero crisma el que se halló en las redomas, y que pudo servir para las ceremonias bautismales, como el consagrado por el obispo. Si no fuera este verdadero crisma, en vano hubiera obrado Dios esta maravilla, dirigida a que no faltase el crisma para los fines porque lo establece la Iglesia. A Dios le es fácil suplir milagrosamente por sí mismo con su bendición todo lo que necesita una materia para servir a los ministerios eclesiásticos.

(3) Vio en lo alto de la sinagoga un hombre fuerte &c. Semejante a esta es la aparición de S. Cristóbal a la virgen Friderunda que cuenta Leibnitz (de scriptoribus brunsvicensibus t. 1. pág. 580), diciendo: praestantissimum egregiae formae miraeque longitudinis gloriosissimum Christi martyrem S. Christophorum... aspexit. Ni de aquí se infiere que realmente hubiese sido gigante S. Cristóbal, que de esto hablaremos después. Suele Dios acomodarse a las opiniones del pueblo en lo que no es contra la verdad, y no lo es que S. Cristóbal hubiese sido gigante en el espíritu, esto es, en la fortaleza y las demás virtudes, que es lo que quiso manifestar al que vio esta visión, caso que fuese cierta. No son nuevas estas figuras simbólicas en las apariciones. S. Gregorio M. cuenta que S. Benito vio subir al cielo a santa Escolástica en forma de paloma, y a S. Germán, obispo de Capua, en un globo de fuego, y dos de sus monjes le vieron a él en su muerte subir por un camino muy adornado e iluminado con lámparas. Pudiéramos añadir la aparición simbólica de Benedicto IX, que da por cierta Baronio con la autoridad de Humberto y de S. Pedro Damiano. (Baron. ad ann. 1054), y la de Inocencio III a santa Lutgarda, atestiguada por Spondano (ad ann. 1216): Pagi (vit. Innoc. III n. 110): Fleury (hist. eccl. lib. LXXVII), y 

otros críticos; pero no es de nuestro propósito entrar en estas contestaciones (V. acta ss. 16 Junii vita S. Lutgardis, et Jac. Sicommar. not. XXV vitae S. Bartholom. IV. abb. Cryptae ferratae ex vet. cod. edit.) 

Traigo esto para probar que en las apariciones caben símbolos, y que de ellas nada puede deducirse sobre la inteligencia literal de todas sus circunstancias. ¿Qué hubiera de verdad en la visión de Daniel, si entendiésemos materialmente la descripción que hace la santa Escritura de aquel varón que se le apareció vestido de lino, y ceñido con un cinturón de oro? Otro tanto digo de los ángeles que en figura humana aparecieron a Lot, a Abraham y a Tobías. 

(4) Con un niño en los hombros. Molano y Solerio tienen por fábula el diálogo que se cuenta en la leyenda de oro, entre S. Cristóbal y el ermitaño que le exhortó a que pasase los caminantes por un río, con cuya ocasión mereció llevar sobre sus hombros a Cristo en figura de un niño pasajero.

Añade Molano que esta es una representación simbólica ad significandum quod sicut homine, sic et re fuerit verus Christophorus, sive Christiferus: y Vidas dice: Christophoro, infixum quod eum usque in corde gerebas. 

- Pictores Christum dant tibi ferre humeris.

Otros creen que este paso no fue por río, sino por el mar, lo que es de todo punto inverosímil: y el obispo Vidas atribuye a esta opinión el haber supuesto en S. Cristóbal la estatura gigantesca.

Quem gestans quoniam multa es perpessus amara 

Te pedibus faciunt ire per alta maris, 

Id quia non poteras nisi vasti corporis usu, 

Dant membra immanis, quanta gigantis erant. 

(5) Pretenden negar la existencia de este santo mártir. Chamiero (epist. jesuit. p. 46), Stigelio (carm. de S. Christoph.), y Chytreo (in onom.) y otros sectarios tienen por fábula, no sólo cuanto se refiere de la vida y martirio de S. Cristóbal, sino también de la existencia del santo, dando por cierto que la ignorancia del pueblo y la desidia de los pastores ha dado lugar a que este, que ellos llaman sagrado emblema, se transforme en imagen de un santo mártir, distinguido con el nombre de S. Cristóbal (Christophorus), con que debió significarse en alguna pintura jeroglífica un valeroso y esforzado predicador, o un intrépido confesor de la fe. A cuya sentencia parece haber inclinado Juan Pierio en sus jeroglíficos (lib. XV, in fin.)

Esta duda de la existencia de S. Cristóbal es infundada y temeraria, constando por testimonios de muy remota antigüedad el culto de este santo mártir en la Iglesia de oriente y occidente. A pesar de esto, no podemos menos de confesar la gran variedad con que de su vida y martirio hablan los escritores antiguos y modernos. Los griegos, que hacen su fiesta a 9 de Mayo, dicen que fue bautizado por S. Babilas, el antioqueno, y que padeció en la persecución de Decio. Los antiguos martirologios geronimianos, Floro, Usuardo y Adón, y otros del siglo IX, ponen su fiesta a 25 de Julio en Lycia, otros en Sicilia, otros en Samón o Amón, Salmón o Salmos, que Adón y Usuardo dicen pertenecer a Lycia, y Tillemont llama ciudad desconocida, y por ventura es el famoso pueblo de Grecia, junto a la Calabria ulterior, que ahora llaman Creepacuore, o la isla de este nombre en el mar Egeo, vulgarmente llamada Samandrachi, o tal vez la otra isla de Samos enfrente de Efeso, en el mar Icario o de Nicaria, conocida con el título de Samos Junonia, por el culto que en ella se daba a Juno. Aun pone de peor condición esta controversia la credulidad de nuestro Bivar, que engañado por el supuesto cronicón de Máximo, y dando por cierto que el Samos de S. Cristóbal es lo mismo que Solima, dice, que del nombre de aquella ciudad se llamaron solimos sus moradores; cuyo sueño desvaneció Solerio con el testimonio de Homero y de Strabon (Estrabón) (act. ss. 25 Jul. diss. praev. laud. §. VII, núm. 78. 79). Mombricio, Pedro de Natalibus, Surio, Vicelio están muy discordes en los hechos de este santo mártir.

Tillemont, por unas actas MSS., que dice haber leído de nuestro santo, juzga que hay en ellas mezcla de fábulas. Bolando fue del mismo parecer. Solerio lo demuestra por el cotejo de grandes contradicciones que halló en los varios códices de ellas que pudo haber a la mano (diss. laud. §. 10. 11.), y Baronio añade que nada halló mejor sobre S. Cristóbal que lo que se lee en el oficio mozárabe. Pero esta corrupción de las actas de S. Cristóbal en nada perjudica a la verdad de su existencia. ¿Cuántas falsedades se han mezclado en las vidas, no diré de san Pantaleón, de S. Jorge, de santa Catarina, de santa Margarita, de santa Cristina y de otros santos de los primeros tiempos; sino aun de S. Isidoro y de sus santos hermanos, y aun de S. Vicente Ferrer? Serario dejó sólidamente establecida esta verdad. 

Belarmino, tratando este punto (de ss. beatitudine lib. I, cap. 20.) contra los herejes, dice: sanctorum quorundam historias apocryphas quidem et incertas esse, non tamen propterea sanctos ipsos numquam fuisse. 

La estatura gigantesca de S. Cristóbal nada tiene de inverosímil, si damos por cosa sentada, como lo es, la existencia de los gigantes antiguos, y aun de personas de extremada altura entre gentes de estatura regular. La estatura agigantada de Og, rey de Basan, puede colegirse de su cama, que tenía nueve codos de largo, como está escrito en el Deuteronomio. Solus quippe Og rex Basan resisterat, de stirpe gigantum. Monstratur lectus ejus ferreus qui est in Rabbath filiorum Ammon, novem cubitos habens longitudinis, et quatuor latitudinis, ad mensuram cubiti virilis manus (Deuter. III. II). San Agustín (de civ. Dei lib. XV. cap. 9) dice: antiquorum magnitudinis corporum, inventa plerumque ossa, quoniam diuturna sunt, etiam multò posterioribus saeculis produnt. 

(Aquí me viene a la memoria San Balandrán, y el gigante de la película vasca Handia, además del valle de Baztán : rey Og de Basan)

El mismo santo doctor (ib. cap. XXIII.) dice que en Roma poco antes de la invasión de los godos hubo una mujer corpore quodam modo giganteo... ad quam visendam mirabiles fierent mortalium conventus. 

Nicéforo (hist. eccl. lib. XXIV. cap. 37.) cuenta que en el imperio de Teodosio nació en la Siria un gigante que tenía de alto cinco codos y un palmo, y que se llamaba Antonio: y que en su tiempo vivió, y que también le vio, un hombre de semejante estatura. Y esto sin retroceder a Heródoto (lib. I), que del cadáver de Orestes dice que tenía siete codos: ni a Plinio (hist. nat. lib. VII. cap. 16), que asegura que en Creta se halló otro cadáver de 46 codos; y que en el imperio de Claudio se trajo de Arabia otros de más de cuatro brazas; ni a Julio Salino (polyhistor. c. V. et XIV), y Apolonio Tyaneo (ap. Philostrat. lib. V), que aseguran haberse hallado otros tales cadáveres en varios sepulcros.

Gerónimo Magio (diss. de gigantib.), dice: Melchior Guilandinus Borussus.... mihi narravit se, cùm anno à Christo nato 1559 in Africam captivus esset perductus, Juliae Caesareae calvariam gigantis mirae magnitudinis vidisse, quam hispani duo identidem captivi, dum aratro terram prosciderent, exarassent... Hujus autem calvariae ambitum spithamarum fuisse undecim idem retulit, seque ab hispanis illis, cum mox diligentius de re percunctaretur, audivisse eodem loco, quo calvaria illa reperta esset, reliqua etiam cadaveris ossa mirae, ut symmetriae ratio exposcebat, magnitudinis superfuisse. Y poco después. Venetiis in cruciferorum ecclesiam asservatur os femoris divi Christophori, licet parte ex altera comminutum, tantae magnitudinis, ut eorum quae de viri hujus proceritate legimus, fides visu adstrui possit. Y luego. Nostram etiam aetate Paulum III pont. max. ossa quaedam humana monstrosae magnitudinis habuisse, non obscurae fidei aulici mihi narrarunt. Pero aún esta estatura de S. Cristóbal y las demás 

circunstancias con que se le pinta, no había inconveniente en que las tuviésemos por simbólicas, para denotar la alteza y fortaleza de espíritu con que este santo varón llevó a Cristo en su cuerpo por entre las aguas de las tribulaciones y calamidades presentes, como lo notó Vidas en su himno.

A Jesucristo mismo es muy común en el lenguaje de los PP. y DD. llamarle gigante, tomando este nombre de la comparación simbólica de David, exultavit ut gigas, para significar la fortaleza de su omnipotencia en la protección y salvación de los suyos, en cuyo sentido le llama un himno antiguo suae gigas ecclesiae (ap. Clyctoveum elucid. p. I. in hymn. Fit porta), o para denotar la unión de las dos naturalezas en la persona del Verbo. Así le llama S. Ambrosio gigantem.... biformis geminaeque naturae, cuya autoridad alega el sínodo de Francfort, recordando a los obispos de España un himno de la natividad del Señor, en que aquel padre vuelve a llamar a Cristo: geminae gigas substantiae (V. Teophil. Rayn. de Christo lib. I. n. 13. seq.) De esta especie de símbolos, respecto de los santos, quedan aún mayores vestigios en la antigüedad eclesiástica, no ya en los escritos, sino en estatuas y pinturas: tal es, por ejemplo, la imagen del dragón hollado y alanceado, y arrojado al mar por Constantino y sus tropas, que dice haber visto por sus ojos Eusebio Cesariense (de vitam Constant. lib. III. cap. 3). Símbolo del triunfo que con su conversión consiguió él de satanás, llamado serpiente y basilisco y dragón en la divina Escritura. Tal es el otro cuadro dado por una persona desconocida a Senodo, subdiácono de la iglesia de Uzala, en que estaba pintado S. Esteban en ademán de llamar a la puerta de la ciudad con el ástil de la santa cruz, y de arrojar de ella y de oprimir debajo de sus pies un dragón de fuego, que el día anterior se había visto en el aire (Evod. episc. Uzal. de miraculis S. Stephani libro II. c. 4). 

Semejante a estas es la pintura de S. Jorge a caballo, alanceando a un dragón, y librando de sus garras a una humilde doncella; símbolo que no perjudicando en nada a la verdad de la existencia de este santo mártir, como dicen Serario (litan. lib. III. q. 20), y Teophilo Raynaudo (simbol. antonian. §. I.) contra Lutero, Melanton y otros herejes, denota su patrocinio respecto de alguna región que le implora, como juzga Baronio (martyr. 23 April.), o la defensa que presta la Iglesia contra el dragón infernal, que es la opinión de Villavicencio (de ratione stud. theol. c. VII).

Otro tanto debe decirse de la pintura del arcángel san Miguel pisando un dragón con espada desenvainada en la mano derecha, y un peso en la izquierda, cuyos símbolos, conformes a la verdad de la religión, explicó Teophilo Raynaudo (de Christo lib. V. sect. 4. c. 7. et symbol. anton. §. I. n. 4.), desvaneciendo los recelos de Molano (hist. imag. lib. III. c. 39), y la equivocación con que nuestro Blas Viegas (in Apocalyps. c. XII. comm. I. sect. XVIII. n. 7.) colige de esta pintura que S. Miguel ejerce el juicio particular. Tal es la pintura de un león en los cuadros de san Gerónimo, bien sea para denotar su amor a la soledad, como juzgan Molano (de imagin. lib. III. cap. 42) y Petreyo (ad cronic. carthusiens. Dorlandi lib. III. §. 5), o su generoso esfuerzo e intrepidez contra los luciferianos, pelagianos y otros herejes, como juzga Baronio (annal. ad an. 420). Otro tanto puede decirse del fuego y del puerco que suelen añadirse en los cuadros de S. Antonio abad, denotando el puerco sus victorias contra el demonio, atestiguadas por S. Atanasio; y el fuego su fervor en la práctica de las virtudes, o su experimentado patrocinio contra la enfermedad del fuego sacro, llamada después vulgarmente fuego de S. Antón, y más conocida con el nombre griego herpes, o contra la llama de la lujuria, como cree Gerson (p. IV. serm. de S. Anton. consid. 3), o contra los ardores del infierno, que es la sentencia de santo Tomás (in 4. dist. 45. que. 3. art. 2. ad 2); bien que aun esto lo entiende Raynaudo de la erupción cutánea de las herpes, a la cual en un himno de S. Antonio se la llama infernalis herpes, y contra cuyo estrago, que en algunos reinos de Europa fue horrible, especialmente en los siglos XI y XII, invocó la Iglesia la intercesión de este santo abad, diciéndole en una de sus oraciones: Deus, qui concedis obtentu beati Antonii morbidum ignem extingui, et membris aegris refrigeria praestari.

Por estas muestras se ve que estando autorizada por la Iglesia la práctica, no sólo de mostrar con expresiones simbólicas las virtudes de los santos, sino de adornar con símbolos y jeroglíficos sus mismas imágenes; no fuera extraño que hubiera seguido esta costumbre en las estatuas y cuadros de S. Cristóbal. A pesar de estas tan sólidas reflexiones intentó Serario probar que sin este recurso a los símbolos usados por la antigüedad eclesiástica, puede darse por cierta la estatura agigantada de S. Cristóbal, en lo cual apenas hay quien le siga. Imposible no es, ni aun inverosímil; pero no es cosa averiguada. Nuestro Interián de Ayala establece sólidamente esta exposición simbólica de la supuesta estatura de S. Cristóbal, y alega unos versos latinos de la catedral de Sevilla, escritos en el siglo XVI, por donde se ve que esta era opinión recibida en España (pict. christ. lib. VII. cap. 2). 

catedral de Sevilla


dimarts, 24 de maig del 2022

CARTA XII. De algunas procesiones notables de esta ciudad.

CARTA XII. 

De algunas procesiones notables de esta ciudad. 

Mi querido hermano: He comenzado el año nuevo descansando un poco de las tareas del pasado, que han sido mayores de lo que puedes conjeturar por mis cartas. Y aunque el asunto de la de hoy no compensa bastantemente su dilación, todavía servirá para desempalagar de papeles y códices. Voy a darte alguna noticia de la procesión que se hace en esta ciudad el día del Señor, tan devota, majestuosa, alegre y proporcionada al objeto, que no es extraño moviese la piadosa curiosidad de varios Príncipes que la mandaron repetir fuera del día propio: como fueron el Rey D. Alfonso V de Aragón en el año 1426, Carlos V en 1528, Felipe II en 1586, y otros. 

Parece haber tenido principio en esta catedral el año 1355 (1), antes del cual se celebraba ya en varias iglesias particulares por la mucha devoción de toda esta tierra al SS. Sacramento, fomentada con los recientes milagros de las formas de Luchente y de Alboraya. En la crida o bando que se hizo dicho año convocando al pueblo a esta función, cuya copia envío (a: V. el apéndice núm. IV.) hay dos cosas notables. La primera, se convida a todos, así hombres como mujeres, a acompañar al Señor con velas de cera de media libra: segunda, se señala para la procesión la mañana del día del Corpus, que fue aquel año a 4 de Junio: costumbre que duró algún tiempo, y que habiéndose variado en adelante, quiso renovarla Carlos II; mas a representación del ayuntamiento concedió se hiciese siempre por la tarde. Incluyo también copia de esta respuesta del Rey, que se conserva en nuestra biblioteca de santo Domingo (b: V. el apéndice núm. V.). De aquel tiempo es la comparsa de los gigantes y enanos, y los carros triunfales que llaman rocas, de los cuales, que eran entonces en mayor número, sólo quedan seis; obras de talla de mal gusto, con varias alegorías de la caída de Adán, de la concepción de nuestra Señora &c.: llevándolos tirados de mulas delante de la procesión con alegres danzas y músicas. 

Las comunidades religiosas y los cleros de las parroquias, entrando en el coro de la catedral ya formados, entonan sucesivamente el himno Pange lingua &. el cual siguen alternando por toda la carrera, y lo mismo hacen en las otras fiestas respectivamente. Los religiosos de san Francisco, a excepción de la de este día, en todas las demás procesiones entonan al entrar en el coro la primera estrofa del himno Ave maris stella. Singularidad que tolera esta iglesia, o en memoria, como algunos quieren, de que tres religiosos de esta orden, llamados de Barcelona, fabricaron sus dos órganos en los años 1632 y 1633, o por otros motivos que no he podido averiguar.

Así estos cuerpos como los gremios que les preceden (2), llevan imágenes de sus patronos o titulares; como también los numerosos cleros de las parroquias que van por antigüedad con capas pluviales blancas, precedidos cada uno de su cruz, en cuyo adorno compiten los ingenios con la esperanza del premio que dan los jueces a la más sobresaliente. Con los individuos del clero de la metropolitana alternan varios personajes con alusiones alegóricas: a saber, tres grandes águilas, de cuyo pico cuelga un rótulo en que están escritas estas palabras: in principio erat Verbum &c., un hombre con cabeza de león, otro de buey, y otro con cara humana, en representación de los cuatro evangelistas. Siguen luego otros tres con albas tañendo arpa, vihuela &c., y veinte y seis ancianos, también con albas, llevando cada uno un cirial de noventa libras de a doce onzas. Síguese un coro de seis u ocho levitas con tunicelas blancas cerradas por los costados y mangas, forma de las antiguas dalmáticas, los cuales con unas varas largas que llevan en la mano avisan al que está mirando la procesión con irreverencia. Todo este aparato, no menos devoto que misterioso, precede a la riquísima custodia de catorce palmos de altura, labrada en el año 1456, según el gusto gótico, cuya descripción hizo Esclapés en su historia de Valencia. El palio no va detrás de ella, sino cubriéndola. Al tiempo de salir la procesión, dos músicos de contralto, representando a S. Juan y al Ángel que le descubre los misterios celestiales, leen algunos trozos del Apocalipsis. Estas son las cosas más señaladas que resaltan en esta lucidísima procesión; con la cual hacen un admirable contraste otras que he visto en esta ciudad harto diferentes en su objeto, ritos y aparato; de las cuales voy a hablar, pues queda tiempo. Ello es que la iglesia que se adorna con flores para obsequiar a su esposo, sabe también llorar, implorando su misericordia, y representándole con mil tristes demostraciones la angustia que le causan los males de sus hijos. Tal es su conducta en las devotas y misteriosas rogativas, que en tiempo de sequía, ya desde muy antiguo, se hacen en esta ciudad. (3) Comenzaban antes por las siete misas Gaudiorum B. Mariae Virginis, que se hallan en los misales de esta diócesis: a saber, de Anuntiatione, Nativitate, Epiphania, Resurrectione, Ascensione, Pentecostes, et Assumptione; las cuales se celebraban por siete días continuos. Desde que prohibió Paulo V casi todas estas misas fuera de sus fiestas, se sustituyó en vez de ellas, y se dice ahora por siete días la misa de B. V. de tempore en memoria de los gozos de nuestra Señora. Pasados estos días se hace procesión a la iglesia parroquial de S. Salvador, donde se dice la misa de Transfiguración. Si en todo este tiempo no acude el Señor con la lluvia deseada, comienzan las procesiones llamadas con razón lúgubres. Precede la cruz cubierta con un velo negro transparente, acompañada de dos linternas, vuelta la imagen del crucifijo a la procesión. En ella van cuatro beneficiados de cada parroquia y otros tantos de la catedral, cubierta la cabeza con las capillas de la muceta o capa corta, sombrero con las alas caídas, y báculo en las manos. Siguen cuatro músicos, dos graduados, dos capas con cetros, y dos canónigos, todos los cuales llevan también báculos, pero sólo cubren la cabeza con los sombreros caídos de alas. Del mismo modo, pero sin báculos, van los acólitos, ministros y preste, el cual lleva una imagen de nuestra Señora, que dicen ser de mano de san Lucas. Cierra esta procesión el magistrado y los individuos de cuatro oficios que van alternando: todos igualmente con sombreros. La impresión que hace este aparato a quien le mire con ojos de fe, se aumenta (4) con el canto triste y apausado que le acompaña, y con la humildad que inspira la letra siguiente, que cantan a cuatro voces. 

Non sumus digni à te exaudiri

Nostris demeritis meremur puniri

Sancta Maria, ora pro nobis.

A lo cual responden todos a canto llano, y también con sumisa voz:

Kyrie eleyson, Jesu Rex gloriae, da nobis pacem, salutem, ac pluviam congruentem. Y luego repiten: non sumus &c., cantando sucesivamente en el último verso toda la letanía mayor. Así van cada día a una iglesia de la ciudad comenzando por la de S. Salvador. El rito que en esto se observa es el siguiente. Entran todos hasta el presbiterio con los sombreros puestos, y quitados estos, se dice la antífona Domine Rex, Deus Abraham, dona nobis pluviam super faciem terrae, ut dicat populus tuus quod tu es Dominus Deus noster. Aña. Sub tuum praesidium. Monstra te. Pater noster. v. Aperi Domine, caelum nubibus. R. Et para &c. v. Ut producat in montibus foenum. R. Et herbam. v. Rigans montes &c.

Luego se canta a medio tono la misa de passione Domini con la segunda oración pro pluvia sin gloria ni credo. Al comenzar el evangelio se reparten a todos los fieles candelillas, que arden hasta la post comunión. Al tiempo del ofertorio se reza a coros el salmo 19 Exaudiat &c. Consagrada la hostia, cuatro músicos arrodillados en la primera grada del altar mayor, cantan a media voz el motete: Domine Jesu Christi, qui horam diei ultimam &c. 

Acabada la misa dice el celebrante la pasión de S. Juan; y entre tanto, arrodillados los demás, rezan despacio el salmo Miserere a coros, de suerte que se acaben ambas cosas a un tiempo. Luego el v. Adoramus te Christe &c., y la oración: Respice, quaesumus Domine &c. 

Lo mismo se practica en las demás iglesias, variando sólo la misa, antífonas y oraciones que corresponden al titular. No he podido averiguar el origen de esta práctica; mas no tengo por inverosímil que naciese en el mismo tiempo que la fiesta del Corpus o del Ángel Custodio de esta ciudad y reino. Esta incertidumbre pudo haber dado ocasión a la tradición vulgar de que los báculos y linternas y crucifijo (5) sean imitación de las procesiones de penitencia que hacía la escuela de S. Vicente Ferrer. Pero hasta ahora nadie ha reproducido un documento auténtico de haber establecido dicho santo las rogativas de que hablamos. En su vida escrita últimamente por el maestro fr. Francisco Vidal no hay memoria ni rastro de tal cosa. 

Basta de procesiones y de carta. A Dios. Valencia 17 de Enero 1803. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Antes de 1355 se celebraba ya en varias iglesias. 

Panvinio (in Platin.) y otros historiadores católicos, y aun los centuriadores magdeburgenses (centur. XIII. c. 5 y 10.) aseguraron que esta procesión del Corpus la instituyó con la misma fiesta Urbano IV el año 1264, fundados en aquellas palabras de su constitución: tàm clerici, quàm populi gaudentes in cantica laudum surgant. Tunc enim omnium corda, et vota, et ora labia hymnos persolvant laetitiae salutaris. Porque aunque esto parece verificarse en cierto modo en el templo durante la misa y las horas canónicas; pero el canto alegre y universal no se ve tan de lleno sino en las procesiones, en que no sólo el clero, sino el pueblo se esmera en cantos y otras demostraciones de júbilo. Añaden a esto el no señalarse otro papa autor de esta procesión después de Urbano IV, y el haber concedido indulgencias Martino V y Eugenio IV a los que asistiesen a ella, suponiéndola ya instituida (Serar. de proces. lib. II. cap. 9. §. 2. pág. 139). Por el contrario Genebrardo (chronolog. lib. IV. pág. 388), a quien han seguido otros católicos, y aun Schmidel (lib. contr. Scherer), Kemnicio (p. II. pág. 450), y varios novadores tienen por más moderna la procesión del Corpus que la institución de la festividad, fundados, lo primero, en que no habla de ella claramente Urbano IV en su constitución, al paso que recomienda distintamente la asistencia a todas las horas del oficio eclesiástico: lo segundo, porque en el oficio de esta fiesta compuesto por santo Tomás de Aquino, no hay memoria de este rito de llevar en procesión al SS. Sacramento. Añade Genebrardo que cien años después de instituida esta festividad comenzó a hacerse esta procesión en Pavía, de donde se propagó a otras diócesis de occidente, especialmente a Angers, donde Berengario, que había sido arcediano de aquella iglesia, comenzó a sembrar sus errores contra la sagrada Eucaristía.

Diestemio, que floreció a fines del siglo XV (ap. Serar. loc. laud. pág. 139. col. 2), fija la institución de esta procesión en el año 1315, en que el papa Juan, publicadas las constituciones de Urbano IV y de Clemente V, novas indulgentias concessit, atque processionem ordinavit.

(2) Llevan imágenes de sus patronos o titulares. 

Este rito de llevar en esta procesión imágenes de santos pudo nacer de la práctica antiquísima en la Iglesia de llevar en las procesiones públicas sus reliquias, como consta de Sozomeno, Sócrates y Rufino. Nada hay en esto contrario a la adoración del SS. Sacramento; antes bien, como, dice Serario, tam reliquiarum, quam imaginum ipsarum gestatio, honor quidem est insignis, qui ipsis, et per ipsos ac in ipsis, Christo Jesu, omnis excellentiae, quae in illis est, auctori datorique, defertur. (De proces. lib. I. cap. 6. §. 4). Que las festivas demostraciones y el aparato misterioso de esta procesión sea conforme al espíritu de la santa Iglesia, lo demuestra el mismo Serario (ib. lib. II. cap. 9). 

(3) Comenzaban antes por las siete misas Gaudiorum B. M. V. &c. 

A este rito dieron ocasión los grandes aguaceros del año 1461, como lo refiere en su diario MS. el capellán de don Alonso V de Aragón, por estas palabras: “any 1461 disapte á 3 de Jener començaren tan grans pluges en lo regne de Valencia, que duraren fins el dia de la Verge María de Febrer. En aquell dia fonch ordenat que en la seu è parroquies fossen dites sept misses solempnement per los sept goigs de la Verge María, è la octava missa de la Trinitat, è apres feren professó general de la Verge María de Gracia.” 

Esto es: el sábado 3 de Enero del año 1461 comenzaron tan grandes lluvias en el reino de Valencia, que duraron hasta el día de nuestra Señora de Febrero (la Purificación). En ese día se determinó que en la catedral y en las parroquias se dijesen solemnemente siete misas en reverencia de los siete gozos de la Virgen María, y la octava misa de la Trinidad, después de lo cual hicieron procesión general de nuestra Señora de Gracia.

(4) Con el canto triste y pausado. De este canto lúgubre, en tales procesiones tenemos un insigne ejemplo en el pueblo de Antioquía, que temiendo del emperador Teodosio los castigos merecidos por el tumulto: 

publicas peragentes supplicationes, dice Nicéforo (lib. XII. cap. 43), carmina queadam luctuosa, et ad commiserationem movendam composita, numeroso concentu cantavit.

Del traje penitente y triste vemos otra muestra en las rogativas del pueblo de Zaragoza cuando la sitiaron Childeberto y Clotario. At illi, dice S. Gregorio Turonense (lib. III. cap. 29), in tanta humilitate ad Deum conversi sunt, ut induti ciliciis, abstinentes à cibis et poculis cum tunicam B. Vincentii M. muros civitatis psallendo circuirent: mulieres quoque amictae nigris palliis, dissoluta cessarie, superposito cinere, ut eas putares virorum funeribus deservire, plangendo sequebantur.

No están menos autorizadas estas visitas o estaciones a varias iglesias. El antiguo escritor de la vida (de) S. Porfirio, publicada por Surio, refiriendo las rogativas pro pluvia que hicieron los fieles de Gaza, dice: accepto signo venerandae crucis, quod nos praecedebat, egressi sumus cum hymnis ad antiquam ecclesiam... Cum ergo fuissemus in dicta ecclesia, illic quoque fudimus totidem preces. Et illinc egressi ivimus in sanctum martyrium gloriosi martyris Timothei.... Cùmque illic fecissemus totidem preces, et genuflexiones, reversi sumus in civitatem... Tanta autem pluvia descendit illa nocte, et altero die, ut omnes timerent ne domus corruerent. 

(5) Sean imitación de las procesiones de penitencia que hacía la escuela de S. Vicente Ferrer. Acaso puede buscarse a estos ritos origen más antiguo en las procesiones de penitencia hechas en España por el santo cardenal Gregorio de Ostia, con motivo de la langosta y pulgón, que por muchos años consumía los frutos de esta península, especialmente de los obispados de CalahorraPamplonaTarazona y Zaragoza; sobre lo cual merecen leerse las observaciones de Pedro Ciruelo (trat. de las superst. p. III. cap. X. n. 5. seq.), y de Nicol. Serario (loc. laud. p. I. cap. 5). 


dilluns, 23 de maig del 2022

ÍNDICE DE LAS COSAS MAS NOTABLES. TOMO 1.

ÍNDICE DE LAS COSAS MAS NOTABLES. 

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Abad Joaquín. Si tuvo espíritu profético, pág. 242. 

Observaciones sobre sus escritos, 241, 242. 

D. Acisclo de Moya, arzobispo de Valencia, 54. 

Adam de S. Víctor. Compuso muchas prosas para la liturgia, 103. 

Adultos. No deben ser admitidos al bautismo sin ser catequizados, 193. 

Agua bendita. Su antigüedad en la Iglesia católica, 12. Varios usos de ella, 12 y sig. Origen de su bendición, 13. Festividades en que no se rociaba con ella el pueblo, 138, 145. 

C. Aguirre. Enmendado, 40, 48, 70, 71, 76. 

Alleluia. Por qué tiempos la omitía en la misa la Iglesia de España, 99. Su canto dio origen a la secuencia o prosa, ibid. 

D. Alonso de Aragón, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Alonso de Borja, obispo de Valencia, 51, Fue electo papa con el nombre de Calixto III, ibid. 

D. Ambrosio Ignacio de Spínola, arzobispo de Valencia, 56.

D. fr. Andrés Albalat, obispo de Valencia, 48. Celebró varios sínodos, ibid. y 70. 

D. Andrés Mayoral, arzobispo de Valencia, 57. Fundó la biblioteca arzobispal, ibid. 

D. Andrés de Orbe, arzobispo de Valencia, 57. Sus preces a Benedicto XIII sobre la fiesta del SS. Christo de S. Salvador, 246.

D. Antonio Despuix, (Despuig) arzobispo de Valencia, 58.

D. Antonio Folch de Cardona, arzobispo de Valencia, 57. 

Archivos, cuanto se promueven las buenas letras con la publicación de sus códices, 113.

D. Arnaldo de Peralta, obispo de Valencia, 47, 48, Celebró sínodo, 70. No son suyas las constituciones que le atribuye el Cardenal Aguirre, ibid.

Las santas Basilisa y Anastasia, Su culto en Sétabis, 9, 10. 

Fr. Berenguer de Castelbisbal (Castellbisbal : castillo episcopal), electo primer obispo de Valencia después de su conquista; por qué no llegó a serlo, 61.

Berito. Antigüedad de esta ciudad, su situación, sus alternativas y su actual estado, 120 y sig. Cuándo se erigió en metrópoli, 130. Suceso milagroso de su crucifijo, 130, 131. Cómo se propagó su fiesta, 131. Descripción de esta santa imagen, 120, 121. Dónde se conserva actualmente, 121, 122. 

Beuter, Enmendado, 61.

Biblioteca. La de la metropolitana de Valencia abunda en códices litúrgicos y otros monumentos, 88 y sig. La de la casa arzobispal erigida por el señor Mayoral, 107.

Bleda, Enmendado, 61.

Bulas. Con qué fecha se expiden las de canonización, 245. 


Cabildo. Qué obispos eligió el de Valencia, 49, 50.

Calixto III confiesa haber sido bautizado en la iglesia de Xátiva, 9, 18, 181. Hízole donación de varias reliquias, ibid. Concedió a sus canónigos los hábitos de la de Valencia, 8, 33, 181 y sig. V. don Alonso de Borja.

Campanas. Por qué se tocan a los difuntos, 188. 

Cánones penitenciales. Cuánto han recomendado su estudio los prelados de España, 158. 

Capa de coro. Su origen, 44.

Casulla. La talar redonda hasta qué siglo se usó en la Iglesia, 95. Descripción de la de Calixto III, que se guarda en Valencia, 104. 

Cementerios. Si los había en Valencia en los siglos XV y XVI, 106. Conjeturas sobre su antiguo sitio, 167, 168. Reliquias del de los cofrades de Santiago, ibid. Estado actual de ellos en Valencia, 170. 

Censuras. Moderación con que procedió en ellas santo Tomás de Villanueva, 193. 

D. César de Borja, arzobispo de Valencia, 52.

El Cid. Si dedicó a S. Pedro la iglesia mayor de Valencia, 30, 40 y sig. A quién eligió por su primer obispo, 47 

Clérigos. Deben dar buen ejemplo, 196. Con qué modestia deben vestir, ibid. De qué oficios deben eximirse, ibid. 

Cofradía de Santiago. Erigióse en Valencia en el siglo XIII, 169. Entierro de sus alumnos, 168. 

Colas. Usadas por el clero en la corona de Aragón, no son las prohibidas, 43, 44. Equivalen a la capa de coro, 32. Cuando se dejan sueltas, 34. Antigüedad de esta práctica. 45 y sig. 

Confirmación. Mandada administrar en la catedral de Valencia todos los domingos, 194. 

Consagración del obispo. Ceremonias que observaba en ella la Iglesia de España, 114, 115. 

Constituciones sinodales. Las de Tarragona mandadas observar en Valencia por santo Tomás de Villanueva, 193, 

Corazón de Jesús. Antigüedad de esta devoción en Valencia, 171, 172. Historia de lo ocurrido sobre la institución de esta fiesta, 175, 176. 

Corpus Christi. Colegio fundado en Valencia por el beato Juan de Ribera, 34. Decoro y magnificencia singular con que se celebran en su templo los divinos 

oficios, 35. 

Cristianos. Los antiguos donde se sepultaban, 15, Se aprovechaban de los sarcófagos de los gentiles, 15, 16.

Crucifijo. Si el que se venera en la parroquia de S. Salvador de Valencia es el de Berito, 120 y sig. Si llegó a aquella ciudad por el río Turia, 122 y sig.


Difuntos. Ritos en sus entierros, 183, y sig. 212 y sig. 

Distribuciones cotidianas. A quiénes deben darse a juicio de santo Tomás de Villanueva, 206 y sig. 

Santo Domingo de Guzmán. Origen de su familia, 229. Cuál fue el verdadero nombre de su padre, 112, 223, 229. Si se crió en casa de Gumiel de Izán, 230. Año de su canonización, 224, 244. Traslación de sus reliquias, 226. Conjeturas sobre la cruz que sirve de divisa a su orden, 236, 237. 

D. Domingo Pimentel. Si fue arzobispo de Valencia, 55. 


Era dionisiana. Desde cuándo debe contarse, 231 y sig. 

Era española. Cuántos años precede a Jesucristo 231. Si comenzó en las kalendas de Enero, 234. Hasta cuándo duró en León y Castilla, ibid. 

D. Erardo de la Marca, administrador de la iglesia de Valencia por León X, 53. 

Esclapés. Enmendado, 168, 169. 

Escolano, Enmendado, 61. 

España. Cuándo comenzó a usar el cómputo dionisiano, 232 y sig. Si contaba los años desde las kalendas de Enero, 234.

Españoles. A cuan poca costa pudiéramos perfeccionar los trabajos de los literatos extranjeros en la edición de los PP., 113.

Eulogias, Qué eran, 163, 164, 172 y sig. Vestigios de este rito, ibid.

Evangelio de S. Juan. El decirle en la misa estaba antiguamente al arbitrio del sacerdote, 166, 167.

Extranjeros. Cuan francos han sido en publicar los documentos de sus archivos, 113.

S. Félix M. el diácono de Gerona, patrono de la antigua Sétabis, 2, 12. Conservóse en ella su templo durante la dominación de los moros, ibid. Conjeturas sobre su antigüedad, 3.

D. Fernando de Loaces, arzobispo de Valencia, 55.

Ferrer de Sant Martí, obispo de Valencia, 47. No fue fraile dominico, 61, 62.

Fiesta del Corpus. De qué santos puede rezarse durante su octava, 189.

Fiestas. Las señaladas por santo Tomás de Villanueva en la diócesis de Valencia, 195.

M. Flórez. Enmendado, 60.

D. Francisco Fabián y Fuero, arzobispo de Valencia, 58.

D. Francisco de Navarra, arzobispo de Valencia, 53.


D. Gerónimo, obispo de Valencia, electo por el Cid, 47. Vino de Francia con el arzobispo de Toledo don Bernardo, 59. Historia de su Pontificado, y año y 

lugar de su muerte, 59 y sig. 

S. Gil abad. Su culto en el arzobispado de Valencia, 10. Bendición de hinojo en el día de su fiesta, ibid.

Gil González Dávila. Enmendado por el maestro Risco, 59.

Gloria marial. Qué era, 108. 


Huet. Su opinión sobre el origen de la rima en España, impugnada, 62.

D. Hugo de Fenollet, obispo de Valencia, 50. Reliquia del sínodo que celebró, 72.

D. Hugo de Lupia, obispo de Valencia, 51. Es autor de varias constituciones, ibid. y 73. Celebró sínodo, ibid. 


Imágenes. Qué debemos venerar en ellas, 127. Las controversias sobre su origen no se oponen a su veneración, 126.

Inocencio II, fue sepultado en el sepulcro de Adriano, 16. 

Inscripciones inéditas, halladas en Sétabis y sus cercanías, 6 y sig.

D. fr. Isidoro de Aliaga, arzobispo de Valencia, 55. Celebró sínodo, 82.


D. Jayme de Aragón, obispo de Valencia, 50.

D. Jasperto de Botonach, obispo de Valencia, 48. Celebró sínodo, 71. Hizo varias constituciones, ibid. Inscripción de su sepulcro, 48, 49.

D. Jayme I de Aragón, conquistó a Valencia, 27. Bienes que hizo a aquella ciudad, 28. Si dedicó su iglesia a la Asunción de nuestra Señora, 29, 30. Edición de sus privilegios y constituciones, 40.

D. fr. Joaquín Company, arzobispo de Valencia, 58.

D. Jorge de Austria, arzobispo de Valencia, 53.

D. Juan de Borja, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Juan Francisco Ximénez del Río, arzobispo de Valencia, 58. 

Beato Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, 55. Celebró siete sínodos 81, 82. 

D. fr. Juan Tomás de Rocaberti, arzobispo de Valencia 56. Celebró el último sínodo de esta iglesia, 83.


Laus perennis. V. Cuarenta horas.

León, poeta, si fue inventor de los versos leoninos, 63.

Lectura de teología, instituida en la catedral de Valencia, 31. La regentó S. Vicente Ferrer, ibid.

Liturgia. A qué se limitó su mudanza en el siglo XI, 94, 95. 

D. Luis Alfonso de los Cameros, arzobispo de Valencia, 56.


María SS. Especial memoria de su virginidad en la bendición del cirio pascual, 152.

Marqués de Mondéjar. Su correspondencia literaria con fr. Serafín Tomás Miguel, 111 y 223. Impugnación de algunas equivocaciones suyas, 223, 224, 231, 232, 234.

D. Martín de Ayala, arzobispo de Valencia, 54. Celebró concilio provincial y sínodo diocesano, 54, 55, 80, 81. Lugar cierto de su fallecimiento, 54.

D. Martín López de Hontiveros, arzobispo de Valencia, 56.

Mayans (D. Gregorio) impugnado, 232, 234.

Miedes (Bernardino Gómez) publicó un epítome de las constituciones capitulares, impresas por Miguel Pérez Miedes, 69.

Miedes (Miguel Pérez) ordenó y publicó las constituciones capitulares de la iglesia de Valencia, 69. De esta obra se imprimieron solos treinta ejemplares , ibid. 

Misa. En la noche de Navidad se decía dentro de laudes en algunas diócesis, 137, 145. La de Resurrección se decía a media noche, 152, 161. Origen de este rito en España, 161. 

Misa seca. Llamóse náutica, y por qué, 117. Dónde se decía y cuándo, 106, 115 y sig. Rito de ella en la iglesia de Valencia, ibid. y 117, 167. 

Monsant. Priorato de la orden del Císter en Sétabis, sujeto al abad del real monasterio de Valdigna, 10, 11. Historia de este monasterio, 11, 20 y sig. 

Monumentos. Antigüedad de los de semana santa en Valencia, 149, 150. 

Mozárabes. Su templo en la antigua Sétabis, 2. Si le tuvieron en Valencia, 26, 27. 

Mujeres públicas. Eran encerradas en Valencia parte de la semana santa, 150, 160. 

Muceta. Las actuales de nuestro clero a qué vestidura antigua corresponden, 32, 45.

Neuma. En el canto de la liturgia qué es, 99, 100. 

Notgero Bálbulo, fue autor de las prosas introducidas en la misa, 103.


O. Las antífonas de este nombre que se cantan antes de Navidad eran más que ahora, 134, 140.

Oración secreta. Varios nombres que le dieron antiguamente los latinos, 89. 

Ósculo de paz. Variedad de este rito en España, 165, 166.


Palencia. Incorporación de su universidad en la de Valladolid, 238. Si la fundó Urbano IV, 238, 239. 

Pan. Su bendición al tiempo del ofertorio 163, 164. Rito de su distribución durante la misa, 172, 173.

Párrocos. Estrecha obligación de su residencia, 195, 196. Su celo por la reforma de las costumbres, 197.

Parroquias. Su derecho en orden a las exequias de los difuntos, 183 y sig.

De Passione imaginis. Origen de esta fiesta, 118, 119. Fue invocación de una capilla de la catedral de Valencia, 128, 129.

D. Pedro de Castro, arzobispo de Valencia, 55.

D. Pedro Luis de Borja, arzobispo de Valencia, 52. 

D. Pedro de Urbina, arzobispo de Valencia, 55, 56. Dio principio a la capilla de nuestra Señora de los Desamparados, 56. Celebró sínodo, 83.

Penitencia canónica. Cuan pronto comenzó a decaer su imposición en algunas iglesias, 155 y sig. Hasta qué tiempo duró en España, 146, 147, 155. Cuánto han deseado su restauración los prelados españoles, 157. 

Pentecostés. Rito antiguo de la iglesia de Valencia en esta festividad, 153. Cuándo cesó, y por qué causa, 154, 162. Variedad de esta ceremonia en otras iglesias, 161. 

Pila de agua bendita. Descripción de la antiquísima que se conserva en S. Felipe en el templo de san Félix M., 3, 4. Conjeturas sobre su antigüedad, 12 

y sig. 

Planeta. Vestidura sagrada, si era igual a la casulla antigua, 95. 

Ponz (don Antonio). Enmendado, 36, 54. 

Porta paces. Cuándo se introdujeron en la misa, 166, 173. 

Prosa. En la liturgia qué es, 100, 104. Origen de su canto, ibid. Decíase también en maitines y vísperas, 133, 139. Por qué se omitió cuando no se decía alleluia, ibid. Quien fue el primero que hizo esta especie de obras, 103. Si llegó a haberlas en todas las misas, ibid.


Quarenta (cuarenta) horas. Su origen, 64, 65. Historia de su propagación en toda la Iglesia, 65 y sig. Valencia es la primera ciudad de España que adoptó este culto al SS. Sacramento, 56, 57. 


Ramos. Bendecíanse en la catedral de Valencia antes que en las parroquias, 147. 158. Circunstancias que acompañaban esta bendición, 147, 148, 159. 

D. Raymundo Despont, obispo de Valencia 49. Celebró sínodo, ibid. y 71. Compuso un tratado de sacramentis, 71. Hizo una constitución sobre las exequias de los difuntos, 183 y sig. Preciosos códices suyos que se han perdido, 71.

D. Raymundo Gastón, obispo de Valencia, 50. Celebró sínodo, ibid. y 72. Instituyó la cátedra de teología, ibid.

Retablo mayor. Suntuosidad del de la metropolitana de Valencia, 29, 36. Su descripción, 37, 38. Sus artífices, 36. Cuándo y con qué motivo se quemó, 154. Quién pintó las puertas que ahora tiene, 38, 39. Ejemplos de otros no menos suntuosos en la antigüedad eclesiástica, 37.

Rima. Uso de ella en los monumentos eclesiásticos, 62. Si la introdujeron en España los árabes, ibid.

Robos. Los de los archivos y bibliotecas cuánto daño causan a la buena literatura, 3.

D. Rodrigo de Borja, primer arzobispo de Valencia, 52. Promovido a la silla de S. Pedro se llamó Alexandro VI, ibid. 

Fr. Rodrigo Cerratense, autor de un santoral, 112.


Saetas. Se bendecían en la iglesia, y para qué, 96. 

Salamanca. Si se trasladó a esta ciudad la universidad de Palencia, 237, 238. 

Salmos graduales. Su distribución en el oficio antiguo, 134.

S. Salvador. Iglesia parroquial con este título en Valencia, 118. Si se llamó de S. Jorge en lo antiguo, 122. Si el crucifijo que en ella se venera es el de 

Berito, 118, 120 y sig. Origen de su fiesta, 128. 

SS. Sacramento. Variedad que en orden a su exposición se ha observado en la Iglesia, 63, 64. Causas por qué llegó a ocultarse en el mismo sacrificio, 

ibid. Consideraciones justas que tiene ahora la Iglesia para exponerle a la adoración pública, 64, 65. Dónde se depositaba antiguamente en el jueves 

santo, 148, 149. 

Santo sepulcro. Si hubo antiguamente en Valencia templo con esta advocación, 26, 27. 

Santos Padres. Cuánto pudieran ilustrarse sus obras con algunos códices de la catedral de Valencia, 113.

Sarcófago. Descripción y conjeturas sobre la antigüedad de uno de jaspe que se conserva en S. Felipe, 4 y sig.

Segorbe. Cuándo dejó de ser esta Iglesia sufragánea de la de Zaragoza, 81. 

Sepultura eclesiástica. A quiénes debe negarse, 185, 187, 188. 

Secuencia. Origen de esta parte de la liturgia, 99, 100. Rara vez se decía en la misa durante el Adviento, 89. Muestras de esta excepción, 98 y sig. 

Sétabis (hoy S. Felipe). Tuvo silla episcopal, 1, 2. Titular de su iglesia S. Félix Diácono, 2. Sitio de su antigua catedral, 2. Erección de su colegiata, 8. Hábitos de coro de sus prebendados, 8, 9. Reliquias dadas a esta Iglesia por Calixto III, 9.

Sibilas. Si fueron muchas, o una sola, 142. Si hablaron por divina inspiración, 141. Si son legítimos los oráculos que se les atribuyen, 142 y sig. Si se aprovechó de ellos S. Pablo, 143. Testimonio de la erítrea en el oficio de Navidad, 135, 141; y en otras festividades, 144. 

Sibilistas, herejes, qué enseñaban, 141. 

Sigilo sacramental. A qué pena quedaba sujeto el que le quebrantase, 168, 173, 174.

Sínodos. No deben confundirse con las constituciones peculiares de los cabildos, 69, 70. Cuántos bienes causa su publicación, 84, 85. Noticia de los celebrados en Valencia después de su conquista, 67 y sig. Hallazgo del de santo Tomás de Villanueva, 77 y sig. 

Sobrepelliz. Su origen, descripción y uso, 44, 45. 

Squilla, Conjeturas sobre la significación de esta voz bárbara, 9. 


Te Deum marial. Qué era, 108. Muestra de esta composición, ibid.

D. Tomás Azpuru, arzobispo de Valencia, 57. 

Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, 53. Celebró un solo sínodo, 74 y sig. Hallazgo de un ejemplar de este documento, 77 y sig., 192 y sig. Hizo constituciones generales para el culto divino, 199; y otras para la iglesia de Xátiva, 77, 80. Su contestación a algunas peticiones de esta colegiata, 202 y sig. Su declaración sobre varios casos pertenecientes a las distribuciones cotidianas, 206 y sig. Su testamento, 80 y 209. 

Túnica o tunicela. De qué hechura era la antigua de los diáconos, 95. 

Valencia. Si conservaron en ella templo los cristianos bajo la dominación de los moros, 26, 27. Cuánto debió a don Jayme I de Aragón, 27 y sig., 35 y sig. Glorias de su iglesia en el estado moderno, 28 y sig. Cuánto trabajó en la reforma de su breviario, 93, 94. Decoro con que se celebran en ella los divinos oficios, 31 y sig. Hábitos corales de sus prebendados, 32 y sig., 177 y sig. Verdadero artífice de su retablo mayor, 36. Catálogo de sus prelados desde la conquista, 46 y sig. Es la primera ciudad de España donde se establecieron las cuarenta horas, 56, 57. 

Verbeta. Conjeturas sobre la significación de esta palabra, 91, 92.

Versos leoninos. Quién les dio este nombre, 63. Su antigüedad en España, 62.

S. Vicente Ferrer sentenció un pleito entre las parroquias de Valencia y los mendicantes, 85, 86, 199. Copia de esta sentencia, 212. 

D. Vidal de Blanes, obispo de Valencia, 50. Celebró sínodo, ibid. Hizo varias constituciones para aquella iglesia. 73. 

Vidas de los santos. Cuánto pudieran ilustrarse con un códice de la catedral de Valencia, 112, 113.

Vigilia de la Ascensión. Rito singular de este día en la metropolitana de Valencia, 152, 153.

Vigilias nocturnas. Abusos que ocasionaron su prohibición, 198.

Vino. Su bendición en el ofertorio de la misa, 164. Por qué causa cesó este rito, 173. 

Vísperas. En el jueves y viernes santo se decían dentro de la misa, 151. 

Westminster. Insigne abadía de benedictinos, al poniente de Londres, 97. Antigüedad de este monasterio, su reedificación, ruina y actual estado, 97, 98. Códices litúrgicos de él que se guardan en la metropolitana de Valencia, 88. 

diumenge, 22 de maig del 2022

XI. Preces, arzobispo de Valencia, Andrés de Orbe y Larreategui, Benedicto XIII

XI. 

Preces del arzobispo de Valencia D. Andrés de Orbe y Larreategui, dirigidas al P. Benedicto XIII el año 1759


Preces del arzobispo de Valencia D. Andrés de Orbe y Larreategui, dirigidas al P. Benedicto XIII el año 1759 (considerado el Papa Luna antipapa, Vincenzo María : Pietro Francesco Orsini será también Benedicto XIII), pidiéndole que concediese a su diócesis el uso del antiguo oficio de passione imaginis para el día 9 de Noviembre, en que se celebra fiesta al SS. Christo del Salvador (a: Copia sacada de la que se halla en la citada obra MS. de las antigüedades de Valencia por el P. Joseph Texidor.). 

Beatissime Pater. 

In ecclesia parrochiali S. Salvatoris civitatis Valentinae, Quingentis ferme ab hinc annis Christi D. crucifixi simulacrum maximam omnium veneratione colitur, quod anno 1250, è mari per Turiam fluvium ascendisse, magnis adeo alluvionibus tumentem, ut jam jam obruenda civitas videretur, majorum memoriam atque authenticis constat testimoniis. Ad hanc Christi D. imaginem frequens est fidelium accessus, et publicae saepe saepius rogationes pro communium malorum impetrando remedio instituuntur, non sine multiplici divinae largitatis experimento.

Hanc imaginem ipsissimam esse, de qua in II. Nicaena synodo veneranda habetur memoria, non levia antiquitatis monumenta magnique ponderis argumenta demonstrant. Illam ipsam videlicet, in quam perfidi judaei, Beriti in Bythiniam eadem probra, ludibria eadem impie intulerunt, quae in veram Christi D. personam ipsorum majores perpetraverant: donec lanceam Christ¡ latus sacratissimum transfodiente, aquamque et sanguine mirabiliter emanante, adamantina judaeorum pectora immaculati agni sanguine mollita sunt. Quare cum in martyrologio romano passio imaginis Beriti die 9 Novemb. legatur, de ejusdem imaginis passione officium et missam Valentina celebravit ecclesia eodem Nov. die, ut ex Valent. ecclesiae breviariis et missalibus constat. Quam equidem consuetudinem ab anno saltem millesimo quadrigentesimo sexagesimo Valentina dioecesis tamdiu retinuit, quosque S. Pius V particularia ecclesiarum breviaria reformavit, breviario romano penitus conformanda nisi ducentorum annorum usus constaret. Quo quidem tempore ecclesiae huic praefuit S. Thomas de Villanova, venerandae hujus imaginis cultor eximiùs. Valentina igitur ecclesia, civitas, dioecesis novis maximisque a Deo beneficiis cumulata, dum ad hanc Christi D. imaginem humiliimè accedit, divini patrocinii opem in communibus reip. calamitatibus, privatisque incommodis impetratura; id ardenter desiderat ut auctoritate apostolica missa et officium de venerandae imaginis passione in ecclesia, civitate et dioecesi praedictis celebrari possit. 

Nos equidem tanti praedecessoris nostri vestigiis inhaerentes, et S. Vincentii Ferrari (qui hanc etiam crucifixi imaginem ardenti prosequutus est devotionis affectu) vestigia prementes, aliquod nostrae devotionis signum ostendere optantes ad S. V. pedes provoluti, id enixè petimus, id ardenter deprecamur, ut huic ecclesiae, civitati et dioecesi hanc benignè gratiam concedere dignetur, ad majorem utique venerandae hujus imaginis cultum, redemptoris nostri honorem eximium, tanti miraculi immortalem gloriam, dioecesis Valentinae solatium, incolarum omnium devotionis augmentum; id tantae dignationis munere vitaturus, ne tanti miraculi, tot, tantorumque beneficiorum memoriam ullam temporum injuriam deleatur, immo crescente venerandae imaginis cultu, crescente populorum fide, divinae crescant misericordiae signa. Interim D. O. M. incessanter oro, ut S. V. vitam ad commune christianae reip. bonum incolumem reddat. Matriti die... Augusti, anno Domini millesimo septingentesimo vigesimo nono, Beatissime P. Humill. S. V. servus, et subditus, qui S. V. pedes reverent. osculatur, Andraeas archiepiscopus Valentinus.” 

índice de las cosas más notables del tomo 1

X. Cartas del marqués de Mondéjar al maestro Fr. Serafín Tomás Miguel

X.

Cartas del marqués de Mondéjar al maestro Fr. Serafín Tomás Miguel, del orden de Predicadores: se conservan en la biblioteca del Real convento de Predicadores de Valencia, tom, VI. Var. fol. 

I. 

Con singular gusto he recibido la carta de V. P. en fecha de 11 de Enero de este año: y en cumplimiento de lo que V. P. me dice en ella, ratifico el ofrecimiento de aprobar el primer tomo que V. P. dice me remitirá, añadiendo las circunstancias que se me ocurrieren al tiempo de leerle. Supongo tendrá V. P. la noticia de que no se llamó Félix el padre de Santo Domingo, sino D. Fernán Ruiz, como advierte D. Luis de Salazar y Castro en el fol. 320 del tomo III de la historia de casa de Lara (a); y así no repito los fundamentos de que lo justifica. 

(a) Sobre el verdadero nombre del padre de Santo Domingo padeció equivocación D. Luis de Salazar (casa de Lara lib. II. cap. XI pág. 89 y 348.), en cuyo testimonio apoyan su opinión así el Marqués de Mondéjar en el presente lugar, como Berganza en sus antigüedades de España (p. II. lib. VI. c. V. p. 99). La conjetura de Salazar de que F letra inicial de este nombre, en las antiguas escrituras de España significa Fernando, y no Félix, sería digna de consideración, cuando los antiguos escritores de la vida de Santo Domingo escribiesen el nombre de su padre con sola la inicial. Pero no le ponen así, sino con todas sus letras, llamándole Félix, y no Fernando, y menos Fernando Ruiz, como pretenden Salazar y Berganza. 

Bartolomé de Trento que floreció en el siglo XIII en su epílogo de las vidas de los santos, dice de Santo Domingo: patre Felice, matre Joanna editus. Constantino de Médicis, obispo de Orvieto, que floreció poco tiempo después en el mismo siglo, en las actas del Santo dice: patre Felice, matre verò Joanna nomine secundum carnem duxit originem. Teodorico de Apoldia hacia el fin del mismo siglo XIII: in Hispaniae partibus villa quae dicitur Calaroga... fuit vir unus qui vocabatur Felix, et accepit uxorem nomine Joannam. Pedro Esquilino: patre Felice, matre Joanna originem duxit.

Lo mismo se lee generalmente en los breviarios anteriores a la mitad del siglo XVI. Aun el romano impreso en París el año 1556, dice: natus est patre Felice, matre verò Joanna. Merecen leerse sobre esto las observaciones de Soler, y Cuper. comment. praec. ad acta S. Dominici §. VIII: n. 127. 

En cuanto a la duda que V. P. me pregunta, de si fue canonizado Santo Domingo el año 1233, en que se hizo su traslación, a 24 de Mayo, como muy por menor refiere Antonio de Paolo de Masini en su Bolonia ilustrada, advirtiendo fue autor de ella el B. Juan Sehio dominicano pág. 325; o el de 1234, según se contiene en la bula de su canonización, y que ofrece tratar el P. Bolando el día 4 de Agosto; como no ha pasado su impresión del mes de Junio, no se puede saber su sentir (a); (a) No obstante asegurar Humberto en su cronicón que fue canonizado Santo Domingo el año 1233, cuya sentencia siguió Alfonso Chacón en la vida de Gregorio IX, los editores de las actas de los santos en la disertación que precede a la vida de Santo Domingo, que no pudo ver el marqués de Mondéjar (§. XLVII. n. 871.), tienen por más fundada la opinión de Maluenda, que fija esta canonización en el año siguiente, esto es, el VIII del pontificado de Gregorio IX, añadiendo que se celebró no en Perusa, como había creído Humberto, sino en Rieti, como lo aseguran Martín Polono, Bernardo Guidon, y otros. (V. pág. Brev. roman. pontif. t. III. p. 273.) 

y consiste la dificultad en averiguar si todas las bulas que permanecen de las canonizaciones de los santos, tienen precisamente la fecha del día en que se ejecutó su canonización, como se observa en las modernas, o si en las antiguas se ponía el en que se despachaban, punto que no tocan ni Fortunato Scacco, ni Félix Contaloro, sin embargo de escribir entrambos de propósito de la canonización de los Santos; ni podré saber si le examina Juan Mabillon en el §. 6 de su prólogo al siglo quinto de las actas benedictinas, porque no tengo más que hasta el cuarto. Pero sin embargo de que asienta el P. Papebrochio en la disertación XX de su propyleo, precedían las canonizaciones a las traslaciones de los cuerpos santos, y parece lo da a entender así Nicolás Triveto en el cronicón que escribió por los años 1307, que se ofrece en el tomo VIII del spicilegio de D. Lucas de Achery, asegurando también, como todos los antiguos, fue canonizado el mismo año de 1233, según parece de sus palabras, que son como se siguen, hablando del propio año: Gregorius papa beatum Dominicum, qui primus ordinem Praedicatorum instituit, catalogo sanctorum adscripsit, cujus Corpus eodem anno in capitulo fratrum generali Bononiae praesentibus archiepiscopo Ravenatae, aliisque quatuor episcopis, ac potestate Bononiensi, cum multitudine civium ad eminentiorem translatum est locum. No parece se puede asegurar ejecutado lo mismo en la canonización de Santo Domingo; porque según se refiere en las actas de su traslación, sucedió a ella la información de los milagros que había obrado, y de la fragancia que salió de su santo sepulcro, en virtud de lo cual le canonizó el pontífice Gregorio IX. 

Sin embargo comprueba Papebrochio en el tomo I de Junio, fol. 98, que habiendo sido canonizado S. Simeón, recluso en la ciudad de Tréveris, a 8 de Septiembre del año 1042 por el papa Benedicto IX, no se despachó la bula de su canonización hasta 17 de Noviembre del mismo año; y así no es inverosímil, que llegando a Perusa la información que se hizo en Bolonia, sin mayor formalidad, con la noticia que el mismo pontífice confiesa tenía de las virtudes del Santo, con quien había tenido gran comunicación antes de llegar a la cátedra de S. Pedro, le canonizase el mismo año de 1233, dilatando expedir la bula hasta el siguiente de 1234; pues cuantos escritores hay antiguos, y más inmediatos a su canonización la refieren, resulta el mismo año de 1233, en que fue trasladado su sagrado cuerpo.

No quisiera ser prolijo; y así me contentaré con cerrar esta carta con otra traslación de la santa cabeza de Santo Domingo, que refiere el sobredicho Antonio de Paolo Masini en el lugar citado, por si tiene alguna circunstancia especial que no haya llegado a la noticia de V. P. (a) (a) De esta traslación de la cabeza de Santo Domingo habla también Sigonio (de episc. Bonon. lib. III. pág. 154), contestando también la aparición de la estrella por estas palabras: interim dum arca patuit, stella supra ecclesiam clarissimè fulsit: quae res animadversa, civitatis religionem erga sanctum confessorem accendit. Otras circunstancias omitidas por Masini, se refieren en el antiguo cronicón de Bolonia (ad ann. 1383), y las confirman varios documentos del archivo de dicha ciudad, a que se refiere Miguel Pío en su primer libro de los varones ilustres del orden de Predicadores. (V. Soler. loc. laud, §. XL. n. 898). 

Del 1383 á di 14 de Febrero alle hore 6 dinotte dal cardinale Philippo Carrafa vescovo di Bologna, presenti due altri vescovi, confaloniero, anciani, magistrati, dottori, è nobili della citta è li fratti di detto monastero, vestiti con veste sacre, con quantita di lumi, fú dal corpo di S. Domenico levato il capo, è posto in un precioso tabernacolo d' argento, mentre si faceva questa degna operatione, sopra detta chiesa una stella crinita con tre code da tutto il popolo fú veduta; e finita tal fonzione disparve. Si viddero ancora altri miracoli, fraguali Nicolo scoltore Bolognese, che si trovò presente, facendo per divozzione toca nil suo facioletto la cassa dou vera il santo corpo, ponendoselo nel seno, gionto che fú à cassa per riporlo, pieno di odoriferi fiori miracolosamente lo ritrovò. Edora insontuosa, é ben ornamentata capella finita del 1601, si conserva il santo corpo in un nobilissimo sepolcro di bianco marmo, evihan no lavorato et intagliato in varii templi famosi scoltori Nicolo Pisani, Nicolo de Bologna, detto dal Arca, Girolamo Cortellini, Alfonso Lombardi, é Michael Angelo Buonaroti, il quale fra l' alfre sue operationi fece l' Angelo á destra, et il S. Petronio, S. Francesco, é S. Procolo: et il Lombardi fece il bassamento devanti con moltissime figurine di messo rilievo della v tta del sudetto-santo: é fra le molte lampadi d' argento mandate da lontanissimi paesi stranieri al sepolcro di questo gran santo, una vi é mandata dall indie occidentali d' incomparabile artificio, é la manifattura dell artifice fabricatore di detta lampade, oltre l' argento, viene stimata circa otto milla ducati. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Febrero 6 de 1702. = B. L. M. de V. P. su servidor el Marqués de Mondéjar. 


CARTA II. 

Respondo a la carta de V. P. de 8 del mes pasado, que se retardan mucho por Madrid las cartas; y así para que lleguen con prontitud, podrá V. P. escribir por Pastrana a Mondéjar. En cuanto a la autoridad de Alberto, monje cisterciense del monasterio de Tresfuentes, en el ducado de Bar, diócesis de Chalon en Champaña (Champagne), es muy celebrada en los escritores del siglo pasado: y aun antes de imprimirse le citan Andrés Duchepre, Juan Jacobo Chifletio, David Blondelo, y Carlos Dufrene, y Gerardo Juan Vosio, que hace mención de él entre los históricos latinos. Juzga es el mismo que se cita con gran frecuencia en el grande cronicón bélgico (belga), asegurando se conserva un ejemplar suyo en Alemania en el monasterio de S. Gal, fundado en la ciudad del mismo nombre, capital de uno de los trece Cantones de los sguízaros; y el P. Felipe Labbé hace también memoria de otro ejemplar suyo que permanecía en la biblioteca de Juan Dubouchet; así como Godefrido Guillermo Leibnitio (Gottfried Wilhelm Leibnitz) que le publicó  en Lipsia (Leipzig) el año de 1698, hasta cuando no había visto la luz pública; dice le copió cotejado con dos ejemplares, que permanecían uno en la biblioteca augustana, y otro en el colegio claromontano de la compañía de Jesús de París. En cuanto al nombre del padre de Santo Domingo, no me hace gran fuerza el número de los que le llaman Félix; porque si el primero que hizo memoria de él, le puso abreviado en su letra inicial; y el que después erró en lo que denotaba, leyendo Félix en lugar de Fernando, no pueden tener los que le siguieron más autoridad que la que resulta de su equivocación, cuando es constante que en dos siglos antes, y después del tiempo en que floreció, no se hallaba en España usado este nombre; ni conduce en prueba de lo contrario, se hallen en los concilios toledanos algunos que le hubiesen tenido; mayormente cuando cuantos escritores cita V. P. que lo comprueban así, son extranjeros, y por ventura menos noticiosos de los nombres usuales entonces en nuestra provincia; de manera, que o no fue ricohombre el Padre de Santo Domingo, ni de la casa de Guzmán, si se llamó Félix, no hallándose confirmado en ninguno de tantos privilegios como se conservan de la edad en que floreció, y siendo constante que todos los hijos de la casa de Guzmán, como una de las que gozaban el honor de la ricahombría de sangre, se hallan confirmando; o no se llamó Félix, sino Fernando; pues en las escrituras 29 y 94 del apéndice a las relaciones genealógicas de D. Fernando de Alarcón se ofrece confirmando como ricohombre D. Ferrant Roiz de Guzmán; y es el mismo que casa con Doña Juana Daza. Lo mismo digo del origen que comúnmente se atribuye a la casa de Guzmán de la de los duques de Bretaña; porque apenas se ofrece origen en nuestros escritores de nuestras primeras familias que no esté lleno de fábulas, como se reconoce del mismo Fernán Pérez de Guzmán, en quien se ofrece esta, y a quien siguieron sin ningún apoyo Ambrosio de Morales y Argote de Molina; y así me dirá V. P. si basta que lo diga él, para que creamos que los Osorios proceden del Rey Osiris, o de San Juan Chrisóstomo, llamado en latín os auri, cuando el nombre de Nuño, y el patronímico de Núñez tan frecuente y común en este gran linaje, es tan propio de nuestra nación en los tiempos más antiguos a que pertenece su memoria. En cuanto al sentimiento que dice V. P. manifiestan los prebendados de Osma de que se escriba, se crió Santo Domingo en casa del archipreste (arcipreste, archi presbítero) de Gumiel de Hizán (a), 

(a) Pudo haber dado motivo a esta opinión lo que dice el B. Jordán (vit. Sanct. Dom. c. I.) quem (S. Dominicum) ab annis puerilibus parentum suorum, specialiter autem cujusdam archipresbyteri avunculi sui diligentia nutriebat. A este deudo alude Maluenda (ad. ann. 1176. cap. I.), cuando d¡ce: erat Joannae frater germanus archipresbyter in ecclesia Gumielis Isanensis, que es la que llama Castillo Gumiel de Izán.

se descubre en esto su grande ignorancia; porque no se les ocurre, asegura el arzobispo D. Rodrigo le dio la reina Doña Beatriz y S. Fernando su marido a los Infantes D. Felipe y D. Sancho para que los criase en su casa; y que él les dio a cada uno una prebenda en su iglesia de Toledo; de la manera que el Rey D. Alonso los envió a entrambos a París para que estudiasen en aquella universidad; y que no le embarazó al gran cardenal D. Pedro González de Mendoza, hijo de los marqueses de Santillana, y hermano del primer duque del Infantado, haber sido cura de Ita para llegar a las mayores dignidades de la Iglesia; con que no hay por qué hacer mucho caso de semejantes reparos ridículos. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo.= Mondéjar y Septiembre a 7 de 1702. = B. L. M. de V. P. su mayor servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA III 

(a: Copiada del original que se conserva en la citada biblioteca del convento de predicadores de Valencia tomo 6 Var.). 

Recibí por Pastrana su carta de vmd. de 23 del pasado, y por ella reconozco se ha perdido la que vmd. me escribía sobre los vaticinios del abad Joaquín, sobre que no puedo decir a vmd. nada hasta saber lo que vmd. me escribía en ella. En esta me pregunta vmd. cuando se empezó a usar en Alemania, en Italia, en España y en Francia a contar los años desde primero de Enero: cuya duda es tan difícil de satisfacer, que no es capaz de poderse resolver en la cortedad de una carta, no sin grande estudio y cotejo de las historias y de los monumentos de todas estas naciones; pues aún no se ofrece apurado, cuando se dejó de usar en ninguna de ellas los años de la Encarnación, estableciendo el cómputo por los de la Natividad (a); 

(a) Este punto le trató largamente el mismo marqués de Mondéjar en sus obras cronológicas, publicadas por Mayans el año 1744, cuyo principal objeto es probar que los 38 años en que precede a Cristo el principio de la era española, deben entenderse, no con respecto a la Natividad, sino a la Encarnación, época usada para el cómputo de la era vulgar o cristiana desde el abad Dionisio, llamado el pequeño, que floreció a principios del siglo VI, y continuada por algunos siglos en tiempo de los godos, y aun después: que en la reducción hecha posteriormente a la Natividad, debió añadirse un año por adelantarse el cómputo de la Encarnación los nueve meses que van desde 25 de Marzo hasta 25 de Diciembre; de suerte que en los sucesos reducidos al cómputo de la Natividad, deben rebajarse respecto de la era española, a juicio del marqués de Mondéjar, no ya 38 años como cuando empezaba la era cristiana por la Encarnación, sino 39 por la distancia entre el principio del año, tomada por 25 de Marzo, o por 25 de Diciembre, desde cuyo día fue fácil pasar al día 1.° de Enero en que comenzaba el año Juliano, para que coincidiese el principio del año cristiano con el del año civil. 

A esta conjetura de Mondéjar y a las razones con que la esforzó Mayans en el prólogo de su obra, alegando en confirmación de ella varios cronicones, inscripciones y escrituras antiguas, respondió sólidamente el M. Flórez en el tomo II de la España sagrada, demostrando a mi parecer, que el cómputo dionisiano no comenzó a usarse en algunas provincias de España hasta 600 años después de Dionisio, esto es, hasta que el concilio Tarraconense de 1180 decretó que en adelante no se rubricasen los instrumentos públicos con respecto a los años de los Reyes de Francia, como lo hacía aquella provincia desde Ludovico Pío (Zurita ann. lib. I, cap. 8.), sino por los años de Cristo, según el cómputo dionisiano: que desde este año hasta el de 1383 en que se le celebraron cortes en Segovia, en León y Castilla, se historiaban los sucesos no con respecto a la Natividad o la Encarnación del Señor, sino por la era española: que en el mismo siglo VI, y después, habiéndose usado tal cual vez en España reducir la era a los años de Cristo, se habló precisamente de la Natividad, y no de la Encarnación, y con la rebaja de 38 años, y que en este sentido deben entenderse Isidoro Pacense, San Julián, San Isidoro, y los primeros anales toledanos, escritos en la era 1257. Merecen leerse las juiciosas reflexiones de Flórez (loc. laud. pág. 5. seq) porque casi en todas se ofrecen a un mismo tiempo instrumentos calendados por entrambos cómputos. En Castilla se empezaba por el mismo día de la Natividad en el reino de D. Juan el II y los Reyes Católicos, de que hay expresos testimonios en Alvar García de Santa María en la crónica del primero y en la de Hernando del Pulgar del segundo: sin que se me ocurra, ni haya llegado a mi noticia desde cuando se empezó a contar por las calendas de Enero; ni el padre Juan Mabillon en sus eruditos libros de re diplomática, trata, como parece debía, este punto; ni se puede decidir con firmeza sin grande observación y muy prolijo estudio; que es cuanto se me ofrece que poder decir a V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo. = Mondéjar y Noviembre 12 de 1702. = B. L. M. &c. el marqués de Mondéjar. 


CARTA IV. 

Respondo a la carta de V. P. de 12 del mes pasado, y no lo he ejecutado antes por haber llegado muy atrasada a mis manos. Y en cuanto a la primera pregunta que V. P. me hace es constante se observó en España contar por los años de la Encarnación en la misma forma que introdujo esta época Dionisio Exiguo (a) 

(a) Ya dijimos en la nota a la carta antecedente que no se halla historia ninguna antigua ni otro documento de España, anterior al siglo XII, por donde conste haberse admitido en estos reinos durante ese tiempo el cómputo de la era dionisiana, como atestigua haberlo sido en Francia el cronicón de Adón el de Viena, que llega al año de la Encarnación 879. 

Antes al contrario, de una memoria alegada por Colmenares (Hist. de Segovia cap. XV, §. 10.), donde se lee: anno ab Incarnatione Domini 1140, secundum Francorum computum; era autem secundum Hispanorun numerum 1178, se colige que aún en el siglo XII se tenía en España por francés el cómputo de la era dionisiana en contraposición de la era española. Es verosímil que esta práctica adoptada en Francia hubiese pasado a nuestro reino por la provincia Tarraconense, donde se admitió el año 1180, y de allí fuese introduciéndose hasta llegar dos siglos después a León y Castilla. 

desde 25 de Marzo (a), siempre que uno se regulaba por la era de César, en la conformidad que reconoce Juan Mabillon en el c. XXV. del lib. 2. de re diplomática, y cuya forma se observa en Cataluña todavía en el siglo XIV.... 1300, en que floreció Fr. Juan de Paguera, monje benito, cuyas palabras copia el mismo Mabillon, que son del tenor siguiente: sciendum quod in die Incarnationis Verbi, videlicet 25 mensis Martii, debet mutari in isto *cethario novo; ita quod illa die debet accipi illa littera quae immediatè subsequenter ordinatur post illam litteram anni finientis, sub qua debet pronunciari: ita lunae per totum annum. 

En Castilla desde que prohibió el Rey D. Juan el I el cómputo de la era, se empezó a usar el de la Natividad, contando el año desde su mismo día 25 de Diciembre, como se reconoce de varios lugares del Rey D. Juan el II, en que se asegura corría el año nuevo desde aquel mismo día; y lo mismo se comprueba en Aragón y Valencia de la historia que escribió el Rey D. Jayme el Conquistador de su propia vida. (Véase el libro “colección de cartas histórico-críticas en que se convence que el rey D. Jayme I. de Aragón no fue el verdadero autor de la crónica o comentarios que corren a su nombre.” Joseph Villarroya. )

En Francia se varió mucho el cómputo, usando en la tercera estirpe capetina (Capeto) de sus Reyes, empezar a contar el año desde la pascua de Resurrección, como difusamente comprueba Juan Mabillon en el c. XXIII. del mismo lib. 2, con que desde aquel día iba su cómputo igual con el de los romanos. 

En cuanto a la forma de los términos, intrante, vel exeunte Augusto, que V. P. me pregunta, copiaré en satisfacción de su duda el testimonio de Rolandino Patavino, por sobrenombre el gramático, que vivía en los años de 1263, y de quien hace muy especial memoria Bernardo Scardonio en las antigüedades de Padua, el cual en el arte de notaría, que se imprimió juntamente con sus doce libros de cronicón en Turín el año de 1479, dice: ponitur dies in intrumentis diversimodo: uno modo secundum consuetudinem Bononiensem in hoc exemplo: primo die intrante Maio, et sic de singulis usque ad 16. Transactis autem 16 ponuntur per exeunto hoc modo: decima quinta exeunte Maio, decima quarta die exeunte Maio, et sic de singulis usque ad penultimum diem. In penultimo dicunt: ultimo die Maii, et ita de singulis mensibus, qui habent 31 dies. In aliis autem qui habent 30 dies, procedunt similiter usque ad 15 per hanc dictionem: intrante, et finitis 15 diebus primis, descendunt per alios quindecim cum hac dictione: exeunte; con que die 14 exeunte Augusto sería el 18 de aquel mes. 

En cuanto a las armas que conserva su orden de V. P. sólo podré decir, que hablando Bernardo Justiniano en la historia de las órdenes de caballería, que escribió en italiano, de la de Santo Domingo, de quien también trata S. Antonino de Florencia y Francisco Menenio Antuerpiense (Antwerpen, Amberes) en el libro que intituló deliciae aequestrium, dice, usaba por armas la misma cruz floreteada, compuesta de los dos colores blanco y negro, como la traen los familiares, y para decirlo con sus mismos términos italianos: l' insigna di questi cabalieri fú una croce di forma consimile alla constantiniana: ne poteva fare cosi mirabili progresi se non coquello standardo che appunto de gl' heretici fú lo terrore: discordava solo dall' allegata nel colore, essendo divisata di nero é bianco, infausto, et annontio felice, á gl' inimici o di degurarsi (esto es purificarse, porque así se ha de entender en lugar de deguarsi, como erradamente está en el texto impreso): coll acquisto della santa gloria, ó di prepararsi all' eccidio della loro vita. Añadiendo fueron llamados: fratelli della milicia di Santo Domenico. 

E perche nella croce sopra l' habito bianco v' apparisce il labbaro constantiniano, furono anco chiamati: equites laborum: con que es muy regular fuese este el origen de conservarla como especial insignia, y propia de su orden de V. P.; que es cuanto se me ofrece en respuesta de las preguntas que me hace V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo. = Mondéjar y Abril 17 de 1703. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 

(a) Por los concilios de Toledo, por S. Isidoro y otros historiadores y coronistas (cronistas) antiguos se echa de ver que la era española comenzó en las calendas de Enero y que sus años convenían en el principio y en el fin con el Juliano de los romanos. Siendo cierto que aún después de Dionisio hasta el siglo XIV continuó en León y Castilla el cómputo de la era española, lo es también que en todo este tiempo comenzaban los años, no en 25 de Marzo ni en 25 de Diciembre, sino en 1.° de Enero, en cuyo día se añadía un número a la era, como dice S. Isidoro: à die kalendarum Januariarum accrescit. Esta cuenta de los años desde 1.° de Enero era general en España por los tiempos de D. Alonso el Sabio, en cuyas partidas se lee que empezó a reinar en la era de la Encarnación (esto es, como advierte Flórez, en los años de Cristo) mi é doscientos é cincuenta y un años é ciento y cincuenta y dos días más (dias mas en el original). Si se contaran entonces los años de Cristo en España como en otras partes desde 25 de Marzo, habiendo comenzado a reinar don Alonso en 1.° de Junio del año de Cristo 1252 (y de la era española 1290) debieran contarse para denotar el principio de su reinado el año 1251, y los 68 días que hay desde 24 de Marzo hasta 1.° de Junio: mas contando los 152 días que median entre 1.° de Enero y 1.° de Junio, se convence que en España, aún los años de Cristo conocidos con el nombre de la Encarnación, tenían principio como los de la era y los del año civil en las calendas de Enero. A este tan claro testimonio añade Flórez el de S. Julián (lib. III. contra judaeos) el del cronicón de los visigodos, llamado vulgarmente de Vulsa, y el de otros documentos para probar contra la opinión de Mondéjar y de Mayans, que el cómputo dionisiano rigurosamente tomado en cuanto fijó en 25 de Marzo el principio de los años de la era cristiana, como no se introdujo en España en los doce primeros siglos, no sirve para explicar los años de los antiguos españoles; y de consiguiente, que la diferencia de nueve meses que tuvo adelante cuando pasó la cuenta desde la Encarnación a la Natividad, no causó variación ninguna en España, donde muchos siglos después de Dionisio, y aun de Beda, se conservó fija la época del año de la era española en las calendas de Enero. (V. Flórez Esp. sag. t. II. c. I, §. III.) 


CARTA V. 


Respondo a su carta de V. P. holgándome mucho con las buenas noticias que me da de su salud, y de tener tan adelantada la impresión de su obra, y diré a V. P. lo que se me ocurriere sobre las dudas que me propone. 

A la primera en que extraña V. P. como desde el día de la pascua cuentan los franceses los años según los romanos, debiendo añadir uno por la diferencia de contarlos, los unos por la Natividad, y los otros por la Encarnación o por la pascua; procede de que así como los romanos seguían el cómputo de Dionisio, los franceses y todas las demás naciones ultramontanas atrasaron un año la Encarnación, según el cómputo del Venerable Beda, que es el mismo que contaban demás hasta la misma Encarnación o pascua; corriendo desde allí uniformes con los romanos. Aunque es común en nuestros escritores, se transfirió la universidad de Palencia a la ciudad de Salamanca, es error notorio: porque al mismo tiempo se conservaban entrambas, la de Palencia como propia del reino de Castilla, que fue la más antigua, a cuya imitación fundó el Rey D. Alfonso, padre de S. Fernando, la de Salamanca para su reino de León; y la de Palencia no se incorporó en la de Salamanca, sino en la de Valladolid, como demuestra el doctor Bravo en la dedicatoria, que le hace en uno de sus tomos de medicina: y yo compruebo más difusamente en las memorias históricas de la vida y acciones del Emperador D. Alonso el Sabio: a que puede V. P. remitirse, que ahora no tengo tiempo para detenerme a justificarlo. En cuanto a la bula de Urbano IV, es cierto que la produce (reproduce) entera Pulgar, copiada del archivo de su iglesia, en data del día segundo de los idus de Mayo año segundo de su pontificado, que corresponde con el de 1263 de la Natividad; y por ella consta que habiéndose pervertido la universidad de Palencia, la concede a instancias de su obispo D. Tello de Meneses los privilegios que gozaba la de París; y así no funda nueva universidad, sino ilustra y aumenta la que había fundado el Rey D. Alonso el Noble; con que no se opone, ni esta ni la precedente noticia al magisterio que atribuyen a Santo Domingo los escritores que V. P. cita. 

Pero para que mejor conste a V. P, no fue esta nueva erección, copiaré aquí las mismas palabras de la bula de que se le justifica, que dicen: "colebat hactenus deliciarum hortum civitas Palentina, de et sub cujus portis fons irriguus emanabat. Hortus ille profectò fructus uberes producebat, quorum suavitatem, et dulcedinem ad diversas mundi partes, fontis affluentia derivabat. Erat enim in civitate Palentina, sicut ex parte vestra fuit propositum coram nobis, scientiarum studium generale, rudes erudiens, debiles reddens studiosos et viros efficiens virtutum varietate foecundos: horumque gratiosa foecunditas litterarum dogmate plurimos instruebat; et quia per hoc non solum Palentia, sed tota Hispania spiritualis, et temporalis solebat percipere commoditatis augmentum, supplicastis humiliter, ut ad reformationem praedicti studii (quod est non sine multo ejusdem provinciae dispendio dissolutum), apostolici favoris partes interponere curaremus. Cum igitur, sicut accepimus, ejusdem studii reformatio possit eidem multipliciter provinciae existere fructuosa; Nos nolentes quod lucerna tantae claritatis in commune litterarum dispendium, sic extincta remaneat; quin potiùs cupientes partes nostras adjicere, ut solito fortius accendatur; tuis, frater episcope, supplicationibus inclinati, et singulis doctoribus, et scholaribus, quibus in eadem civitate in quacumque facultate studere contigerit; quod illis privilegiis, indulgentiis, libertatibus, et immunitatibus gaudeant, quibus magistri, et scholastici gaudent Parisiis, vel in aliis locis, in quibus habetur studium generale, auctoritate praesentium indulgemus; nulli ergo omnino hominum... Datum apud urbem veterem 2 idus Maii, pontificatus nostri anno 2.” Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Junio 2 de 1703. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VI. 

Con mucho cuidado me tenía la falta de noticias de V. P. hasta que me sacó de él con igual gusto su última carta de V. P. de 18 del mes pasado, con que venía acompañada la erudita disertación de la apología por la inocencia del abad Joaquín, cuyas obras todas tengo, y el libro de Laude en su defensa. Lo cierto es que la de V. P. convence enteramente las calumnias con que han intentado obscurecer su fama los que no le han entendido; y sólo me pareciera más agradable si estuviera dividida en párrafos, para que se pudiese leer a trozos, sin necesitar de pasarla toda para comprenderla (comprehenderla). Espero con alborozo la vida de Santo Domingo, sin negarme a formar el juicio sobre ella, que tengo ofrecido a V. P., y cumpliré con mucho gusto, dándome Dios vida, que en quien se halla con setenta y seis años, no es muy segura la vana esperanza de cumplir más. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo. = Mondéjar y Abril 12 de 1704. 

Si hallare vmd a mano la mistología de Olmo, estimaré mucho a V. P. me lo remita por medio del P. M. Pérez, avisándome de su coste para que se le dé. = B. L. M. de V. P. su mayor servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VII. 

Respondo a la carta de V. P. de 6 del mes pasado, que el rodeo de venir de Alcalá, donde no hay estafeta, para esta villa, atrasa mucho las cartas: y me huelgo mucho de saber goza V. P. entera salud, y que esté tan adelantada la impresión de su obra. En cuanto a remitir a V. P. la del abad Joaquín que me pide, no tuviera dificultad, si no fuera tan contingente el que se pierda, habiendo de correr por tantas manos como V. P. me insinúa: y siendo libro tan raro como V. P. reconoce, sería mejor que me enviase a decir, pues tiene sacados sus apuntamientos, los lugares a la letra que necesita, que se los enviaré a V. P. con toda prontitud: pues aunque siento mucho no obedecerle enteramente, creo le servirán lo mismo. Dios guarde a V. P. muchos años como deseo.= Mondéjar y Junio 14 de 1704. = B. L. M. de V. P. su servidor el marqués de Mondéjar. 


CARTA VIII. 

Con el singular gusto que siempre recibo la carta de V. P. de 29 del mes pasado, alegrándome de que goce V. P. la salud que le deseo, y ofreciendo al servicio de V. P. la mía, que gracias a Dios es buena, sin embargo de los molestos achaches (achaques) de que se halla combatida mi crecida edad. Estimo mucho el cuidado que ha tenido V. P. en buscarme la litología de Olmo, que todavía no ha llegado a mis manos, aunque espero recibirla con brevedad, así como el fragmento que dice V. P. me remitirá de lo que tiene ya impreso de su obra, que ofrezco leer con atención, y expresar con toda ingenuidad mi parecer en su aprobación. Aunque he leído todo el capítulo IV del abad Joaquín sobre Jeremías (a), 

(a) Así en este comentario místico de Jeremías como en los demás sobre Isaías y algunos capítulos de Naum (Nahum), Abacuc (Abacuch), Zacarías, Malaquías y el libro del Apocalipsis, injirió este famoso abad cisterciense del siglo XII varios anuncios de lo que conjeturaba él que había de suceder, atendido el estado en que se hallaba por entonces la Iglesia. Aprovechóse de esta ocasión para reprehender (reprender) los vicios y desórdenes de aquella edad; tal vez precavió de algunos de ellos a los fieles con la amenaza de los trabajos pronosticados en sus escritos, algunos de los cuales se cumplieron, y otros no, como sucede comúnmente cuando se anuncia lo por venir por conjeturas de prudencia humana, y no por espíritu profético. Porque este don no le tuvo el abad Joaquín, como aseguran Santo Tomás, Guillermo de París, y otros sabios teólogos. El IV concilio de Letrán, celebrado en el pontificado de Inocencio III por los años 1215 c. II, condenó el tratado de este abad contra Pedro Lombardo sobre la unidad o la esencia de la Trinidad, explicando y confirmando la doctrina de Lombardo, a quien había pretendido él tratar de loco y de hereje: mas en nada intentó perjudicar al monasterio que había fundado Joaquín, teniendo en consideración, no sólo la observancia regular con que vivían sus monjes, sino principalmente que el abad había sujetado esta y las demás obras suyas al juicio y corrección de la Silla apostólica. Lo cual confirman los papas Honorio III (epistolam ad episcopos Lucaniae, y Inocencio III (cap. damnamus de summ. Trinit. et fide cathol.), libertándole por esta razón de la nota de hereje formal con que pretendían algunos denigrar su memoria. (V. Gabriel Baxius vit. abb. Joach. et Theoph. Rayn. Erotemata de malis ac bonis libris, partit. III. erot. II. n. 477.) Sin embargo, en la vida del abad Joaquín, escrita por Gregorio de Laude, e impresa en Nápoles el año 1666, mandó la Inquisición de Roma (en 6 de marzo de 1664), que en vez de las palabras: bene tamen intendimus Joachimi innocentiam defendere (c. 67. pág. 281), se sustituyesen estotras: conabimur tamen, si fieri potest, Joachimum defendere.   


no he podido hallar en él el texto de Isaías, que V. P. cita: y aunque le he encontrado en el capítulo II sobre el mismo Profeta, no he hallado la cláusula de servus natus est nobis, aunque en la Escritura lo mismo significa puer, que servus: pero por si acaso puede servir a V. P. el texto de Isaías, me ha parecido copiarle con lo antecedente y subsecuente a él. Empieza pues el capítulo II, diciendo: “aures Hierusalem ad quos clamant praedicatores, discipuli veritatis, et Deum timentes, qui obediunt evangelio (recordatur) dominus (miserando) recolens tempora in quibus (sequuta est eum in deserto) propter fideles apostolos, et praedicatores novissimos miseretur dominus aliorum, qui vel sequuti sunt illos in gente, vel istos in religione poenitentiae (charitas) est in baptismate (desponsationis) fideli. In professione regulari. In praedicatione evangelii (terra quae non seminatur) justicia: scilicet idolatria culta sterilis permanebat (sanctus Israel domino primitiae frugum ejus) usque ad hunc locum distulimus intactum: quod pertransivimus in exordio libri hujus. Primo tempore, semen Abraham electum est ex omnibus gentibus; secundo, semen Christi, id est, apostoli ex judaeis; tertio, eligendi sunt alii ex omni Judaea, et gente, id est, omni ecclesia latina. Sicut enim fuerunt primitiae israelitarum in primo statu; apostoli in secundo renatorum: ita et nunc in exordio tertii status quaedam primitiae christianorum, clericorum utique, fide sanctificandi sunt Deo, et mittendi, et spargendi in universo orbe. Horum omnium Hieremias tipum portat, qui fuit unus de primitiis David, seu Deo, et agno sanctificatus; quod et ipse nazarenus Deo consecratus, nam omne masculinum adaperiens vulvam: videsne quod jam in lege praedictum erat de Hieremia isto, quod esset sanctificatus in vulva, nazarenus effectus non discrepans ab Isaac, et Joanne, qui de senescentis utero ecclesiae prodierunt, quae in dolore, et afflictione antichristi pariet filios inferentes clericis, et obstinatis aliis moerorem: poenitentibus gaudium: designatos in illo loco ubi dicitur: puer natus est nobis, et filius datus est nobis. Puer quoad obedientiam, et doctrinam praedicatoris; filius quoad excellentiam, et amorem contemplationis; sive pro eo quod Christus est Deus, et homo: geminus ordo erit duorum, Deus quoad flagellum doctrinae homo quoad ocium psalmodiae: sive quia alii eorum ibunt ad pugnam exhortationis, alii manebunt ad sarcinam orationis, ut Israeli fiat victoria ex elevatione manuum Moysi, scilicet praedicatorum sustentandorum ab Aaron, et ut scilicet ferentium sacrificia pro peccatis, et devotionis, ac desideriis charitatis. Noli, inquit, dicere, quia puer ego sum, quia jam non dicam vos servos, sed amicos meos, sponsi scilicet veritatis, sic igitur anima devota quasi regina ¡n confessione laudis; princeps in sanctificatione operis; sacerdos in perfectione virtutis, offerens Deo holocaustum suavitatis, et devotionis.” 

En cuanto a la aseveración de que fue canonizado Santo Domingo el año de 1233, sin embargo de ser la fecha del siguiente de 1234, parece lo comprueba la cláusula que dice: ipsum de fratrum nostrorum consilio, et assensu, ac omnium tunc apud sedem, catholicam consistentium praelatotum, cathalogo sanctorum adscribi decrevimus, que con poca diferencia se halla igualmente en la de S. Antonio de Padua, expedida el antecedente de 1233, en la de S. Edmundo, arzobispo de Canterbury (pone Cantorbery), el de 1247, en la de S. Estanislao en 1253, en la de Santa Clara en 1255, y en la de Santa Heduvigis, duquesa de Polonia, el de 1267, donde se lee: tam de ipsorum fratrum, quam praelatorum, qui tunc apud sedem morabantur eamdem consilio, sanctorum cathalogo decrevimus adscribendam; immo verius denuntiavimus adscriptam. Porque en las que se otorgaron el mismo día de la canonización, como en la de Santa Brígida a 7 de Octubre de 1391, dice el pontífice Bonifacio IX, que la expidió: decernimus, declaramus, definimus. pronuntiamus, bonae memoriae beatam Birgittam, alias Brigidam, superius nominatam, sanctam esse; et tamquam sanctam ab universali ecclesia venerari, ac sanctorum cathalogo adscribi debere, et ipsam nunc adscribimus de praesenti. Esta misma cláusula, aunque con diferentes términos, se ofrece en la de S. Buenaventura, expedida por Sixto IV a 14 de Abril del año 1482; y en la de San Leopoldo por Inocencio VIII a 8 de Julio del año 1485, donde se lee: publicè sanctum definimus profitemur, et veneramur. 

Que sea estilo de la curia romana poner en las bulas la fecha del día en que se expiden, y no el de la canonización, se comprueba con evidencia de la de S. Ricardo, obispo de Chichester, en la provincia de Susser (Sussex) en la Inglaterra, otorgada a 20 de Febrero del año 1260; pues asegura en ella Urbano IV le canonizó el día de S. Vicente Mártir, y mandó celebrar su fiesta a 3 de Abril. Lo mismo consta de la que expidió Pío II a 1.° de Octubre de 1458 sobre la canonización de San Vicente Ferrer, celebrada por Calixto III, su predecesor, el día de S. Pedro 29 de Junio el de 1455, así como habiendo canonizado Adriano VI a S. Benno, obispo de Misnia, y a S. Antonino, arzobispo de Florencia, el día 31 de Mayo del año 1522, y expedido la bula de canonización del primero el mismo día; no se despachó la de S. Antonino hasta 26 de Noviembre del siguiente de 1523, en que ya había muerto el mismo Adriano, y sucedídole Clemente VII, que fue quien la otorgó, según podrá V. P. reconocer en el bulario de Cherubino, donde se hallan todas las referidas; que es cuanto se me ofrece decir a V. P., cuya vida guarde Dios muchos años como deseo." = Mondéjar y Agosto 26 de 1704.

Para que con seguridad lleguen las cartas de V. P. a mis manos, aunque a veces con alguna detención, por no ofrecerse cada día propios que vayan a Madrid, sin embargo de ser rara la semana que no los haya, podrá V. P. poner el sobrescrito a mi hijo D. Mateo Ibáñez de Mendoza, caballero de la orden de Calatrava, y del consejo de S. M. en el supremo de las Indias; porque cuantos van de aquí a Madrid tienen cuidado de ir a su casa en la red de S. Luis. = B. L. M. de V. P. el marqués de Mondéjar. 

XI. Preces